La policía detuvo a unas 50 personas, una cantidad notablemente mayor que en casos anteriores en que se utilizó la ley de seguridad nacional vigente desde hace seis meses. Entre los objetivos del operativo estaban todos los candidatos que habían participado en una elección primaria no oficial de la oposición, antes de que se realizasen las elecciones legislativas de Hong Kong.
Carrie Lam, máxima autoridad del territorio, posteriormente desestimó realizar la elección, citando como excusa la pandemia por coronavirus. Activistas calificaron esa maniobra como un intento apenas velado de frustrar los posibles avances de la oposición.
John Lee, secretario de Seguridad, afirmó que quienes fueron arrestados son sospechosos de intentar ganar el control de la legislatura para paralizar al gobierno. El apartado sobre subversión en la ley de seguridad nacional criminaliza el "interferir seriamente, interrumpir o socavar el cumplimiento de deberes y funciones" de los gobiernos de China o Hong Kong.
Lam dijo cuando se realizó la primaria, que si su propósito era resistirse a cualquier iniciativa del gobierno, podría significar subversión al poder del estado. El gobierno central calificó la primaria de ilegal y una "seria provocación" al sistema electoral de Hong Kong.
Los arrestos de golpe remueven a más activistas del escenario político, reduciendo la posibilidad de nuevas manifestaciones y eliminando a muchos potenciales candidatos opositores. Además significan una advertencia a la generación más joven que fue el pilar de las protestas en 2014 y 2019, ya que el simple hecho de hacer una primaria no oficial puede resultar en acciones legales que pueden impactar seriamente su futuro.
Human Rights Watch comentó sobre los arrestos que la represión genera resistencia, pero restricciones más exigentes a la actividad opositora y los efectos constantes del coronavirus en la vida pública y en la economía, podrían retrasar o desanimar permanentemente el que emerja una nueva generación dispuesta a desafiar a Beijing.
Beijing ha sido implacable en sus esfuerzos para prevenir que se repitan manifestaciones como las de 2019, que escalaron violantemente en respuesta al rechazo del gobierno a acoger las demandas de quienes protestaban. Las movilizaciones sumieron a Hong Kong en su mayor crisis política desde que regresase al alero de China en 1997.
China también está resuelta en lo que percibe como interferencia injustificada de gobiernos extranjeros en sus asuntos internos. La nueva influencia militar, económica y política del país, está inspirando a China a encarar a Occidente, y puede tomar ventaja de distracciones derivadas por la pandemia y por turbulencias políticas en Estados Unidos y Europa.