SANTIAGO.- "Vivimos en Chile, un país donde comenzar un negocio es casi imposible. La burocracia y el papeleo ya casi nos convencen de que debimos seguir como empleadas en vez de apostar todo y emprender".
Ese es el duro análisis que hacen Rosario Onetto y Carolina Bazán, las dueñas del restaurante Ambrosia Bistro ubicado en Nueva de Lyon, que desde diciembre de 2016 están a la espera de que la Municipalidad de Providencia les acepte la patente de alcohol para abrir otro local, luego de que desde la Seremi de Salud se demoraran seis meses en darles un certificado para presentarlo en el municipio.
"Solicitan tantos papeles, algunos realmente difíciles de conseguir, para dejar algunos en el camino, suponemos. Los mil trámites por los que debemos pasar, más se asemejan a un colador, en el que solo los tercos llegarán a la final. No debe ser bueno que haya mucha inversión ni trabajo", sostuvieron en una carta enviada a
"El Mercurio".
"La mujer que realizaba el trámite, sí, una sola persona para toda la región, decía estar superada de trabajo, asomada detrás de un cerro de carpetas, o sueños, como el nuestro", explicaron.
Además, apuntaron que "ya casi nos han convencido de que mejor no sigamos. Hay momentos en que dudamos de nuestras capacidades. ¿Debíamos ser abogados para abrir un restaurante?, no lo habíamos pensado antes. ¿Cómo nadie nos lo dijo? Así, quizás entenderíamos el misterio".
Y agregaron: ¿Qué quieren realmente los abogados que llevan meses revisando nuestra solicitud? Cada avance es un retroceso, vamos de departamento municipal en departamento municipal, y cada uno considera necesario rehacer contratos ya aprobados por el otro, o solicitar nuevos, para ponernos a prueba, imaginamos. Esto debe tratarse de paciencia. Hemos sacado tantos certificados de antecedentes, que ya casi nos convencen de que somos delincuentes".
También comentaron que a la fecha el Ambrosia Bistro "aún no consigue traspasar las patentes de alcohol compradas en diciembre de 2016. Tanto la Seremi de Salud Metropolitana, en su momento, como la Municipalidad de Providencia han estado al tanto de esta situación desde el inicio".
Finalmente concluyeron que "vivimos en Chile, en un país donde el sentido común es el menos común de los sentidos".
