Las dos semanas en que el debate sobre las causas del débil crecimiento se tomó la agenda

Las declaraciones del ministro Eyzaguirre haciendo mención a fenómenos externos coyunturales y a problemas estructurales de largo plazo, desestimando que las reformas estén teniendo algún efecto negativo, son preocupantes, ya que revelan una visión parcial del problema.

En circunstancias de que el Gobierno inicia un último año de su mandato con una economía empantanada, cubierta de un manto de incertidumbre, lo que cabría esperar son decisiones gubernamentales que contribuyen a despejar el horizonte, corrigiendo lo que haya que corregir, y dando señales claras de un nuevo rumbo.

La economía chilena no está predestinada a tan lúgubre panorama. Tampoco somos meras víctimas de la economía internacional. Nuestro país tiene muchísimas posibilidades de desarrollarse, crecer y crear empleos de calidad en forma mucho más dinámica que la que ha tenido con el actual Gobierno.

Curioso que justo cuando la economía internacional mejora, y especialmente las economías emergentes, Chile siga con crecimientos paupérrimos, inferiores al 2%. Y justo cuando esto ocurre, surja la explicación de que nuestro problema es estructural. Demasiada coincidencia.

Por varias décadas se ha postergado enfrentar en forma decidida y definitiva los problemas laborales de nuestros puertos, lo que ha producido millonarias pérdidas al sector, así como ha afectados directamente la imagen de Chile en el exterior, para beneplácito de nuestros competidores, los que cuentan con una estrategia país sustentada en un programa en el que participan, coordinadamente, tanto los sectores públicos como privados, al amparo de una visión y compromiso de largo plazo.

Esta visión de largo plazo, muy escasa en nuestro país en todo nivel, es la que debe constituir la esencia de cualquier proyecto de apoyo al sector exportador nacional.

Encontré desafortunadas las palabras de los ministros de Hacienda (por la columna del lunes) y de la Segpres (por la entrevista del domingo) sobre las causas del bajo crecimiento en Chile. No reconocieron el rol de las políticas públicas y hablar como que a los empresarios, a los inversionistas, se les acabaron las ideas y que estamos estancados por una serie de factores estructurales que tienen poco que ver con la economía global, es un error y una falta de autocrítica preocupante

Nos parece que quien presidiera el Banco Central hasta hace apenas tres meses debiera tener una participación más ponderada en la discusión pública, distanciándose de posiciones partidistas. Si a tan poco tiempo de dejar su cargo critica injustificadamente a quien fuera su principal contraparte en la conducción macroeconómica, despierta suspicacia sobre la ecuanimidad que tuvo al dirigir con autonomía la política monetaria. Al actuar de esta manera, Vergara valida que en el futuro se le acuse -injustificadamente- de haber chuteando la pelota al córner al haberse resistido a bajar la tasa de interés.

Es de esperar que quienes fueron autoridades económicas no enturbien la discusión al poco tiempo de dejar sus cargos con descalificaciones destempladas que debilitan la institución del Banco Central y que en nada contribuyera a mejorar al clima económico y político en Chile.

Si la economía de Chile no crece más es porque los chilenos no tenemos ganas: ganas de trabajar más, de invertir más, de ahorrar más, de arriesgarnos más; vale decir, todo eso que redunda en productividad. Pongámoslo así: lo que limita el crecimiento económico es la declinación de nuestro deseo.

Chile llegó, digámoslo así, al límite socio-emocional de su crecimiento potencial, y no hay energías endógenas capaces de expandirlo. Para reinyectar la erótica del crecimiento se requiere de una fuerza externa, que en todas las épocas y en todas las latitudes, cuando no es la guerra, es la inmigración. Ojalá apostemos por la segunda.

El Estado es responsable de una buena parte de nuestros problemas y frustraciones. Echo de menos la urgencia de una reingeniería en las ideas ministeriales. El Estado chileno es un obeso que se resiste a la dieta, engorda devorando recursos, al tiempo que favorece a los diputados, regula y fiscaliza mal, atiende peor y entraba la vida de ciudadanos y emprendedores.

No dudo que el ministro Valdés, economista prestigiado, sabe qué hacer para crecer, pero en el ADN de la Nueva Mayoría no está el crecimiento. La Concertación sí lo supo hacer, el gobierno de Piñera, también.

De acuerdo a los antecedentes que entrega el Global Entreprenuership Monitor, Chile registra una de las asas de emprendimiento más altas de la región y de los países de la OCDE. El potencial y las ganas de emprendedores chilenos son enormes.

En lo que sí estoy de acuerdo con Tironi es en la necesidad de abrir la puerta a más emprendedores extranjeros. Un país que aspira a convertirse en un polo regional de emprendimiento e innovación necesita nuevos talentos y nuevas visiones.