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Squella y "adoctrinamiento": "Deberíamos empeñarnos en abrir la mente de los jóvenes antes que pretender escribir en ella"

Para el Premio Nacional de Humanidades, el rol de los profesores debería ser el de ayudar a los estudiantes a "pensar por sí mismos", una responsabilidad que extiende a las familias. En ese sentido, le preocupan también otros flancos, como el "adoctrinamiento religioso".

27 de Noviembre de 2019 | 14:42 | Por Consuelo Ferrer, Emol
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U. de Valparaíso
SANTIAGO.- "Es una forma de violencia, quizás menos visible que un overol blanco tirando una molotov, pero ver a un niño de jardín infantil repitiendo, como si fuera un juego, consignas políticas que una educadora le enseña, es violento".

Son las palabras que pronunció la ministra de Educación, Marcela Cubillos, al anunciar que la Superintendencia de Educación ha recibido, en las últimas dos semanas, "múltiples denuncias" por parte de padres y profesores sobre un eventual uso de la sala de clases para "adoctrinar políticamente" a los menores de edad.

Por eso, aseguró que como ministerio apoyarán un proyecto de ley impulsado por parlamentarios de Chile Vamos que busca incorporar como "infracción grave" el hecho de propagar tendencias político-partidistas en establecimientos educacionales.

El anuncio, como era previsible, generó gran polémica, y en medio del cruce de opiniones entre quienes respaldan y quienes rechazan, el Premio Nacional de Humanidades y académico de la U. de Valparaíso, Agustín Squella, considera que abrir el debate es un primer paso, pero que debe ampliarse, profundizarse, y darse en otro tono, de forma más reposada.

"Hace ya rato que todos nos estamos comportando de manera algo desmesurada cuando se trata de juzgar las conductas ajenas que nos parecen inconvenientes", dice en conversación con Emol. "Todas nos parecen de la máxima gravedad y que merecen también la mayor de las penas, perdiendo de vista que tanto en las faltas como en las penas existe siempre gradualidad", añade.

Lo grafica: cuando hacemos el bien, dice, todos nos movemos, "entre 1 y 10". "Lo mismo pasa cuando hacemos mal. No todos los actos virtuosos son igualmente meritorios, y no todos los actos inconvenientes son reprobables en la misma medida", asegura.

—¿Ve algo de eso en el anuncio del Gobierno? ¿Cómo recibe esta iniciativa de incorporar el "adoctrinamiento político" como una infracción grave?
—La ministra de Educación erró al calificar de "violencia" el adoctrinamiento de estudiantes por sus profesores. Hay que tener cuidado con las palabras. Hoy casi todo lo que nos parece reprobable lo calificamos con ese término, porque la palabra "violencia" suena siempre mal. Un poco más y vamos a considerar que es violencia la de un amigo que se ha olvidado de nuestro cumpleaños por segundo año consecutivo.

No hay "rebaño" que "pastorear"


"Explicar y difundir una doctrina cualquiera con la precisa finalidad de captar adeptos para ella". Así define Squella su concepción de "adoctrinamiento", que puede ser "filosófico, religioso, político, económico o de cualquier otro orden", y asegura que explicar o difundir una doctrina "no constituye, por sí mismo, algo reprobable".

"Salvo que lo haga un profesor ante sus estudiantes, porque aquel siempre está en una posición asimétrica con estos. El papel de los profesores no consiste en inyectar pensamientos a los estudiantes, sino en ayudarlos a pensar por sí mismos. Padres y maestros, e incluso abuelos, deberíamos empeñarnos en colaborar a abrir la mente de los jóvenes antes que pretender escribir en ella. No imponerles nuestras ideas, sino hacer lo que esté al alcance de nuestra mano para que los jóvenes lleguen a formarse sus propias ideas", dice.

En el punto de prensa donde se refirió al tema y también a través de redes sociales, la ministra Cubillos mostró un video donde se veía a niños pequeños, dentro de sus salas de clases, cantando frases como "el pueblo unido jamás será vencido", y también consignas como "renuncia Piñera" y "el que no salta es paco".

"Abramos el debate y no solo sobre el adoctrinamiento político en los establecimientos educacionales, sino también sobre el adoctrinamiento religioso, económico o de cualquier otra naturaleza, pero no procedamos en esto con iniciativas que se toman en el fragor del particular momento que el país está viviendo"

Agustín Squella
—¿Hasta dónde se puede presumir una influencia del sistema educativo y hasta dónde las consecuencias de estar insertos en un país en crisis social? Porque son cantos que también se escuchan en las calles o que salen en la televisión.
—Ese tipo de frases no dan ni para adoctrinamiento. Son simple propaganda política. Se trata de eslóganes, no de ideas, y resultan más objetables aún que el adoctrinamiento. Un profesor que hace repetir frases como esas está teniendo un comportamiento muy torpe, grosero incluso. Un comportamiento también abusivo. Si adoctrinar jóvenes ya es una falta, peor es transmitirles eslóganes y obligarles a repetirlos en voz alta como si se tratara de un rebaño que habría que pastorear a nuestras propias ideas, convicciones o prejuicios.

—¿Y es deber del sistema educativo canalizar el impacto de la exposición a una crisis social de esta magnitud, o es algo que corresponde a las familias?
—Todo lo que concierne a la formación de niños y jóvenes es tan asunto de sus familias como de los establecimientos educacionales del caso. Lo mejor, como siempre, es una interlocución constante entre ambos, de manera de acordar maneras de actuar y de que ninguno de los dos se lave las manos a este respecto. A veces los padres descansan demasiado en los colegios, escuelas y liceos, y a veces estos últimos dejan de hacer su trabajo con la idea de que todo corresponde a las familias.

—¿Cómo se pueden abordar las coyunturas y conflictos políticos y sociales en el sistema educativo para que ningún bando acuse adoctrinamiento? Hoy los 17 años de dictadura se estudian como contenido histórico, en veinte años se va a enseñar qué fue este estallido social. ¿Cómo se enfrenta ese desafío?
—Enseñando aquello en que todos coincidimos, o decimos coincidir. Teoría y práctica de la democracia, por ejemplo, historia y reglas de ella, así como razones para preferir esa forma de gobierno a otras; y también derechos fundamentales de la persona humana, su concepto, su historia, su declaración en las Constituciones Políticas de los Estados y en el derecho internacional. Con eso habría bastante si tales asuntos fueran tomados y enseñados con suficiente seriedad, hondura, y lealtad.

—Más allá de este proyecto en específico, ¿le parece se trate de un tópico que se debería evaluar, que entra en un debate que ya estaba relativamente abierto sobre lo que compete a los establecimientos educacionales y lo que no?
—Abramos el debate, por cierto, y no solo sobre el adoctrinamiento político en los establecimientos educacionales, sino también sobre el adoctrinamiento religioso, económico o de cualquier otra naturaleza, pero no procedamos en esto con iniciativas que se toman en el fragor del particular momento que el país está viviendo y en el que andamos todos muy encendidos. Por ahora, bastaría con hacer un llamado a los docentes y a los directores de los establecimientos confiando en su sensatez y atinada gestión del tema. Como dice Manuel Castells, está muy mal que todos estemos hoy más preocupados de confirmarnos que de informarnos.

Los otros "adoctrinamientos"


—Usted habla del "adoctrinamiento religioso", algo que fue mencionado como respuesta inmediata en redes sociales al anuncio de la ministra. ¿Enseñar religión es también adoctrinamiento?
—Claro que lo es, y los padres consideran que no es malo porque se trata de lo que han elegido para sus hijos, aunque a mí eso me parece un exceso de parte de ellos. Pero la mayoría de los progenitores ya se excedieron al momento de llevar apresuradamente a sus hijos a la iglesia, al templo, a la sinagoga o a la mezquita que ellos frecuentan, no más nacer sus hijos, para apuntarles a un credo determinado. El espíritu religioso y las religiones que lo encarnan son algo importante, y todo joven debería conocerlas, mas no ser apuntado a una de ellas en particular antes siquiera de aprender a hablar.

—¿Entonces se debería abordar, pero de otra forma?
—Historia de las religiones, no catecismo a favor de una de ellas en particular. Esa es la asignatura que debería existir en la enseñanza media. Mostrar de esa manera el camino que abren las religiones y no empujar a los niños hacia una determinada de ellas. En suma, ¿tiene algún límite el derecho de los padres para educar a sus hijos? Nadie pone en duda ese derecho, pero ¿cuál es su límite?

"Todo, o casi todo, hasta el amor, admite una mirada desde la política y las doctrinas que animan a esta, pero hay también otras miradas posibles y necesarias. Mao Tse Tung solía decir que "el amor es una cuestión de clase". Concedido. En parte es así. Pero el amor es un sentimiento bastante más complejo que eso"

Agustín Squella
—Es el mismo debate que se ha dado en educación sexual, donde algunos creen que es responsabilidad familiar enseñarla y otros que es deber del Estado, porque no se puede presumir de todas las familias lo hagan de manera satisfactoria. ¿Qué diferenciaría estos escenarios? ¿Cuáles temas sí deberían ser abordados en las salas de clases y cuáles no, y por qué?
—La educación es otra vez tarea de ambos, pero lo malo es que hay padres que hablan poco con sus hijos, o que consideran que hablar con ellos de sexualidad es alentarlos a una actividad sexual prematura, y descansan en esto en los establecimientos educacionales, donde la educación sexual a veces no pasa de la biología de los órganos reproductores.

—También se ha planteado que obligar a los niños a cantar el himno nacional o a rendirle "culto" a los "símbolos patrios" podría considerarse adoctrinamiento. ¿Sería el caso si un colegio hiciera eso en alguna localidad de La Araucanía, por ejemplo? ¿Hay quizás un debate pendiente también con respecto a qué es lo que consideramos "nacional", para justificar su enseñanza?
—Mire, yo soy muy poco nacionalista. Es más: el nacionalismo exacerbado me da vergüenza ajena. No consideraría adoctrinamiento escolar cantar el himno nacional todos los lunes por la mañana, pero llamaría la atención de los niños y jóvenes sobre la pésima idea que encierra la frase escrita en nuestro escudo nacional y sobre la incógnita de la doble figura animal que hay en él: un cóndor y un huemul.

—Es lo mismo que decía al principio: incentivar la reflexión...
—Gabriela Mistral decía que la historia de nuestro país se parece más a un cóndor carroñero que a un pacífico y sensible huemul. "Menos cóndor y más huemul", pedía ella, y añadía todavía esto: "Nadie desea con más fuerza que yo un país sólido y sensato, un país de política inteligente, y sobre todo coherente, que amar y obedecer".

—Entre todos los argumentos del debate, hay quienes aseguran que prohibir el adoctrinamiento es adoctrinamiento en sí mismo, ¿qué opina?
—¡Válgame Dios! Esa es la típica excusa de los adoctrinadores profesionales, una clase de personas que suelen comportarse de manera bastante fanática. Todo es doctrina para ellos, todo es adoctrinamiento, todo es política. Sí, todo, o casi todo, hasta el amor, admite una mirada desde la política y las doctrinas que animan a esta, pero hay también otras miradas posibles y necesarias. Mao Tse Tung solía decir que "el amor es una cuestión de clase". Concedido. En parte es así. Pero el amor es un sentimiento bastante más complejo que eso.
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