SEÚL.- "Hemos decidido detener la producción y las ventas del Galaxy Note 7". Con este comunicado enviado al regulador bursátil de Corea del Sur, Samsung anunció una decisión que podría generarle un enorme costo financiero a nivel mundial.
Tras conocerse la noticia, las acciones de la compañía sufrieron la caída más grande intradiaria desde 2008, al desplomarse 8,04%, perdiendo cerca de US$20 mil millones.
A mitad de sesión, en la Bolsa de Londres la empresa tecnológica caía casi 9%.
Los analistas estiman que, en total, el fin definitivo de las ventas del Note 7 costaría a Samsung hasta US$17.000 millones y aportillaría la imagen de otros de sus teléfonos en la mente de consumidores y operadoras.
Otras estimaciones apuntan a que perdería US$9,5 mil millones en ventas y US$5 mil millones en ganancias. Pero el riesgo de prolongar la agonía era peor.
"Es una medida dolorosa pero quizás no del todo malo en el gran esquema de las cosas, ya que ayuda a aislar y contener la mala percepción de ese producto específico en lugar de esparcir el miedo de que todos los teléfonos de Samsung podrían explotar", dijo a CNN Money Bryan Ma, vicepresidente de investigación dispositivos de IDC.
Sin embargo, Samsung, que tiene un valor de mercado de alrededor de US$194 millones y registra ventas anuales por US$179 millones, es lo suficientemente grande y rentable para superar la pérdida de un solo modelo.
"La mayor parte de las ganancias de Samsung ahora se generan fuera de los teléfonos, en su mayor parte de sus fuertes divisiones de componentes. Y dentro de la división de teléfonos móviles, la línea Note no es el principal impulsor de la ganancias", comentó a CNN Money Mark Newman, un analista de Bernstein.
