Recortes, propinas sin impuestos y remesas gravadas: Las claves del megaproyecto fiscal de Trump
El paquete legislativo, que vive horas de definiciones en la Cámara de Representantes, busca consolidar beneficios tributarios permanentes, ajustes al gasto público y mayores fondos para defensa y control fronterizo.
El presidente Donald Trump avanza con una ambiciosa y controvertida reforma fiscal que redefine las prioridades económicas de Estados Unidos.
Tras una ajustada votación, el Senado aprobó este martes el proyecto de ley bautizado por el propio mandatario como el "gran y hermoso proyecto de ley", el cual perpetuaría los recortes fiscales masivos aprobados en su primer mandato.
Este proyecto promete deducciones récord, recortes en programas sociales, propinas libres de impuestos, un mayor gasto en defensa y seguridad fronteriza, así como gravámenes sobre las energías renovables y las remesas.
El megaproyecto de Trump, que ha enfrentado duras críticas de los demócratas y de su exaliado Elon Musk, vive horas de definiciones en la cámara de representantes, tras su paso por el Senado, donde será clave alinear a los republicanos para que pueda ver la luz.
Convertir en ley las deducciones de 2017
La iniciativa legislativa fue aprobada este martes por el Senado y ahora retornará a la Cámara de Representantes para ser votada antes de que Trump pueda firmarla.
Ella propone básicamente hacer permanentes los recortes fiscales que el presidente ya había aprobado en su primer mandato (2017-2021).
Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. | AP
Se calcula que esto supondrá que el Estado deje de ingresar durante la próxima década entre 4 y 4,5 billones de dólares y que el déficit, que en el último ejercicio fiscal se situaba en 1,1 billones, crezca así en otros 3 billones durante ese lapso, siendo este uno de los principales puntos de fricción entre los republicanos en el Congreso.
Otra provisión de la norma que Trump y los líderes republicanos presentaron como un gran gesto para con la clase trabajadora es la exención de hasta 25.000 dólares al año en impuestos federales sobre las propinas de aquí a 2028, medida que supondría un alivio para el bolsillo de unos 4 millones de personas que viven en EE.UU.
Recortes en programas sociales y remesas gravadas
Parte de las deducciones fiscales récord del plan se financiarían, eso sí, con recortes de en torno a 1,2 billones de dólares que afectarán al programa de salud Medicaid para personas de bajos recursos, al de asistencia para la compra de alimentos SNAP o al llamado Obamacare, haciendo que varios millones de personas pierdan acceso a estas ayudas.
Protestas contra los recortes a Medicaid. | AFP
Además de cargas fiscales que prometen encarecer los nuevos desarrollos de energía solar o eólica y socavar así a las renovables en EE.UU., otra medida para compensar parcialmente los recortes impositivos será gravar los envíos de dinero al exterior.
Si se aprueba la ley, cualquier remesa realizada por un no estadounidense que supere los 15 dólares cargará con un impuesto del 1%, menos del 3,5% planteado originalmente en lo que supone otra muestra de desdén del Gobierno Trump para con la comunidad migrante.
Más gasto en la lucha contra la inmigración ilegal y en defensa
Precisamente es el apartado de seguridad y control fronterizo uno de los pocos que prevé incrementos presupuestarios para los próximos cuatro años.
Soldado estadounidense. | EFE
Las estimaciones hablan de unos 175.000 millones de dólares más en cuatro años destinados a construir nuevos centros de detención o muros y otras barreras o a invertir en nuevas tecnologías de vigilancia e incrementos de personal tanto para asegurar la divisoria con México como para detener a indocumentados en el interior del país.
El sector de defensa, que Trump considera clave en el marco de la rivalidad con China, sería el otro gran beneficiado por el proyecto de ley, con unos 150.000 millones de dólares extra (un 13% más) presupuestados para el próximo ejercicio.
Una sexta parte de ese momento, unos 25.000 millones de dólares, irían destinados a un escudo antimisiles, la bautizada por el mandatario como "Cúpula dorada", que promete beneficiar enormemente a los contratistas estadounidenses.
Sin embargo, el proyecto ha sido duramente criticado por los expertos debido a su viabilidad real y al hecho de que fomentaría una nueva carrera armentística, con países como China o Rusia optando por ampliar arsenales para tener capacidad potencial de penetrar este nuevo escudo.