En ACAFI nos hemos centrado durante 2007 en plantear aquellos temas "duros" y relevantes para la industria, resumidos principalmente en las cargas impositivas aplicadas a inversionistas extranjeros; la imposibilidad de que éstos últimos inviertan en un fondo común con inversionistas chilenos; y el cobro de IVA a las comisiones por administración. Hemos reiterado la importancia de abordar estos temas, ya que son factores que disminuyen nuestra competitividad ante jugadores internacionales, y por ende, el potencial crecimiento de la industria local.
Sin embargo, hay un tema "blando" y fundamental que debemos abordar para el crecimiento de la industria y el desarrollo del país: pese a que Chile ha logrado un gran desempeño en términos de desarrollo económico, su nivel de actividad emprendedora ha ido decreciendo en el tiempo. De hecho, según el estudio Global Entrepreneurship Monitor, entre 2003 y 2006, el porcentaje de la población adulta involucrada en actividades emprendedoras cayó desde un 10,5% a un 6,6%. No hay que olvidar la importancia del emprendedor en Chile: un 80% del empleo nacional está dado por empresas con ventas menores a US$ 4 millones anuales.
Hay varias razones que explican la escasez de emprendedores, entre éstas, la falta de recursos para emprender en Investigación & Desarrollo; existe poca cultura en las universidades para preparar a los alumnos para el camino del emprendimiento, y nuestras normas sociales y culturales son adversas a quienes optan por emprender.
Tampoco existe ni en las aulas ni en las empresas una tradición de innovación, ya que la investigación académica se orienta hacia las ciencias básicas y el sector productivo importa y adapta tecnologías externas. La comunidad de científicos activos en Chile es insuficiente para generar un real impacto en la innovación de los procesos productivos. En la última década, las universidades chilenas han solicitado cerca de 150 patentes, de las cuales sólo han sido concedidas siete.
Sin embargo, no todas son malas noticias. Hemos avanzado en varias áreas, como la creación del Consejo de Innovación, los proyectos Fondef de Conicyt, los proyectos Innova de Corfo y los Consorcios tecnológicos público-privado, que sin duda son un aporte. Por otra parte, la reciente aprobación del MK II creó líneas de capital de riesgo con aportes de Corfo. Además, pese al escenario anteriormente descrito, es bueno saber que aún el 67% de los chilenos piensa que emprender es una buena elección de vida.
En conclusión, nos enfrentamos al clásico dilema ¿se hace o se nace emprendedor? Probablemente es un mix cargado a "se nace emprendedor", pero también se trata de un desafío cultural y valórico, que debemos afrontar para estimular el emprendimiento en Chile.
