SANTIAGO.- "La señora Luisa Ortega Díaz se ha constituido en vocera de la derecha reaccionaria y se pretende erigir como líder de una supuesta transición, que pretende imponer la derecha a través de un golpe de Estado". La frase es del vicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami, sobre la fiscal general de su país. Se trata de palabras que podrían ir dirigidas a cualquier personero de oposición, pero aquí hay un detalle: Ortega es reconocida como chavista.
Pasa que últimamente la persecutora -designada por el fallecido Presidente Hugo Chávez en 2007 y confirmada en el cargo en 2014 hasta 2021- ha tomado un rol que refleja el quiebre que ha experimentado el chavismo entre aquellos que aún apoyan al gobierno de Nicolás Maduro y los que se han expresado críticos de su administración, sumida en una crisis política, social y económica.
Y es ahí donde Ortega se ha perfilado como "rostro" y voz del chavismo desencantado, con una serie de acciones que han complicado al Gobierno y también han dado una señal de división e inestabilidad, algo nunca antes visto durante la administración del fallecido comandante.
Así, diferentes personeros del chavismo madurista, como el propio vicepresidente El Aissami o el ex presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello, han tratado a Ortega de "traidora", e incluso, un diputado pidió al Tribunal Supremo someter a la fiscal a una junta médica porque "se evidencia a todas luces que no está en sus cabales".
De chavista fiel a personaje opositor
Luisa Ortega Díaz (59 años) se tituló de abogada en la Universidad de Carabobo con especializaciones en Derecho Penal y Procesal en la Universidad Santa María y en la U. Católica Andrés Bello, respectivamente. Tras participar incluso en la televisión asesorando jurídicamente, en 2002 ingresó al Ministerio Público, siendo designada fiscal general en 2007.
Su cercanía a la política comenzó con su militancia durante su juventud en el Partido de la Revolución Venezolana, que seguía la línea de la lucha armada. Además, eus vínculos con el chavismo son evidentes, aunque ella no lo diga expresamente. Su hermano, Humberto Ortega Díaz, participó con Hugo Chávez en el fallido golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 y está casada con Germán Ferrer, ex militante de las Juventudes Comunistas y diputado del Gran Polo Patriótico, quien de todos modos también se ha alejado del oficialismo junto a su señora.
Es más, al ser consultada por la BBC por la figura del fallecido Mandatario, aseguró que, si bien no milita en ninguna formación política "porque la Constitución me lo prohíbe", sí "considero que el hombre más humanista que ha existido en el planeta se llama Hugo Chávez".
Fue así como, incluso, había sido objeto de numerosas críticas desde la oposición venezolana por su participación en diversos casos, como la acusación contra el dirigente Leopoldo López, condenado a 14 años de cárcel por convocar a una marcha en la que murieron manifestantes. En la ocasión, Ortega enfrentó los cuestionamientos de presentar pruebas falsas.
Sin embargo, según señala el diario español El Mundo, esto cambió a partir de un viaje de la persecutora a Ginebra en 2015, donde fue cuestionada por no defender los derechos humanos. Desde ahí, fue alejándose del chavismo más radical.
Pero todo esto no se notó sino que a fines de marzo, cuando Ortega acusara una "ruptura del hilo constitucional" luego de que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) decidiera suspender al Parlamento y tomar sus atribuciones, considerando que la Asamblea Nacional es de mayoría opositora.
Posteriormente, con el incremento de las protestas contra el Gobierno de Maduro a partir de abril, la persecutora siguió enfrentándose con el Ejecutivo, al que responsabilizó por las decenas de muertes ocurridas durante las manifestaciones. Asimismo, criticó la medida del Presidente de llamar a una Asamblea Constituyente.
Este hecho fue el momento cumbre del quiebre entre Ortega y el oficialismo, puesto que la fiscal aseguró que este proceso es inconstitucional y presentó un recurso para que se anulara, puesto que no se procedió a un plebiscito previo para consultarle a los venezolanos si estaban de acuerdo o no con llevar a cabo una Asamblea Constituyente.
Toda esta pelea de la fiscal ha sido vista con buenos ojos desde la oposición. Incluso, la dirigente Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López, afirmó que "ese cambio lo logramos nosotros, cada uno que ha salido a marchar y a llamar el despertar de la conciencia".
La división del chavismo
La acción de la fiscal Ortega es una demostración de la ruptura entre el ala más radical del oficialismo y aquellos que creen que Maduro fulminó el ideal de Hugo Chávez y está adoptando un estilo que en nada se asemeja a su antecesor y mentor, lo que ha llevado a esta crisis venezolana.
De esta forma, ya hay personajes que han apoyado a la abogada, como su marido Germán Ferrer y otros dos parlamentarios, que han defendido sus tesis. A ellos se suman otros movimientos chavistas, como Marea Socialista, que se desmarcó de Maduro y se perfila como una "tercera vía" alejada del oficialismo y de la oposición de la Mesa de la Unidad Democrática, impulsando los postulados del chavismo.
Es así como uno de sus dirigentes, Nicmer Evans, ha criticado abiertamente al Gobierno de Maduro y ha expresado su apoyo a la fiscal general, con quien ha sostenido reuniones.
Ahora, en medio de todas las amenazas, Luisa Ortega aseguró que continuará con su pelea pese a las descalificaciones y las amenazas: "El día que repartieron el miedo, yo no llegué", aseguró desafiante