"Mientras la autoridad y sectores de mayor edad y más altos ingresos interpretan la vigilancia policial y militar como un asunto de cuidado de la salud de la población, parte importante de las generaciones jóvenes y sectores populares hace una interpretación distinta, que se funda en una relación anterior a esta crisis ya que la historia, antigua y reciente, esos grupos han estado sometidos más a la represión que a la protección. Para muchos de ellos, pensar que les protegerán es una idea muy extraña".
Es lo que explica la académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile, Irma Palma, investigadora principal del estudio longitudinal e interdisciplinario "Vida en Pandemia", que aborda el impacto del covid-19 en la sociedad. En su tercer informe, la iniciativa indagó en las condiciones personales de los individuos en el contexto de confinamiento, su adhesión a las restricciones de libertades y su parecer sobre la motivación de la autoridad, entre otros aspectos.
Una de las principales conclusiones fue, precisamente, un contraste generacional y socioeconómico en el apoyo a la vigilancia policial y militar como dispositivo de control frente a la pandemia. En general, un 70% de la población expresa una opinión favorable a él, pero la diferencia se muestra por tramos etarios: mientras un 84% de los mayores de 60% la apoya y solo un 7% está en contra, en el grupo de personas entre 18 y 29 años de edad el respaldo disminuye a un 49% y el rechazo aumenta a un 24%.
Las diferencias socioeconómicas también son notorias: el apoyo entre los sectores de mayores ingresos alcanza un 82% y dentro de los de menores recursos baja a un 46%. "Ello no obsta que jóvenes y pobres tengan niveles similares en el cumplimiento de la medida de confinamiento", acota Palma. También se mantiene la diferencia de respaldo con respecto al toque de queda: entre menores de 30 años, solamente un 59% lo apoya, mientras que entre mayores de 60 el respaldo está en un 87%.
Salud y economía
El estudio también aborda la coyuntura entre trabajo y confinamiento. En total, un 37% declara que optaría por la lo primero —saliendo a trabajar a costa de exponerse al contagio— y un 43% por la salud —cuidándose en casa a expensas de la economía familiar—, mientras un 20% señala que no sabe cómo respondería. La diferencia socioeconómica muestra que la opción de quedarse en casa es un 8% más alta entre los segmentos más acomodados.
La disyuntiva también fue consultada respecto al actuar de las autoridades y se encontró que un 8% de los encuestados estima que el Gobierno ha priorizado la salud en sus medidas frente a la pandemia, mientras que un 60% cree que se ha orientado a la economía y un 32% habla de una intención de producir equilibrio entre ambas variables. Las respuestas a esta interrogante demuestran, además, una relación con la desconfianza hacia el Gobierno en el manejo de la pandemia, que alcanza un 66%.
Nociones sobre riesgo personal e impresiones sobre el cumplimiento de las medidas de restricción y las normas sanitarias también fueron abordadas en el estudio, cuyos resultados serán presentados y analizados en un conversatorio online este viernes al mediodía. El evento, que contará con la participación de investigadores de la U. de Chile y el Centro de Estudios Públicos, además de académicos de otros establecimientos, será transmitido por el Facebook de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones del plantel.
