La argentina Nadia Podorowska (131°) está viviendo una aventura épica en Roland Garros. Es la primera jugadora en la historia del Grand Slam francés que se mete entre las cuatro mejores iniciando de la qualy. En su último partido sacó del camino a Elina Svitolina, número cinco del mundo y tercera sembrada del torneo.
Podoroska partió el año en la casilla 255 del ranking. Al menos hasta hace unos días la página de la WTA todavía no tenía ni una foto suya ni datos biográficos. Con lo hecho hasta ahora en Paris, se meterá en el top 40 del escalafón. Una subida de más de 200 puestos en diez meses.
Empezó a jugar a los cinco años y desde muy chica recibió grandes halagos por su juego. "Tiene un guante en la mano", se escuchaba en su natal Rosario. Con 16 años ganó su primer torneo y lo hizo en Chile. Se impuso en el ITF de Santiago en 2013 y cobró 10 mil dólares de premio.
Pero la de la trasandina no es una historia de rosas. Más bien de sacrificio y lucha constante. De abuelos ucranianos, se crio en una familia de clase media, sus dos papás son farmacéuticos y la falta de apoyo económico para desarrollarse siempre ha sido un tema. Esta semana en Roland Garros ha ganado más dinero que nunca en su carrera.
"Lo que más cambia en este momento es el aspecto económico y me da alivio. Haber conseguido estos resultados me posiciona totalmente distinto. Puedo seguir pagando el sueldo de mis entrenadores y equipo y continuar viajando por el circuito. Hasta hace poco no tenía ese respaldo, esa seguridad", expresó.
Para estar más cerca de la elite del tenis mundial, se fue a España y comenzó a trabajar en la academia Tenis Positivo de Emiliano Redondi y Juan Pablo Guzmán en Alicante. La "Rusa" contó que cuando no tenía recursos ellos la entrenaron y le permitieron viajar.
Pero el dinero no ha sido el único obstáculo a superar. Esta ferviente admiradora de Gabriela Sabatini ha sufrido graves lesiones en sus manos, espalda y cadera. Fue un calvario que se extendió por ocho meses. Temió no poder volver a competir, pero al mismo tiempo sabía que no podía permitirse parar. Esa necesidad de seguir jugando para subsistir la agobiaba. Cuando logró superar esos dolores, se dio cuenta que también necesitaba trabajar el aspecto psicológico.
"Empecé a trabajar con un entrenador mental, con el budismo zen y eso me dio un montón de lecciones. Puede parecer medio loco, pero son cosas que aprendí afuera y me sirven adentro de la cancha. Es la confianza en lo que estoy haciendo, el orden y la seguridad de tener claro lo que se está haciendo bien. Hace tiempo estaba trabajando en cómo desarrollarme como jugadora, y por ahí antes no lo tenía tan claro y ahora sí, estoy tranquila porque sé lo que tengo que hacer", explicó Podoroska, quien admira la fortaleza mental de Novak Djokovic.
Este jueves a partir de las diez de la mañana se jugará el paso a la final ante la promisoria polaca Iga Swiatek (54°). Quiere seguir agregándole capítulos a una historia poco probable.
