Casi cinco son los meses que han pasado desde el tremendo accidente (5 de agosto) en la primera etapa del Tour de Polonia. Fabio Jakobsen (24), ciclista neerlandés, fue uno de los más afectados. Estuvo 48 horas en coma y tuvo un sinnúmero de lesiones y heridas.
En conversación con el diario The Algemeen Dagblad, Jakobsen narró el durante y el después de un suceso que le cambió la vida.
¿Su vida estuvo en peligro? "Mi compañero de equipo Florian tiró la bicicleta contra una valla y corrió en mi ayuda. Me vio tendido en la carretera, rodeado de barreras derrumbadas. Había sangre por todas partes. Los transeúntes no hicieron nada, estaban demasiado conmocionados al verme.
Florian notó que me estaba ahogando en mi propia sangre, vio el pánico en mis ojos. En un acto reflejo, levantó un poco mi cabeza, para que la sangre pudiera brotar de mi boca y garganta".
Tras el accidente, no recuerda nada. Despertó entubado. Los médicos le mostraron una foto para que supiera cómo estaba. "Todo lo que vi fue sangre. Parecía un animal atropellado", dice.
Ya dentro de urgencias, pensó que no sobreviviría. "Me costaba mucho respirar, temía asfixiarme por la cánula, una especie de tubo en la garganta, pero también por los pulmones contusionados. Me dieron todo tipo de medicamentos que me adormecieron. Mis pies se entumecían, luego mi pelvis, luego mis manos y hombros y eventualmente me quedaba dormido. Cada vez que pensaba: 'esto es todo, me muero'. Eso sucedió 50, quizás 100 veces. Fue un verdadero miedo a morir. Me hizo entrar en pánico, luchando por sobrevivir, luchando por respirar. Fueron los días más largos de mi vida".
El diagnóstico parecía eterno: Contusión cerebral, fractura de cráneo, nariz y paladar roto, 10 dientes menos y su mandíbula destrozada. Su cara aún se reconstruye.
"Todavía tengo una especie de labio leporino donde golpeé la valla publicitaria y mi nariz parece como si estuviera en una pelea con Mike Tyson. La mayor parte del daño está en el interior. El tejido óseo ha desaparecido, por dentro son todas cicatrices. Tengo 80 puntos solo en mi paladar. Han tomado tejido óseo de la pelvis y lo han puesto en mi mandíbula. El próximo febrero volveré a operarme. Me colocan implantes en la mandíbula para reconstruir mis dientes. Ese proceso llevará un tiempo. El próximo otoño volveré a tener mis dientes", cuenta.

¿Volver a la competencia? "El proceso es el siguiente: primero mejorar, luego volver a ser una persona normal y luego ver si puedo volver a ser un ciclista. Ahora estoy en una etapa en la que corro dos horas cada dos días. A paso de tortuga. Todavía no he probado un sprint. Hace unas semanas vinieron unos compañeros de equipo a visitarnos y fuimos a dar una vuelta juntos. Me hizo darme cuenta de cuánto amo mi trabajo, cuánto amo andar en bicicleta".
También, contó que un sacerdote lo acompañó algunos días. ¿Qué le decía? "Honestamente, no tengo idea. Leyó un libro en italiano. Puede que haya estado orando por mi supervivencia, pero por lo que sé, estaba preparándome un lugar en el cielo".
Pero sin dudas, lo cuestionable del accidente fue la participación de su compatriota Dylan Groenewegen. Fue sancionado con 9 meses por su responsabilidad. Jakobsen también cree que tuvo qué ver: "Se desvía de su línea y me cierra cuando lo paso. Creo que todos vieron eso. Si me hubiera cerrado un poco antes, habría podido frenar. No tengo la mente abierta para decir que él no tiene la culpa. Me cuesta entender por qué lo hizo. ¿No me vio? ¿Corrió demasiado riesgo? ¿Quería ganar a toda costa? Debería haber considerado las consecuencias. Somos seres humanos, no animales. Este es un deporte, no una guerra sin restricciones".
Jakobsen también reconoció que
Groenewegen lo quiso contactar, pero admite no estar preparado para verlo.
"Recientemente me preguntó si podíamos encontrarnos. Puedo entender que este asunto pesa mucho en su alma y que busca terminar con ello. Pero no estoy preparado para eso. Primero, quiero aprender más sobre cómo está progresando mi proceso de curación. Cuanto mejor me sienta, mejor será para él. No quería esto. Y está recibiendo mucha mierda de personas anónimas detrás de sus teclados, lo cual es ridículo. Espero sinceramente que pronto pueda hacer lo que se le da bien, correr, y que podamos dejar todo esto atrás".
Finalmente, el neerlandés agradece. Sobrevivió.
"Cuando pasas por algo como esto, estas cosas se vuelven muy especiales. Una relación que normalmente da por sentada, de repente se vuelve extraordinaria. Te das cuenta de que todo es finito, que las cosas pueden terminar así. Mi novia Delore y yo teníamos planes de mudarnos a Mónaco. Una de las primeras cosas que dije cuando conseguí una cánula que me permitió hablar fue: no vamos a hacer eso. Quiero estar cerca de mis padres, mi hermana, mis suegros, mis amigos, quiero poder visitar a mi abuela y mi abuelo cuando me apetezca. Mi relación con Delore ha mejorado aún más desde que pasamos juntos por esta prueba. En cierto modo, se ha vuelto incondicional".