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"Creo que lo he pasado mejor en el teatro que en la tele"

12 de Septiembre de 2005 | 15:21 |
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Después de la sesión de fotos, comenta que no le gusta para nada que lo fotografíen, siente como que invadieran su intimidad o "estar jugando al mino rico, cosa que no soy pa'na'". Al contrario, asegura que está vestido así porque venía del matinal del 13, pero que habitualmente "soy súper hippiento".

Es bastante guapo, pero además es divertido, acompaña muchas de sus respuestas de anécdotas largas, en las que a veces se pierde y se ríe con muchas ganas.

Vecchiola cuenta que su vuelta a Chile fue un poco obligada por temas personales, pero que no se arrepiente, porque apenas llegó y, a pesar del temor que tenía de no poder reinsertarse en su medio, le fue fácil y no ha parado de actuar desde que llegó.

-¿No querías regresar?
"Estaba como ahí, tenía ganas de venirme por lo sentimental, que era mi familia. Mis amigos ya estaban todos haciendo su vida y uno empieza a sentirse como muy aparte del universo propio; la gente está más grande, le ha pasado cosas y uno empieza a perderse las etapas bonitas de ellos. Mi papá justo tuvo un accidente cuando vine y me quedé.
"También quería cachar en qué estaba la pega".

Llegó justo en los inicios de "Machos", cuando canal 13 empezaba a repuntar. Estaba un poco en el aire, cuando un equipo del Mega, con el que había trabajado antes, lo llamó para formar parte de ese canal. "Dije ¡filo! Tomo esto, trabajo una vez a la semana, me pagan bien y me dedico a ver a mi gente, que es lo que quiero hacer", explica.
Después lo llamó Pato Torres para hacer "Teatro en Chilevisión" y, luego, de nuevo el Mega para hacer "Porfiados".

En este nuevo cambio vio la posibilidad de reposicionarse en sectores más jóvenes, e incluso infantiles, que no lo conocían, y eso lo motivó a aceptar. "Fue un proyecto raro de tomar, pero la gente era muy buena onda y todo funcionó".

Finalmente, llegó la llamada desde el 13 y el papel de "Brujas": Benjamín, el ingenuo joven que sueña con el amor eterno, pero que no rompe lazos con su polola de toda la vida, aún cuando sabe que está embarazada de otro y que lo utiliza, junto a su madre, porque está en la quiebra.


Se ríe mucho y evade un poco la respuesta: "Sii, pero nooo. Era un papel súper difícil, en cuanto que era un niño bueno, medio perno, pero de muy buenos sentimientos. Sentí que era una historia como enfocada para los niños, esta cosa de la princesa con su príncipe; tocaba teclas muy lúdicas. Si lo cuestionabas como adulto, era un poquito pelotudo”.

Explica que era una especie de Cenicienta –Noelia, la profesional del servicio-, las dos princesas malas y la suegra siniestra: "Lo tomé muy de cuento".

-¿Y la gente, lo percibió así?
"La historia partía de una base que no era tan romántica y se fue transformando con el tiempo. Sí era muy de cuento, yo me di cuenta por los niños chicos de la casa, a ellos les funcionaba perfecto. La teleserie entera era un juego, una comedia".

-Se percibía un buen fiato del equipo.
"Es que se pasó muy bien, era un buen grupo, mucho compañerismo, muy buena onda, cada uno gozaba mucho con las historias de los demás".

Está hablando de los actores de la teleserie, cuando llega Ingrid Cruz, con quien había quedado de almorzar después de la entrevista. Se nota en ellos una amistad de años y desde ese momento, ella, como buena mujer, aporta en las respuestas y lo hace reflexionar cuando algo se le olvida.

Aparte de las teleseries, su vuelta a Chile le dio la posibilidad de incursionar en el teatro, un campo, hasta entonces, desconocido para él. Primero fue "Se busca impotente", una obra dirigida por Javiera Contador y, después, "Él cuando quiere, ellas cuando pueden", ambas en la compañía de Rosita Nicolet.

-¿Cómo te acercaste al teatro?
"Me llamó la Rosita y me ofreció el papel en "Se busca impotente", que era una obra muy complicada, porque cada uno hacía como seis personajes. La empezamos a ensayar y funcionó muy bien, así que seguí".

-¿Qué tal la experiencia de representar un travesti?
"Fue divertido. Pensé que iba a ser mucho más fácil de lo que fue, porque ya cuando te ponís la falda uno se da cuenta que es muy difícil hacer una mina y que se vea creíble. Ya al vestirse como mina, se resalta más lo masculino que uno es, lo tosco… al principio parecía un camión vestido de mina, pero lo pasé muy bien".

-¿Pensaste alguna vez que "Él cuando quiere, ellas cuando pueden" iba a tener tanto éxito?
"No. Pero viendo que lo que la lleva ahora es que la gente quiere pasarlo bien; quiere ver algo liviano, pero, al mismo tiempo, inteligentemente divertido, era obvio que le iba a ir bien. Además en esta obra la Tichi (Lobos) está muy graciosa.
"Está muy bien estructurada, también; cada tantos minutos pasa una cosa y pasa otra cosa y pasa otra cosa y el conflicto se va pa' allá, se viene pa' acá y estás todo el rato muy entretenido".

-¿¡Él cuando quiere!?
"Tiene que ver con la maternidad, básicamente, ellas tiene un plazo para ser mamás y el hombre no, no tiene ningún apuro".

-¿Hay mucha diferencia entre la televisión y el teatro?
"Es muy distinto el proceso. La tele es mucho más inmediata, uno ocupa recursos mucho más rápidos. El teatro es un juego, cada función es única, nunca pensé que me iba a entretener tanto en el teatro; es más, creo que lo he pasado mejor en el teatro que en la tele".


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