Se pensó que después de la lucha con Ter Stegen sería todo más tranquilo.
Agencias
SANTIAGO.- El 25 de agosto del año pasado Claudio Bravo era oficializado como flamante refuerzo del Manchester City. Llegaba de la mano del técnico Josep Guardiola quien lo pidió debido a que le gustaba su buen juego de pies y le daba mucha confianza.
El DT le habría asegurado que en Inglaterra sería el titular indiscutido en la Premier League y la Champions. Como muestra de esto decidió desprenderse de Joe Hart, quien partió en préstamo al Torino.
Y así fue en el inicio. Jugaba en la liga inglesa y en el torneo de clubes más importante de Europa. Pero poco a poco comenzó a ser blanco predilecto de las críticas. Cualquier mal partido de los "Citizens" se le atribuía a él.
Tanta fue la presión que Guardiola terminó cediendo. Lo relegó al banco en tres partidos consecutivos de la Premier, dándole la confianza al argentino Willy Caballero, eterno suplente de Hart.
Para peor, con el trasandino el club de Manchester tuvo un repunte. Peor quedaba la Champions. La gran duda era saber si "Pep" mantendría al trasandino o le devolvía el puesto a Bravo. Ocurrió lo primero, y el ex Boca Juniors se lució atajándole un penal y otro par de notables intervenciones en el triunfo 5-3 sobre el Mónaco.
Al chileno le dejó como consuelo jugar el pasado fin de semana en la FA Cup, donde paró un equipo alternativo contra el modesto Huddersfield.
No es una historia nueva
Pero antes Bravo ya había pasado por algo similar. De hecho es uno de los grandes factores que lo empujaron a salir de Barcelona.
En España era el indiscutido en la Liga. Lo ganaba todo, pero tenía la "espinita" de la Champions. Salió campeón en la temporada 2014-2015, pero no jugó ningún minuto.
El técnico Luis Enrique le dio ese 2honor" al alemán Marc André Ter Stegen, quien también disputaba la Copa del Rey.
La presión era latente. Bravo quería jugar la Champions y el teutón la Liga. Aguantaron dos temporadas así repartiéndose los torneos. Pero una tercera ya no daba para más.
A esto se suman muchos rumores de mala relación entre ambos y a que los dos presionaban con quedarse con la exclusividad. ¿Resultado? El alemán se quedó en el Barça y el capitán de la "Roja" se fue a Manchester, pensando que allí sí lo lograría. Ya contamos qué pasó.
