Las araucarias se siguen muriendo y cada vez en mayor cantidad. Uno de cada 10 ejemplares adultos sucumbe debido a un daño irreversible que comienza en las ramas y luego se extiende por todo el individuo. El aumento de la temperatura y la disminución de las lluvias y nieve caída han generado un
estrés hídrico que ha sido aprovechado por un hongo, el que en un ambiente normal se mantiene controlado, pero en uno adverso -como el actual- se le presentan todas las condiciones para desarrollarse. Según especialistas, el daño todavía no es total y aunque en sectores de la Región del Biobío bajo los 1.500 metros la situación es complicada, en la zona alta de La Araucanía, sobre los 2 mil metros, la especie podría tener un mejor desarrollo.
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