EMOLTV

El ocaso del deseo

Aunque para el encuentro íntimo aún son los hombres quienes toman la iniciativa, aumenta el número de los que lo rehúyen. El fenómeno afecta a las parejas jóvenes, cuando la sexualidad alcanza su máxima intensidad. "El león ruge menos", detectan los expertos. Y culpan al estrés, al cambio de roles en la mujer, a los ansiolíticos, antidepresivos o alcohol. Esto, sin descartar los conflictos subyacentes que cada uno trae en su biografía. Las parejas mejor avenidas son las que tienen mayor intimidad sexual.

26 de Octubre de 2005 | 17:47 |
imagen
Cuando dispone de esas mezquinas horas para regalonear con ella, él sale a trotar. O invita a los amigos. O, simplemente, se da media vuelta en la cama y se duerme. Como si las relaciones íntimas le interesaran cada vez menos. Como si el deseo se le estuviera apagando.

Es un fenómeno nuevo y en creciente aumento en Chile. Y aunque no hay estudios que lo comprueben, de acuerdo con la experiencia de los terapeutas de pareja, el hombre está cada vez más desmotivado en lo sexual. Se trata principalmente de jóvenes, de unos 25 a 37 años, casados o emparejados, con o sin hijos y un buen nivel socioeconómico.

"Una realidad preocupante, porque es en esta etapa cuando, por lo general, las parejas mantienen la mayor actividad", advierte la sicóloga Mariely Said.

- ¿Por qué preocupante? "Porque la satisfacción sexual, que es algo biológico, es la instancia que más permite acercarse a la otra persona, unirse a ella, expresarle su amor, conocerla íntimamente. Incluso la Biblia habla de cuando Adán conoció a Eva".

También las parejas que tienen mayor intimidad sexual y trabajan por mantenerla son las mejor avenidas.

Ximena Azócar, sicóloga del Instituto Chileno de Terapia Familiar, está de acuerdo. "Cuando uno ve parejas poco cariñosas, conflictivas, por lo general descubre que sus encuentros son esporádicos, rápidos e insatisfactorios".
"Las que muestran mayor satisfación, en cambio, tienen mejor salud síquica y física, con menos depresiones u otras enfermedades", advierte Luis Tapia, siquiatra del mismo instituto.

La sicóloga Rosario Domínguez sostiene que el encuentro íntimo es casi irreemplazable como vía de comunicación. "Además, después de la intensidad con que se vive, del placer que produce, desencadena una gran relajación y un enorme bienestar".

Pero, ¿cuán frecuentes deben ser los encuentros? Un estudio de 1998 del Ministerio de Salud revela que los chilenos tendrían entre dos y tres relaciones sexuales por semana. Pero eso no quiere decir que todas las parejas jóvenes deban mantener ese ritmo para estar dentro de la normalidad.

"Cada una tiene sus propios tiempos y espacios", señala el doctor Tapia. Según Rosario Domínguez, la frecuencia adecuada es la que deja contentos a ambos esposos, después de un período de ajuste entre sus necesidades y satisfacciones. "Ahora, si se trata de un matrimonio joven, tener una sola relación al mes podría ser poco. Pero es muy relativo, porque depende de las circunstancias".

Para Mariely Said es simple: cuando uno de los miembros de la pareja detecta que la frecuencia habitual de sus encuentros ha disminuido porque el otro los evita, eso significa que algo está funcionando mal y deben conversarlo.

Aunque las mujeres aún son las más proclives a negarse a la relación con disculpas como me duele la cabeza o ahora no porque estoy cansada, es en el sector masculino donde más aumento se registra en cuanto a la falta de deseo. "Es un incremento notorio, algo que no se veía unos diez años atrás", constata la misma sicóloga.

Pero aunque sean ellos los desmotivados, quienes más llegan a la consulta son las mujeres. O ambos, pero por motivos que, en apariencias, nada tienen que ver con su intimidad sexual, como angustia, insomnio o depresión.

Ignacio y Marisol, dos profesionales exitosos, buscaron ayuda porque empezaron a tener problemas en los estilos de crianza de su hija de dos años. "Después de varias sesiones, el sicólogo nos preguntó cómo era nuestra vida íntima y recién ahí nos dimos cuenta de lo alejados que estábamos", recuerda ella.

Ignacio reconoce: "Para tener relaciones el que siempre tomaba la iniciativa era yo y ella se mostraba como en otra, como si no le interesara. Hasta que dejé de acercarme porque me sentía frustrado, incluso las ganas se me quitaron y nuestra vida sexual se enfrió por completo".

Durante el tratamiento ambos constataron que ni siquiera se despedían en la mañana ni se saludaban en la noche. Hacerlo todos los días, y con un beso, fue la primera lección que tuvieron que aprender. "Increíble, pero nuestra vida empezó a cambiar a partir de entonces. Y poco a poco, fuimos mejorando como pareja y familia", dicen.

Entre las causas de este apagamiento del deseo, especialmente en quienes tradicionalmente llevaron la batuta - los hombres- figura el estrés. Dice Mariely Said: "El sistema de la vida moderna afecta especialmente a los jóvenes que viven la etapa de los logros profesionales. Y eso demanda muchas horas de trabajo con las tensiones correspondientes, lo que va en contra de una sexualidad satisfactoria".

Ximena Azócar destaca que son tantas las exigencias, incluyendo la crianza de los hijos, que muchas parejas terminan considerando los encuentros amorosos como una obligación más que hay que cumplir, bien y rápidamente. "Esto, como es obvio, crea problemas, sobre todo al marido por la ansiedad que le genera".

Según el doctor Tapia, la tendencia del hombre contemporáneo es a integrar su sexualidad con los sentimientos y no que el deseo se le despierte a todo evento. Pero eso requiere de tiempo y tranquilidad, condiciones que la época actual no permite, y ante esta imposibilidad la intimidad con su pareja se deteriora.

Es la gran paradoja de la sociedad moderna, señala. Por un lado se pide a hombres y mujeres que tengan un excelente desempeño en la intimidad y, por otro, se los abruma con trabajos extenuantes. "Porque ahora el imperativo social es que la gente gane mucha plata y alcance un alto estatus socioeconómico. Presión que es mayor para los hombres".

Eso explica que muchos maridos jóvenes ya no sólo estén estresados, sino francamente deprimidos y terminen recurriendo a ansiolíticos y antidepresivos para calmarse, coinciden los expertos. El problema es que algunos de estos fármacos pueden disminuirles aún más su libido.

También el exceso de trago o el consumo de drogas ponen su cuota en esto.
Pero no fueron éstas las causas que determinaron el bajo rendimiento sexual de Claudio en su relación con Marta, después de cinco años de matrimonio. Más bien, todo coincidió con el ascenso que tuvo ella en el trabajo.

Cuenta él: "Inexplicablemente, empecé a sentir que no podía satisfacerla en la cama, que mi performance era mala, aunque ella tratara de tranquilizarme diciéndome que no era así. Al final me distancié y Marta se molestó; pensó que había otra mujer. Para salvar el matrimonio me propuso ir a una terapia de pareja y no me quedó otra que aceptar, pero muerto de miedo".

Allí descubrieron que el éxito laboral de la esposa le había provocado tanta inseguridad al marido que eso le hacía rehuir de la sexualidad por la alta carga de ansiedad que le provocaba.

"Cuando el tema salió a flote, mis temores se acabaron y pudimos funcionar bien nuevamente", confiesa Claudio.

Esta es una situación bastante común entre los matrimonios actuales y obedece al cambio de roles que ha experimentado la mujer en la sociedad. "El hombre debe enfrentarse ahora a una pareja que es activa, competitiva, enérgica, que le exige que sea cariñoso como un gatito y que ruja como león al mismo tiempo. Y eso es difícil porque en general ellos no están acostumbrados a comportarse así. Por formación, aún les quedan resabios del machismo", detecta Mariely Said.

Ximena Azócar agrega: La relación hombre mujer es ahora más simétrica y a él le asusta un poco esta mujer tan asumida, crítica y agresiva, que ahora busca pasarlo bien, no como antes que sólo se conformaba con darle placer a él".

Hay veces en que una educación demasiado restrictiva y llena de mensajes grabados a fuego, puede bloquear a una pareja. También, explica Ximena Azócar, puede haber emociones negativas o rabias que están reprimidas en la relación conyugal y la única forma de expresarlas es "castigando" al otro, negándose a tener relaciones sexuales con él.

"Esta conducta, históricamente vista en el sector femenino hoy también la están esgrimiendo los hombres, quienes consciente o inconscientemente saben que este rechazo para la mujer significa un golpe a su autoestima, un gran sufrimiento porque se cuestiona todo".

Mariely Said ha conocido casos de mala relación conyugal porque el marido anida temores muy profundos que se manifiestan al verse enfrentado a la relación sexual. Siente que se le gatillan deseos homosexuales que percibe como una amenaza.

"Generalmente en terapia aparece que estos hombres tienen una identidad difusa, muchas veces no sólo en su sexualidad sino en otros planos de su personalidad. Al poner el tema en el tapete y trabajarlo con su mujer muchas veces solucionan el problema", advierte la sicóloga.

Rosario Domínguez, que además de tratar a adultos y parejas en su consulta también forma parte del equipo de la Unidad de Medicina Reproductiva de la Clínica Las Condes, sostiene que los tratamientos contra la infertilidad muchas veces producen en el marido una disminución de su libido. "Porque ahora debe encauzar toda su sexualidad hacia los períodos fértiles de su mujer, lo que disminuye la espontaneidad en las relaciones". Pero que un matrimonio no logre la concepción porque él tiene dificultades sexuales, son casos mínimos, advierte.

Que una pareja tenga pocos encuentros íntimos, ella no lo encuentra aconsejable aunque los dos estén conformes. "Porque significa que se van distanciando y aumenta el riesgo latente de infidelidad".

Ximena Azócar dice: "Como éste es un baile de a dos, ante la falta de deseo, aunque sea sólo el hombre quien lo sienta, es fundamental poner las cartas sobre la mesa para saber cuáles son las causas".

Si no lo pueden resolver solos es recomendable que acudan a una terapia de pareja para que el terapeuta les ayude a encontrar los motivos de sus problemas y la solución.

"Existe una creencia muy difundida que la sexualidad se da sola en la vida de pareja y no es así, hay que trabajarla. Porque el enamoramiento y el despertar de la libido, con todas las hormonas revoloteando, sólo se da en forma espontánea durante el pololeo o primeros tiempos del matrimonio".

Después, advierte, hay que formar el clima de cercanía, preguntarle al otro qué le gusta, cómo y en qué ocasiones.

Rosario Domínguez está de acuerdo: "Creo que a lo largo del matrimonio la pareja tiene que conservar, a pesar de las múltiples exigencias que le demanda el diario vivir, un espacio para ella, al margen de la familia, los hijos, la casa y la rutina. Lo ideal es que ambos logren mantener un poco la atmósfera y estructuras del pololeo, con juegos, viajes, salidas solos al cine, un deporte compartido o, al menos, una taza de café que los haga sentirse cómplices".

El problema, dice, es que muchas veces transcurren las semanas o hasta los meses y la pareja no ha tenido ningún contacto. "Ahí es necesario que dialoguen, que analicen si alguno de los dos estará sufriendo alguna disfunción sexual. Y si es así no dudar nunca en consultar, sin esperar que pase y pase el tiempo".

Mariely Said dice que actualmente, con tantos conocimientos que existen sobre sexualidad y tantas técnicas terapéuticas, en este siglo nadie debería conformarse con tener una vida sexual insatisfactoria.
EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?