Israel Adesanya está en el pináculo de su carrera. Es una de las principales figuras de la UFC y hace unos días lo escogieron como el mejor luchador de artes marciales mixtas del año.
Adesanya, de 31 años, retuvo su título de campeón del peso mediano el pasado octubre. Su rival fue el brasileño Paulo Costa. Lo venció por nocaut técnico. Lo remeció con una brutal combinación y luego lo remató en el suelo. Tras el combate, dejó en claro de dónde viene el deseo de ser un peleador.
"Paulo es un bully, pero para mi eso no es novedad. Sufrí con eso toda mi vida. Tengo la habilidad de vencer a esas personas y eso es lo que hago. Dedico esta pelea a todos los que sufren bullying, sea en la escuela o en el trabajo. Ustedes tienen que responder y pelear", afirmó.
Cuando era un niño, sus padres decidieron dejar Nigeria y partieron rumbo a Nueva Zelanda. Pensaron que allá podrían vivir mejor.
Sin embargo, la bienvenida fue horrible. En Rotorua Boys High School le daban palizas todos los días por su color de pie. Adesanya era tímido, no tenía amigos. Debía lidiar con eso solo. Lo atacaban constantemente por redes sociales, tal como lo hiciera Paulo Costa antes del combate entre ambos.
"Creo que estaba llorando en el espejo un día después de que me molestaran. Estaba molesto y simplemente hablé conmigo mismo y luego, finalmente, comencé a hacerlo... Lo he estado haciendo durante años", contó en entrevista con The New Zealand Herald.
Luego de mirar la película "Ong-Bak: El Guerrero Muay Thai", comenzó con clases de kickboxing. Su ascenso fue rápido. Ganó 32 peleas seguidas como amateur, debutó como profesional con un nocaut y la UFC tocó a su puerta. Gustaba su técnica y su velocidad. Lo comenzaron a llamar "The Last Stylebender" (El Último Maestro del Estilo).
Su campaña es tremenda: 20 victorias y ni una derrota. Por su historial han pasado tipos como Anderson Silva, Robert Whittaker y Yoel Romero. A veces mira hacia su pasado y no olvida.
"Tengo a algunos de ellos (los que lo acosaban) en mi Facebook, para que puedan ver cómo estoy brillando. En mi cabeza, miro a mis matones. Aún los veo más grandes que yo, pero cuando vuelvo a Rotorua, pienso, '¿Yo te tenía miedo?'", comentó.
