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La importancia de Brahim Ghali, el personaje clave en la nueva crisis entre España y Marruecos

La hospitalización en una clínica española del líder del Frente Polisario desató nuevas tensiones entre ambos países e hizo reflotar el conflicto por el Sahara, un poco olvidado por la comunidad internacional.

19 de Mayo de 2021 | 16:46 | EFE/Editado por Ramón Jara A., Emol
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AFP
La persona de Brahim Ghali (72 años), cuya hospitalización en una clínica española ha desatado una crisis entre España y Marruecos sin precedentes en dos décadas, es el secretario general del Frente Polisario y presidente de la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

Solo por acumular esos dos cargos se convierte en el "enemigo número 1" para Marruecos, un país donde la soberanía sobre el Sahara es considerada "causa nacional" y sobre la que no cabe ninguna disidencia, siendo un dogma tan fundamental como la monarquía misma.

El Polisario no merece en Marruecos ni ser nombrado por su nombre, siendo lo más frecuente referirse a ellos como "los separatistas", "los mercenarios" o "los siervos de Argel", mientras que la RASD es calificada de "república fantoche".

Pero si Brahim Ghali, un miembro de la tribu Rguibat (clase dominante entre los saharauis), está en el visor de Marruecos, es por varias razones que tienen que ver con el rumbo elegido desde su llegada a la cabeza del movimiento saharaui en 2016, en sustitución del difunto Mohamed Abdelaziz.

Un hombre de guerra

Abdelaziz estuvo cuarenta años (1976-2016) al frente del movimiento saharaui, dirigió la guerra (1975-1991), pero sobre todo la paz. Durante su era, el Polisario y Marruecos firmaron un alto el fuego en 1991 y el conflicto entró bajo el girón de la ONU. Desde esa fecha, el conflicto perdió relevancia mundial, al tiempo que Marruecos iba moviendo sus piezas, tanto en el terreno como en la diplomacia, siempre ganando terreno.

Ghali, que fue responsable de la policía española en tiempos de la colonia, llegó al poder desempolvando la retórica de la guerra, y una de sus primeras apariciones públicas fue desplazarse casi a escondidas hasta el océano Atlántico, en el Cabo Blanco, y fotografiarse con los pies metidos en el agua para recordar que el territorio saharaui llega hasta el mar.

Pero el salto cualitativo se produjo en octubre de 2020, cuando el Polisario movilizó a varios militantes para que bloquearan el paso de Guerguerat, que une el territorio controlado por Marruecos con Mauritania, y a ello Marruecos respondió con una operación militar para desalojarlos. Al día siguiente, 13 de noviembre, el Polisario declaró roto el alto el fuego y comenzó las hostilidades contra Marruecos.

Una guerra sin nombre

Marruecos ha minimizado los ataques del Polisario hasta el punto de no dignarse ni a mencionarlos. A los 188 partes de guerra emitidos por el Ministerio de Defensa saharaui hasta ayer, Marruecos ha respondido con el silencio más absoluto. Sus medios oficiales no han mencionado ni siquiera a los muertos ajenos.

Un veterano saharaui, buen conocedor del Polisario y de Marruecos, comentó a Efe que si bien la estrategia de la guerra elegida por Ghali puede parecer inútil, y el desequilibrio de fuerzas enorme, no es menos cierto que representa para los marroquíes una especie de picor o molestia de las que es difícil olvidarse.

Además, no es menos cierto que la ruptura del "statu quo" anterior y la opción de la guerra han insuflado unas esperanzas -aunque sean ilusorias- en los campamentos saharauis que plantean una nueva realidad en un conflicto que corre el riesgo de ser olvidado por la comunidad internacional.

Según varias fuentes saharauis, Ghali es además uno de los últimos hombres de consenso entre la "vieja guardia" saharaui que protagonizó la guerra, y si desapareciese se abriría un incierto futuro para el movimiento saharaui, dado que quedan muy pocos líderes históricos vivos y que forzosamente deberá contar con el beneplácito de Argel.
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