SANTIAGO.- Esta semana varias noticias pusieron más presión al Ministerio de Hacienda, que lidera Rodrigo Valdés, cuando comenzará la segunda parte del año y última etapa del gobierno de Michelle Bachelet.
Una de ellas la dio el Servicio de Impuestos Internos, que en el balance de la Operación Renta 2017, daba cuenta que pese a una mayor tasa, la recaudación por impuestos a empresas cayó 0,8%, de US$10.826 millones a US$10.734 millones en 2016, ante la desaceleración que sufre la economía chilena.
Ante este panorama, el titular de las finanzas públicas salió a reconocer que se adelantaba que la elaboración del Presupuesto 2018 se haría "con cierta prudencia", lo que en un año electoral hace compleja la negociación. "La base de impuestos implícita es bastante volátil año a año y por lo tanto no es tan sorprendente que suba y baja, pero sí nos deja este año con un poco menos de recaudación por este concepto de lo que esperábamos", comentó.
En esta misma semana, el Instituto Internacional de Finanzas advirtió que es "inminente" una rebaja en la nota crediticia de Chile. "La combinación de tasas de crecimiento permanentemente bajas y la rápida corrosión del balance causarán una degradación de la calificación crediticia -dentro del grado de inversión- este año o el siguiente", señaló el informe.
"Por supuesto que está bajo una gran presión", señaló el economista de la Universidad de Chile, Alejandro Alarcón, "porque la coalición de Gobierno no entiende el manejo serio y correcto que quiere hacer el ministro de Hacienda", dijo.
El miembro del Comité Consultivo del PIB Tendencial de la secretaría de Estado destacó que "Valdés está recogiendo los platos rotos (…) los problemas que tiene el ministro respecto a esta situación no son culpa de él, son culpa de los malos cálculos que se hicieron respecto al crecimiento de la economía y las reformas impulsadas, a un pésimo ejercicio económico y manejo político de la Nueva Mayoría".
Por su parte, Cecilia Cifuentes, directora ejecutiva del Centro de Estudios Financieros del ESE Business School de la Universidad de los Andes, indicó que "existe presión por cumplir el programa y resulta que el programa es muy caro. Se hizo con supuestos equivocados".
Sin embargo, consideró que "más que sobrepasado, está sobre exigido", y enfatizó que, de todas formas, "el esfuerzo del ministro es destacable, no minimizaría lo que ha hecho, sobre todo considerando cuál podría haber sido la situación si no hubiese habido cambio de gabinete (salida de Alberto Arenas)".
Asimismo, sostuvo que "la otra gran presión que existe es por la nota crediticia, que de hecho es bien probable que se baje", pero consideró que "eso está más o menos internalizado y desde Hacienda ya lo han anunciado de alguna manera para que no genere una crítica muy fuerte en su minuto".
De todas formas, la economista aseguró que "lo que tenemos ahora, si uno lo compara con el resto del mundo no es una situación fiscal dramática, es verdad que hay un deterioro pero aún se puede revertir y no estamos al borde de una crisis fiscal para nada".
