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Un conciliador Nick Cave conquistó a 4.500 personas con concierto de culto en el Teatro Caupolicán

El australiano y su banda de The Bad Seeds se presentaron por segunda vez en Chile tras poco más de 20 años de su única visita. El carisma y alto nivel de interpretación de los músicos estuvieron presentes en todo momento en más de dos show.

06 de Octubre de 2018 | 01:30 | Por Alondra Barrios Peñailillo, Emol
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El Mercurio
SANTIAGO.- No hay que ser fanático ferviente ni caer en la condescendencia más extrema para afirmar que la reciente presentación de Nick Cave en Chile fue épica. Un buen sonido lo acompañó de principio a fin de mano de una propuesta en escena simple, pero que animó cada rincón de un copado Teatro Caupolicán gracias al histrionismo del australiano, que a sus 61 años pareciera tener la energía de un adolescente.

Con la lúgubre "Jesus Alone" del alabado último disco Skeleton Tree (2016) que escribió en memoria de su fallecido hijo Arthur, el cantautor y su banda The Bad Seeds volvieron a encontrarse con el público local que hacía 21 años reclamaba el regreso del músico luego de su amarga primera visita en 1996 donde fue expulsado entre pifias y escupitajos por parte de los seguidores de Cypress Hill. Un sencillo ramo de flores llega a sus manos de parte de una fanática. Nick lo recibe con gracia y sin mayor introducción ya está conectado con los seguidores apostados justo abajo del escenario tendiéndoles su mano mientras canta.

El coqueteo de Nick Cave con su audiencia va in crescendo y los conquista con bailes que parecen un híbrido entre los movimiento de Ian Curtis y Mick Jagger e invitaciones a repetir al unísono "boom boom boom boom" tras el "Can you hear my heart beat?" de "Higgs Boson Blues". Para ese entonces, todos ya caen rendidos ante quien a veces pareciera ser un mesías que con su lírica llega salvar a sus devotos.

"Do You Love Me?" y "From Her To Eternity" inyectan la energía en el Caupolicán que lo acompaña en cada línea interpretando a la par y con palmas, celebra sus improvisadas intervenciones al piano para luego arrancar de él y volverse nuevamente a los fans que intentan obtener algo de Cave, el que rara vez despega su mirada de ellos.

Un poco más atrás está Warren Ellis, que sube y baja de una silla cuando toca su violín, da vueltas en círculos y crea un micro show en varios pasajes del concierto como en "Red Right Hand", canción del álbum Let Love In (1994) popular estos días por ser el tema central de la serie de la BBC "Peaky Blinders"."¡Olé, olé, olé, olé. Warren, Warren!" le cantan al multifacético músico que agradece el gesto con una sonrisa y realizando un paneo visual al teatro.

Otros momentos para enmarcar es la sentida interpretación de "Into My Arms" y el frenesí que se desató con "The Weeping Song". Chaqueta al suelo, Nick no vacila en bajar del escenario, caminar entre medio del público ubicado en cancha hasta llegar a la mesa de sonido situada al fondo para cantar junto a fanáticos que se suben a sus sillas en búsqueda de un apretón de manos, un abrazo, beso o simplemente grabarlo cómo anima a todo su alrededor.

El clímax de la noche llega con "Stagger Lee" y una considerable cantidad de personas suben al estrado principal para seguir a Nick Cave y sus Bad Seeds con saltos, movimientos exagerados y gritos mientras su ídolo de apariencia vampiresca se desliza de un extremo como para corroborar que cada uno de los presentes de todas las locaciones más alejadas está realmente disfrutando de lo que él hace.

Poco más de dos horas de show y un setlist de 19 canciones sin errores, sin sobresaltos y sin problemas de ejecución inscriben una historia única de este dolido Nick Cave en su exitoso paso por Chile ante 4.500 personas. Horas antes de esta admirable presentación -con seguridad una de las mejores que se ha llevado hasta ahora en 2018 en el país-, el cantautor había señalado que no sentía resentimiento por el trato que recibió en su anterior paso por el país. Este romántico de la oscuridad y la muerte hoy se gradúa de conciliador sin más herramientas que el profesionalismo en escena, humildad y carisma que ya muchos quisieran.
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