El Bayern estaba sufriendo en las semifinales de Champions contra el Lyon. Los franceses salieron a jugar con valentía y generaban riesgo en el arco alemán. Pero Serge Gnabry acabaría con la ansiedad. El extremo recibió sobre la derecha, aceleró y trazó la diagonal hacia el centro. Los rivales quedaron apilados y desde la entrada del área metió un zurdazo en el ángulo.
La apertura de la cuenta destensó a los bávaros. Su poderosa maquinaria empezó a funcionar y el propio Gnabry puso el segundo. Sus números en esta Liga de Campeones son increíbles. Nueve goles en nueve partidos.
El jugador alemán de origen marfileño, a sus 25 años, es una estrella. No le pesa tener que reemplazar a Arjen Robben. La banda derecha es su hábitat natural.
Por ahí se mueve como amo y señor con la pelota pegada al pie. Sin embargo, hace pocos años no muchos se habrían atrevido a augurar este presente.
Desde que era juvenil se escuchaban buenos comentarios. Tras destacarse en la cantera del Sttutgart, el Arsenal lo rastreó y lo fichó con 16 años.
En 2012 hizo su debut disputando siete minutos en la derrota contra el Norwich. A la temporada siguiente jugó un poco más y consiguió su único gol con la camiseta de los gunners, pero no despegaba. La situación se hizo aún más compleja con la llegada de Alexis Sánchez en 2014.
El atacante chileno mostró lo mejor de su fútbol en Londres y todo el sistema del Arsenal giraba en torno a él. Gnabry estaba en lo más hondo de la banca. Arsene Wenger todavía confiaba en él y lo mandó a préstamo al West Bromwich para que sumara minutos. La movida no resultó. Jugó un partido de liga y otros dos de copa. El entrenador Toni Pulis lo destrozó. Parecía una promesa estrellada y condenada.
"Viene de una academia de futbol y no ha jugado mucho en liga, ¿prepara de verdad esa academia para un futbol de primera? Estamos hablando del fútbol de la Premier League", dijo en rueda de prensa.
Según Wenger, el Arsenal había iniciado las negociaciones para extenderle el contrato, pero Gnabry se terminó volviendo a Alemania. El Werder Bremen pagó por él cinco millones de euros, una ganga. En los verdiblancos estuvo solo un año.
Su buen rendimiento tentó al poderoso Bayern Múnich. Wenger explotó.
"Creo que el Bayern le manipuló para quitárselo al Arsenal. Le han dicho que firmase por el Werder Bremen para que, después, se fuese al Bayern", opinó.
Tuvo una buena temporada debut con los bávaros, pero explotó con la llegada de Hans-Dieter Flick. Esta campaña lleva 23 goles y 14 asistencias en 45 encuentros. El DT lo elogió luego de su partidazo contra el Lyon.
"Él nos puso en el camino. Cuando ves su desarrollo en los últimos años, incluso en la selección nacional, tienes que decir que está cerca de un jugador de clase mundial. Tiene enormes cualidades, es dinámico y peligroso para los goles. Estamos felices de que esté en nuestro equipo", expresó.
Este domingo Gnabry jugará la final de la Champions contra el Paris Saint Germain. Otra gran oportunidad para cerrarles la boca a los que se atrevieron a dudar de sus condiciones.
