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Columna de Astronomía | Estaciones del año, viejos pascueros y el método científico

El "método científico", más que una receta, es la actitud de inferir las consecuencias de una idea y verificar si éstas se dan en la práctica. Si no es el caso, la idea debe ser desechada.

12 de Octubre de 2016 | 09:10 | Por Andreas Reisenegger
Por Andreas ReiseneggerAcadémico del Instituto de Astrofísica de la U. Católica de Chile

Doctor del Instituto Tecnológico de California (Caltech). Fue investigador postdoctoral del Instituto de Estudio Avanzado en Princeton (ambos en EE.UU.). Actualmente es profesor titular del Instituto de Astrofísica de la Pontificia Universidad Católica de Chile e investigador del Centro de Astrofísica y Tecnologías Afines (CATA). Es astrofísico teórico, concentrando su interés en estrellas de neutrones y magnéticas, cúmulos y supercúmulos de galaxias, y cosmología.

Muchas veces se presenta el "método científico" como una especie de receta a seguir para obtener resultados absolutamente ciertos e incontrovertibles. Sin embargo, la realidad está muy alejada de eso: La ciencia tiene mucho de ensayo y error, y ningún modelo está a salvo de ser cuestionado por experimentos u observaciones posteriores. De hecho, una de las características más importantes de una teoría científica es su "falsificabilidad", es decir, que predice resultados de posibles experimentos, los cuales, de no verificarse, ponen en duda y eventualmente obligan a abandonar la teoría. En este sentido, una componente fundamental del "método científico" es preguntarse cuáles son las consecuencias de una cierta idea o explicación y si estas consecuencias se pueden verificar.

Un ejemplo muy sencillo de esto es el que aún hay personas que afirman que las estaciones del año se deben a que la órbita de la Tierra es elíptica. A veces está más cerca del Sol, recibiendo más calor de éste, y a veces más lejos, permaneciendo más fría. La mayoría de los lectores de este artículo "saben" que esto no es el caso, pero lo importante no es "saberlo" en base a la información entregada por un "experto", sino analizar las implicancias de lo afirmado.

Una consecuencia de la "teoría" anterior es que las estaciones deberían darse simultáneamente en toda la Tierra. Es decir, cuando es verano en Chile, debería ser verano en Estados Unidos, en Noruega, en el Caribe y en la quebrada del ají, porque en ese instante la Tierra (entera) estaría particularmente cerca del Sol. Para darse cuenta de que no es así, basta ir a un mall en los días previos a Navidad. Mientras afuera hay 30 grados Celsius, adentro vemos viejos pascueros con abrigos gruesos, nieve de utilería y otros elementos alusivos al invierno. Esto no se debe al exagerado aire acondicionado del mall, sino a una tradición importada del Hemisferio Norte, donde a fines de diciembre se produce el solsticio de invierno (el día más corto del año), mientras en Chile vivimos el de verano (el día más largo).
Andreas Reisenegger:
El "método científico" consiste en buscar explicaciones a lo que observamos, pero de cuestionar estas explicaciones, en términos de plantearnos qué otras implicancias tienen y si éstas se verifican

Esta sencilla observación, que no requiere de mediciones, ni cálculos, ni "expertos", debería hacernos dudar inmediatamente de la explicación entregada y buscar una alternativa. Por supuesto, la explicación correcta es que el eje de la Tierra está inclinado con respecto a su órbita, de manera que en diciembre el Sol ilumina preferentemente al Hemisferio Sur, mientras que en junio ilumina preferentemente al Hemisferio Norte. Esto hace que los dos hemisferios experimenten en cada instante estaciones opuestas entre sí, mientras los trópicos reciben todo el año más o menos la misma irradiación solar, y así no tienen estaciones claramente marcadas.

Esto no significa que la órbita de la Tierra sea perfectamente circular. No lo es, pero anda muy cerca. La distancia máxima entre el Sol y la Tierra es sólo un 3% mayor que la distancia mínima, y el razonamiento anterior, claramente, nos muestra que las estaciones no pueden deberse a eso.

La moraleja de esto no es que aprendamos y recordemos de memoria la explicación para las estaciones del año, sino que nos demos cuenta de que el "método científico" consiste en buscar explicaciones a lo que observamos, pero de cuestionar estas explicaciones, en términos de plantearnos qué otras implicancias tienen y si éstas se verifican. Sin duda, algo que conviene llevar a la práctica en todos los ámbitos de la vida.

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