La Asamblea Mundial de la Salud aprobó en mayo de 1974 la creación del Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI), una iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS). En Chile se tradujo en un Programa Nacional de Inmunizaciones que se estableció en 1978, aunque los programas de vacunación datan de mucho antes: la vacuna contra la viruela, por ejemplo, se empezó a aplicar masivamente desde 1920. En 1950, la enfermedad se erradicó.
Es parte de la larga historia de las vacunas en los programas de salud chilenos, que incluyó inoculaciones contra la tuberculosis, la difteria, el coqueluche, el tétanos, la poliomielitis y el sarampión. En 2010, un decreto exento dispuso la vacunación obligatoria contra enfermedades inmuno-prevenibles a la población del país, que posteriormente se ha ido modificando con la incorporación de nuevas vacunas y grupos objetivos.
La vacunación masiva contra el covid-19 que comenzará este miércoles, en cambio, no tiene carácter obligatorio. Los grupos que la recibirán en las primeras dos semanas de distribución ya están definidos —personal de salud, adultos mayores y residentes de centros cerrados— podrán acercarse voluntariamente a recibir la inyección, que considera dos dosis, de forma gratuita. Pese a que este anuncio ha concentrado atención, no se trata del todo de una novedad: se escribirá como un nuevo capítulo en la tradición de vacunación chilena, que inocula a millones de personas anualmente con un protocolo estricto.
Solamente el año pasado se vacunaron contra la influenza más de 8 millones de personas entre marzo y abril. La población objetivo definida para la campaña era de 7.611.159 personas: más de 2 millones de niños de 6 meses a 10 años, más de 2 millones de adultos mayores de 65, 1 millón y medio de enfermos crónicos, 572 mil personas con otras prioridades, 204 mil embarazadas, 277 mil funcionarios de la salud pública, 87 mil de la salud privada y 37 mil criadores de cerdos y avícolas.
Y es que para cada campaña se define un público objetivo y un esquema de administración. En el caso de la influenza, se definió que fuera a través de dos dosis con un intervalo mínimo de 4 semanas durante el mismo año. La vacuna, llamada Influvac y elaborada por Laboratorio Abbott, llegó en jeringas prellenadas de 0,5 mL.
El método chileno
Al momento de la vacunación, el personal de salud debe cumplir con ciertos protocolos, partiendo por confirmar la identidad de la persona a vacunar y asegurarse de que no haya sido vacunada previamente. También tiene la obligación de leer el folleto de la inyección y verificar que no existen contraindicaciones para administrar la vacuna.
También se exige confirmar la fecha de vencimiento, el aspecto físico de la vacuna y la conservación de la cadena de frío. Es deber del funcionario informar de los posibles efectos adversos a presentarse y, en caso de ser el vacunado un menor de edad, los datos deben ser comunicados a sus padres o tutores.
Confirmar la identidad del paciente, observar su reacción por 30 minutos y mantener contacto para la vigilancia posterior son parte de los requisitos del personal de salud en el proceso de vacunación
Una vez administrada la vacuna, existe obligación de observar al paciente por al menos 30 minutos después de la vacunación. En caso de que se presenten eventos adversos o errores programáticos, deben ser informados por el trabajador que la administra. Luego tiene el deber de eliminar correctamente todos los elementos utilizados en la vacunación.
Al personal se le entrega, además, información específica sobre la técnica de administración. Por ejemplo, en el caso de la influenza se hace a través de una punción intramuscular en un ángulo de 90 grados, con una aguja calibre número 23 G o 25 G x 1. Para los lactantes de 12 meses, la indicación es aplicarla en el tercer medio de la cara anterolateral del muslo. Después del año, la punción es en el músculo deltoides del brazo.
Luego de administrar cualquier vacuna, existe un sistema de farmacovigilancia que detecta, evalúa, entiende y comunica los Eventos Supuestamente Atribuibles a la Vacunación e Inmunización (Esavi) a cargo del Instituto de Salud Pública (ISP).
A nivel local, implica la identificación, notificación, recolección de información y comunicación con la familia de la persona afectada. A nivel central, se recibe la notificación, se analiza el caso, se entregan recomendaciones, se solicita información y un equipo Esavi se encarga de hacer el análisis. Luego, en un nivel intermedio, se sigue el caso y se genera un flujo de información entre las autoridades sanitarias, el ente regulador y los encargados del plan de inmunización.