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Mezcla caramelos con vodka y odia el gimnasio: Jamie Vardy, el rechazado que hoy es uno de los goleadores de la Premier

El delantero ilusiona al Leicester con repetir la gesta de 2016.

25 de Noviembre de 2020 | 11:31 | Redactado por Felipe Santibáñez, Emol
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Reuters
Jamie Vardy nunca ha jugado en un grande de la Premier, pese a que ofertas no le han faltado. No cambia por nada al Leicester City, el club que le dio todo.

Su ascenso fue centelleante. En dos años, pasó de jugar en la sexta división inglesa a ser campeón en segunda y otros dos años más tarde monarca de la Premier League, seleccionado inglés, mejor jugador de la temporada y octavo en la carrera al Balón de Oro.


Vardy se crió en un barrio pobre de Sheffield. Era hincha acérrimo del Sheffield Wednesday y jugó en las inferiores del club hasta que a los 16 años lo echaron. Le dijeron que era muy chico para llegar a ser profesional. "Fue el momento más bajo de mi vida, y lo peor fue que un mes después crecí casi 20 centímetros", confesó.

El golpe fue brutal y dio paso a tiempos convulsos. Cuando ya tenía 20 años, en una noche de alcohol y frustración, protagonizó una feroz pelea callejera. Lo condenaron a usar tobillera electrónica y quedó con libertad condicional.

Poco a poco fue saliendo. Regresó al fútbol, pero jugando en ligas regionales o de aficionados. Fichó por el Stocksbridge Park Steels, un equipo amateur, y allí estuvo siete largas temporadas. No podía vivir de la pelota. Trabajaba por las mañanas en una fábrica de ferulas médicas por 30 libras a la semana.

Todo cambió en 2011. Lo contrató el Fleetwood Town y anotó 57 goles en dos campañas. Esos números llamaron la atención del Leicester City.


"Vardy comenzó a beber a diario y no sabíamos qué hacer", contó el vicepresidente del club, Aiyawatt Srivaddhanaprabha. Habían pagado un millón de libras por él. Pensaba que estaba en la cima. Volvió el viejo pendenciero.

Sin embargo, esa oscuridad no lo consumió. Fue clave en el ascenso de 2014 y en 2016 en el título de la Premier.

Es un delantero con mañas de potrero, de gatillo fácil y muy astuto para ganarle la espalda a los centrales. No le gusta el gimnasio. Dice que las pesas no son para él, que lo hacen lento. Masca tabaco, desayuna Red Bull y diluye caramelos en botellas de vodka. Antes de los partidos, una copa de Oporto. "Ayuda a desconectar", asegura.

Hoy tiene 33 años. Está puntero en la Premier y es uno de los goleadores de la liga. Surgió de la nada.
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