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Cómo es un día en el Colegio Los Leones de Quilpué, el equipo de "estudiantes" sensación del básquetbol chileno

Es un establecimiento en el que se respira básquetbol. Mientras hay clases de educación física en otro costado del gimnasio entrena un equipo que puede hacer historia. Un periodista de Emol acompañó al plantel y estudiantes durante varias horas...

14 de Abril de 2018 | 09:05 | Por Fabrizio Belmar Blau, Emol
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Los Leones entrenan en el gimnasio del colegio que le da el nombre al equipo.

Fabrizio Belmar, Emol
SANTIAGO.- Son las 11:00 horas del martes 9 de abril. En el gimnasio del Colegio Los Leones de Quilpué un grupo de niños de séptimo básico vive su acostumbrada clase de educación física. Polera roja, buzo negro y una cantidad de balones boteando en el parquet. Todos intentan encestar, exponer sus habilidades y mostrarse.

A un costado de la cancha los observa un puñado de espigados jóvenes, que en algunos casos superan los 2 metros de estatura. Estos miran, sonríen y apuntan. Ellos son parte del plantel del Club Deportivo Colegio Los Leones, el equipo sensación del básquetbol chileno en la actualidad -que nació recién en 2009 e ingresó a la máxima competencia local sólo dos años más tarde- y que está jugando la final de la Liga Nacional ante Las Ánimas de Valdivia.

Para los niños es como si en un entrenamiento de fútbol estuviera en las galerías el primer equipo de Católica, la U o Colo Colo...

La escena no es inédita, ni preparada. Es lo que ocurre día a día en este establecimiento educacional en el que comparten la cancha estudiantes desde primero básico con jugadores de un equipo que está a punto de alcanzar la gloria en el básquetbol chileno.


"No son extraños. Los niños los conocen, los saludan. Se da con mucha naturalidad, es como si pasara cualquiera. Son parte del día a día, no hay ningún problema. Hay una dinámica de colaboración y de respetar cada espacio. Sabemos que si hay un tercero básico haciendo clases, es tan valioso como el entrenamiento que viene de nosotros después", explica el técnico del club, Claudio Jorquera, intentando graficar el fuerte vínculo que existe entre el colegio y el equipo.

A las 11:30 suena el timbre y la clase del séptimo básico termina. Aunque los rebotes de balón en el parquet del gimnasio no paran.

El preparador físico del club toma la palabra, mientras en la puerta del recinto algunos alumnos observan con atención los movimientos de las figuras que ahora los representan a nivel nacional. El profesional ordena a los jugadores y la práctica comienza, aunque no con mucha intensidad. El equipo viene de disputar los dos primeros juegos de la final de la LNB en Valdivia el pasado fin de semana, y la idea es recuperarlos de la mejor forma para los próximos dos compromisos que vienen y que serán en Quilpué.

2011 Fue la primera temporada de Los Leones en la LNB
Aunque el equipo no está completo. ¿El motivo? "Hay jugadores como Alonso Miralles, quien es de la Sub 17 pero está integrándose al equipo, que a esta hora tienen clases. Él hace su rutina de alumno juvenil. En la mañana tiene clases, luego estudia y viene a entrenar con el equipo en la tarde. Y así hay varios más que esperamos el próximo año vayan integrándose al equipo", explica el técnico Claudio Jorquera.

Pero Miralles, quien cursa tercero medio en el colegio no sólo entrena con el primer equipo, también ha tenido oportunidades. De hecho, tanto él como otros jugadores jóvenes, estudiantes del mismo establecimiento, pudieron sumar minutos en la definición de la conferencia centro, cuando enfrentaron a Universidad de Concepción y ganaron el derecho de competir por el título de la LNB.

Del entrenamiento a las clases

"Hago clases acá a un cuarto medio porque es una forma de colaborar directamente en el colegio. También acompaño en jornadas a hablar de algunas cosas o con alguna actividad. Soy entrenador, jefe técnico del club, pero también soy profesor para el colegio y tengo que cumplir las cosas como tal", explica Jorquera, quien precisamente se dispone a realizar su clase de educación física.

Son las 12:30 y afuera del gimnasio los balones siguen rebotando y estrellándose contra los aros.

La actividad deportiva no cesa y uno de los que observa es Felipe González, quien también es parte del equipo y creció entre las aulas y el patio del colegio. Y aquello se nota. A su paso lo rodean los estudiantes más pequeños, lo conocen y ahora lo admiran como una de las figuras del equipo que podría conseguir su primer título de la LNB.

"Al ser ex alumno esta también es mi casa, estuve muchos años acá. Conozco a la mayoría de la gente y me gusta volver. Paso más acá que en otros lados", confiesa.

¿Qué la parece el vínculo que existe entre el club y el colegio?

"Hace que sea todo más familiar, más cercano. Hay varios alumnos que juegan en el club. Yo también era estudiante y jugaba. Claudio (Jorquera) me hizo clases y después era mi entrenador. Eso lo hacía más cercano".

La última práctica y lo que viene para el club

"Siempre es bueno cuando un equipo profesional puede tener una presencia en la comunidad y en los barrios. Lo veo bien y creo que eso puede generar un gran desarrollo también", reconoce el experimentado estadounidense Robert Battle, antes del último entrenamiento de la jornada, dando cuenta del alcance que tiene el colegio en el desarrollo del club, incluso a ojos de los extranjeros.

Son las 19:00 horas y, ahora sí con equipo completo, arranca la última práctica. El profesor Jorquera inicia con una charla para luego dar paso a los trabajos tácticos, de esquemas y con balón. La presión se siente, puesto que en el horizonte asoman dos partidos de local (el 14 y 15 de abril) que, después de quedar igualados 1-1 en Valdivia, podrían ser clave para la serie.

¿Y el escenario para dichos encuentros? El mismo gimnasio que alberga las clases de educación física del Colegio Los Leones. "Esta es nuestra casa y aunque no tenga espacio para tanta gente, queremos recibir nuestros partidos acá", reconoce el técnico.

"Hay que sacarlo adelante como sea. Estos dos partidos de local hay que tratar de cerrarlos lo antes posible. Esta serie hay que ganarla, es algo que se ha esperado siempre", complementa el joven Miralles, haciendo un poco de vocero del sentir que reina en Quilpué sobre el equipo y su futuro.

Son más de las 20:00 y el entrenamiento terminó. Ya no hay balones rebotando ni niños emulando a las figuras del club que lleva el nombre de su colegio. Pero el silencio sólo durará algunas horas, antes que las actividades se reanuden y en el establecimiento se vuelva a respirar básquetbol en cada rincón.

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