El nuevo presidente de los conservadores alemanes, Armin Laschet, es considerado un europeísta convencido y un ferviente defensor de las políticas de acogida e integración, en el más puro estilo de Angela Merkel.
Este católico de 59 años de expresión afable obtuvo el sábado la presidencia de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), el mayor partido de Alemania, frente a otros dos candidatos, Friedrich Merz y Norbert Röttgen.
En teoría, esta victoria le allana el camino para la sucesión al frente del gobierno en las elecciones legislativas del 26 septiembre. "Quiero que lo consigamos juntos y que hagamos que la Unión" esté en la cancillería en septiembre, dijo tras ganar.
Laschet dirige desde 2017 la región más poblada de Alemania, Renania del Norte-Westfalia, donde ha tenido que hacer frente en primera línea a la pandemia. Su falta de determinación en la gestión de la crisis sanitaria le ha valido múltiples críticas.
Es considerado como un moderado cercano a Merkel, de quien quiere seguir la estela. "Una ruptura con Angela Merkel sería exactamente una mala señal", declaró, pronosticando que esto daría vía libre a los ecologistas, los principales rivales de la CDU en los próximos comicios.
Este padre de tres hijos fue uno de los pocos que apoyó sin reservas a la canciller en su decisión de acoger a cientos de miles de migrantes de Siria y Afganistán en 2015.
Sus convicciones sobre este tema vienen de hace tiempo. Su política de integración liberal cuando era ministro regional en 2005 le valió el apodo de "Armin el turco" dentro de la CDU. La diversidad étnica no es "una amenaza, sino un reto y una oportunidad", declaró en 2009.
Este ex periodista se presenta también como "europeísta entusiasta".
Tras cinco años en el Bundestag, ejerció como eurodiputado, entre 1999 y 2005, especializado en política internacional y cuestiones de seguridad.
Responsable "indeciso"
Aunque a menudo sobresalen sus cualidades de conciliador, su imagen de responsable "indeciso", que actúa a veces "sin reflexionar", le pasa factura, afirmaba recientemente el diario Süddeutsche Zeitung.
Esto se refleja en su baja popularidad. Según un sondeo el viernes de la televisión pública ZDF, sólo 28% de las personas interrogadas estima que tiene la talla política de un canciller.
En la primera ola de la pandemia, Laschet rechazó al principio las medidas estrictas, pero luego cambió de parecer e impuso el primer confinamiento local del país, tras detectarse un gran foco de contagios en un matadero.
También fue duramente criticado cuando afirmó que eran los trabajadores de esta empresa procedentes del este de Europa quienes habían traído el virus. Se tuvo que disculpar.
Y fue blanco de acusaciones de nepotismo, cuando su gobierno regional compró máscaras y equipos de protección fabricados por una empresa textil local, de la que había hecho publicidad su hijo Johannes, un "influencer" de moda, en su blog.
