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Conociendo Transnistria, la república separatista representada por primera vez en la Champions League

La sorpresiva clasificación del FC Sheriff Tiraspol a la fase de grupos del torneo europeo de fútbol ha llamado la atención de muchos, precisamente por el territorio al que pertenece, donde se libró una guerra civil hace casi 30 años.

29 de Agosto de 2021 | 05:46 | Por Ramón Jara A., Emol
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El río Dniester, en cuya ribera oriental se encuentra Transnistria.

Reuters
Gracias al fútbol, Arturo Vidal y Alexis Sánchez han podido visitar diversos países del mundo, donde han jugado representando a sus equipos o a la selección chilena de fútbol. Este año, sumarán una nueva marca en sus pasaportes: la República de Transnistria, territorio separatista que no es reconocido como un estado por la comunidad internacional, pero que actúa como tal.

Todo esto por obra y gracia del FC Sheriff Tiraspol, club de la liga de Moldavia que clasificó sorpresivamente a la fase de grupos de la Champions League, donde jugará contra el poderoso Real Madrid, el Shakhtar de Ucrania y el Inter de Milán de los chilenos Vidal y Sánchez. Por primera vez en su historia, la ciudad de Tiraspol, capital de Transnistria, capta la atención de buena parte del mundo futbolero.

Pero, ¿qué es Transnistria? Es una región ubicada en la ribera oriente del río Dniester, en Moldavia, ex república soviética que limita con Ucrania y Rumania. Fue incorporada a la República Soviética de Moldavia durante la II Guerra Mundial por la URSS, posee una superficie de 4.163 km2 y una población de 520.000 habitantes.

Este territorio, que limita al oeste con Besarabia (el resto de Moldavia) y con Ucrania al este, cuenta con diez ciudades y 69 comunas y está dividido administrativamente en cinco raiones (departamentos o distritos) y una municipalidad, que es Tiraspol, su capital, con cerca de 160.000 habitantes.

Su idioma oficial es el ruso, a diferencia del resto de Moldavia donde se habla rumano, mientras que su población profesa mayoritariamente el cristianismo ortodoxo oriental, lo que refleja la influencia rusa.

Estación de trenes de la capital, Tiraspol (Foto: Reuters).

Pese a todo, Transnistria es reconocida por la comunidad internacional como una parte de la República de Moldavia, y sólo es reconocida como estado por la República de Abjasia, la República de Osetia y la República de Nagorno-Karabaj.

Reconocida por Moldavia sólo como una región autónoma, Transnistria cuenta con un sistema político multipartidista, con un Congreso unicameral llamado Consejo Supremo integrado por 43 parlamentarios. La jefatura de estado recae en el presidente, que es elegido por votación popular cada cinco años. Su actual mandatario es el centroderechista Vadim Krasnoselski.

Historia

El 2 de septiembre de 1990, y cuando Moldavia se encaminaba a convertirse en un país independiente más pegado a la ideología occidental, los habitantes de la ribera oriental del río Dniester proclamaron la República Moldava del Transniester. La razón: este territorio quería mantenerse en la órbita soviética y miraba con recelo el avance nacionalista en el resto de Moldavia.

Esto generó una guerra civil entre las fuerzas moldavas y la Guardia Republicana de Transnistria, apoyada por el 14° ejército ruso. El conflicto armado, que dejó miles de muertos, comenzó el 2 de marzo de 1992, el día que Moldavia fue admitido como miembro de Naciones Unidas, y culminó el 21 de julio de 1992.

Tras la guerra civil, Moldavia firmó un acuerdo en el que reconocía la existencia de Transnistria, pero sólo lo consideró como una región autónoma dentro de su territorio.

Todo se resolvió con acuerdo entre ambas partes en el que Moldavia reconoce a Transnistria, pero como un territorio autónomo moldavo, sin admitir su independencia. No obstante, esta región cuenta con ejército propio, policía propia y un paso fronterizo.

Esta situación ha continuado de esta forma durante casi 30 años, con la presencia en la zona de conflicto de contingente ruso, moldavo y transnistrio, aunque ha habido momentos convulsos. En 2006, Transnistria celebró un referéndum en el que el 97,2% de los electores aprobó una unión con Rusia. Moldavia no reconoció la consulta, al igual que la comunidad internacional.

En tanto, en 2014, el Parlamento de Transnistria aprobó por unanimidad un llamado a Rusia para que reconozca la independencia de esta república. "Al votar por la independencia de la República Moldava del Dniester y, más tarde, su libre asociación a la Federación Rusa, el pueblo transnistrio ejerció el inalienable derecho a determinar libremente, sin injerencia externa, su estatus político y a desarrollarse en el ámbito económico, social y cultural", recordó el Congreso.

Desde Moscú siempre han seguido la situación de cerca, pero con cuidado, al punto de que no reconoce la independencia de Transnistria, aunque instaló una oficina consular en Tiraspol, desatando el enojo de las autoridades moldavas.

Huella soviética

A casi 31 años de su autoproclamada independencia, la huella soviética se nota en Transnistria. Su bandera tiene un martillo y una hoz, las calles de Tiraspol tienen nombres como los de Lenin y Karl Marx y uno de sus parques más emblemáticos es el 25 de octubre, en honor a la Revolución de Octubre en Rusia.

"El centro de la ciudad de Tiraspol no tiene las vistas típicas que ofrecer, pero se asemeja a un museo al aire libre lleno de logros soviéticos (tanques, campos de desfiles, bustos y estatuas de Lenin y otros héroes del comunismo), en resumen, bastante único. Mientras tanto, la hoz y el martillo comunistas se pueden ver en innumerables banderas", reportaba la agencia DPA el año pasado.

En la plaza Suvorov, en tanto, se puede ver una estatua del fundador de la ciudad, Alexander Suvorov, y unos pasos más allá, un tanque soviético T-34, parte del sitio de memoria en honor a los soldados muertos.

Un tanque soviético en Tiraspol. Atrás, una iglesia ortodoxa (Foto: Reuters).

Uno de los atractivos de la capital transnistria es, precisamente, el Sheriff Tiraspol FC, club fundado por un ex agente de la KGB que participa en la liga moldava de fútbol. Su estadio siempre se llena y sus hinchas aprovechan de realizar cánticos y gritos nacionalistas cuando los visitan los equipos moldavos.

De todos modos, hay comentarios negativos: "Cuando volé a Moldavia, Chisinau (su capital) me pareció una ciudad bonita. Estada sorprendido y emocionado. Pero después llegué a Tiraspol y fue lo contrario. Parecía que estábamos en una guerra", dijo al diario The Sydney Herald Morning el futbolista australiano Antony Golec, quien jugó cuatro meses en el Sheriff.

Con todo, ahora serán varios los futbolistas de clase mundial, entre ellos Vidal y Sánchez, que tendrán la posibilidad de estar en este casi desconocido, aunque histórico, territorio.
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