SANTIAGO.- ¿Por qué en Chile son posibles actos vandálicos como estos? ¿Qué le está pasando a nuestra alma democrática tan respetuosa del derecho y tan sensible ante la vulneración de los derechos humanos fundamentales? Esas fueron parte de las palabras que expresó durante una homilía de desagravio en la Gratitud Nacional el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati.
A la misa, realizada la noche de este sábado, asistieron cerca de dos mil personas, quienes se sumaron al rechazo que generó el ataque de encapuchados de este jueves, en el marco de una marcha estudiantil.
En esa línea, la autoridad de la iglesia católica chilena sentenció que se debe trabajar en matar el odio "antes de que este mate el alma de Chile".
La ceremonia comenzó pasadas las 18:30 horas con la participación de la comunidad salesiana y fieles católicos. Entre ellos, la feligrés Guadalupe Labbé criticó la falta de mano dura en las marchas: "Yo no sé como las personas que estaban aquí no salieron a defender a Cristo, yo lo hubiese hecho aunque muriera".
Tras la eucaristía, el cardenal Ezzati se refirió a la polémica ley antiencapuchados, asegurando que no se necesitan más normativas, sino un Estado donde la persona crezca con los valores esenciales de respeto.
"La opinión mía es que la mejor ley es una educación de calidad que comienza en la familia, que crece en la escuela y que encuentra en la sociedad un estímulo para la formación de las personas", planteó el religioso.
Ezzati apuntó, además, a las actuales carencias de la sociedad: "Nos falta mucha amistad cívica, nos miramos unos a los otros como locos y no como hermanos o como personas que tienen un mismo ideal, una misma meta".
En cuanto a prohibir las marchas, Ezzati se mostró en contra, sin embargo apuntó a que la decisión radica en quienes gobiernan. "Yo no soy partidario de que se terminen las manifestaciones, pueden ser un bien, siempre que se realicen por medios buenos, y entre los malos está la violencia. La violencia solo engendra más violencia, nunca construye unidad o progreso", aseguró.
Desde la congregación Salesiana calificaron tristeza lo sucedido. El provincial de la congregación, Alberto Lorenzini, explicó que quienes provocaron los daños son jóvenes por los que ellos trabajan a diario.
"Dedicamos nuestra vida, atención y preocupación a ellos, nos duele que estos hechos presenten una imagen negativa de la actual juventud", dijo el eclesiástico.
Durante la homilía, la autoridad salesiana apuntó a que este hecho debe marcar un nuevo rumbo para el país: "El alma de Chile es un pueblo pacífico, que busca el bien, la justicia, la equidad y está en el ánimo de todos. Y la muestra de ello fue la presencia significativa de la gran cantidad de personas que vinieron".
Consultado sobre qué mensaje enviar a quienes cometieron la profanación del Cristo crucificado, Lorenzini citó al patrono de su congregación, Don Bosco: "En el joven más desgraciado hay siempre un punto de bien, y que hay que ir a buscarlos y queremos llegar a ese punto. Esos jóvenes no son malos, son jóvenes infelices. Quisiéramos decirles a esos jóvenes, que hay sentimiento de perdón, encuentro y diálogo, pero queremos que sean felices y que puedan construirla día a día".
Posterior, y mientras se cerraba el templo de la Gratitud Nacional, cerca de 50 personas se apostaron en las afueras realizando una velatón en el lugar profanado y también en la puerta principal del templo.
