BRASILIA.- El gobierno interino de Brasil pronosticó el viernes que el país tendrá este año un inmenso déficit primario, muy superior al previsto por la suspendida presidenta Dilma Rousseff.
El déficit fue estimado en 163.942 millones de reales (unos 46.800 millones de dólares), contra el rojo de 96.000 millones de reales (unos USD 27.000 millones) estimados por el gobierno de Rousseff.
De concretarse, será el tercer año consecutivo en que la mayor economía latinoamericana termine con un rojo fiscal, mientras se encamina hacia su peor recesión en un siglo.
"La meta está hecha con parámetros realistas, próximos a los parámetros de mercado", dijo el ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, en una rueda de prensa.
"Era una previsión de recaudación incompatible con la previsión de la actividad", dijo Meirelles.
El lunes el gobierno debe enviar la nueva meta al Congreso para su aprobación.
El nuevo titular de la cartera económica ya había anticipado que revisaría las cuentas públicas antes de lanzar su programa para sacar a Brasil del pozo.
Meirelles dijo que el cálculo no contempla medidas que están siendo estudiadas y señaló que el nivel final de los ingresos del Estado dependerá de algunos otros capítulos abiertos, como un plan para regularizar capitales brasileños en el exterior y una renegociación de las deudas de los estados.
La meta para el gobierno federal fue estimada en un déficit de 170.496 millones de reales, la de los estados federales fue fijada en cero y la de los municipios en un superávit de 6.554 millones.
La feroz crisis que golpeó al gigante emergente llevó al gobierno de Rousseff a reducir cinco veces la meta fiscal de 2015, antes de que el país terminara el año con un déficit primario de 1,88%.
El ministro de Planificación, Romero Juca, destacó que este anuncio marca un cambio con la gestión precedente al presentar un cuadro realista.
"La primera forma de resolver un problema es reconocerlo. Se trata de un número alto, pero es una constatación", señaló.
Meirelles y Juca encabezan el comando económico del nuevo mandatario interino Michel Temer, que se mantendrá en la presidencia mientras el Senado juzga a Rousseff por supuesta manipulación de las cuentas públicas en 2014, año de su reelección, y a comienzos de 2015. La mandataria niega los cargos y dice ser víctima de un "golpe parlamentario" tramado por su ex vicepresidente Temer.
El plazo máximo del proceso es de 180 días y, de ser hallada culpable, Rousseff perderá definitivamente su mandato, que será completado por Temer hasta fines de 2018.
