Cuando tenía 18 años, Víctor Manuel Mella dejó su natal Lontué, en la Región del Maule, y comenzó una serie de traslados que lo llevaron a El Quisco. En esas playas empezó a comerciar productos a los 22 años, y esa ha sido su profesión desde entonces. Hoy, con 93 años y la primera dosis de la vacuna contra el covid-19, Mella contó su historia como el vendedor ambulante más longevo de El Quisco.
"Toda la vida he trabajado en la playa, además me siento muy bien y mi organismo está bueno", dijo a El Líder de San Antonio. A pesar de su optimismo, Mella sufre una artrosis en la rodilla izquierda que lo obliga a caminar con un bastón, que usa también mientras trabaja en la playa.
Aunque hoy es el socio más antiguo del Sindicato de Vendedores Ambulantes de El Quisco, Mella explicó que en sus inicios el trabajo era difícil. "Andábamos de manera ilegal, sin permisos ni nada. Teníamos que andar escondiéndonos", relató. Después de la formación de la asociación gremial, aseguró, "cambió todo". "Todos queríamos trabajar tranquilos y para eso debíamos organizarnos. Nos sirvió para que nos reconocieran".
Mella ha seguido vendiendo en el borde costero durante la pandemia. "Fui uno de los primeros que llegó a vacunarse por el covid-19", afirmó. "Necesito estar protegido por mi trabajo como vendedor en la playa y la vacuna es la solución para no enfermarme", dijo. Aseguró además que respeta "todas las normas" y hace un uso estricto de la mascarilla.
El vendedor se traslada en bicicleta, una disciplina por la que competía en los círculos costeros en su juventud. "Siempre iba para todos lados en bici y lo sigo haciendo, porque no tengo problemas y me gusta mucho", dijo. "Por eso creo que me siento tan bien a mi edad. Siempre tuve una vida sana y eso me ayudó", acotó.
