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“Siempre jugamos a que todo está perfecto”

Esta joven escritora, que se sumerge en personajes con historias dolorosas, reconoce que no siempre los mejores son best seller. Confiesa que su proyecto es poder vivir de las letras.

09 de Julio de 2009 | 09:02 |
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La han acusado de oportunista, pero, más bien es visionaria. Cuando salió a las librerías su novela “Entre caníbales” que trataba de fiestas entre políticos, justo explotó el caso Spiniak y la acusaron de aprovechar el hecho. Pero para los que entienden, eso no es posible, porque una obra literaria requiere meses o años de elaboración.

Hoy, cuando su tercera novela, “El mapa de lo remoto” está en las vitrinas nuevamente se da una coincidencia entre la ficción y la realidad. El dolor desgarrador que viven sus protagonistas por un embarazo no viable que puede ser suspendido con un aborto terapéutico y una esclerosis múltiple, los lanza a un escenario presente.

De escasos 29 años, ya ha conseguido que las grandes editoriales se fijen en ella. Aunque sus orígenes formales están en la “Zona de Contacto” de El Mercurio, lo cierto es sus primeras letras son unas seudo historias que interpretaban sus muñecas en la preadolescencia. Pero esto no fue determinante a la hora de elegir su profesión: periodista (aunque, antes hizo casi dos semestres de ingeniería comercial).

Aunque algunos creen que su nombre es árabe, la sangre de Lyuba –amor- corre por otras latitudes, la eslovena, y muchos la creen una escritora extranjera cuando ven su nombre en las librerías. “Como es raro, a la gente se le olvida”.

-¿No se te cruzó por la mente usar seudónimo?
“No, lo encuentro diferente... y además, soy pésima para los seudónimos. Cuando tengo que ponerlo en un concurso, me empiezo a dar vueltas”.

Sorprende que el periodismo no lo haya abandonado y que tampoco lo haya estudiado como una forma de entrada al mundo de la literatura. Aunque no fue una aguerrida reportera, siguen vinculada a través de la docencia con las cátedras de ética, fundamentos del periodismo, narración audiovisual e investigación de medios que está haciendo en la Alberto Hurtado. Y si fuera poco, sacó un magíster en sociología.

“El periodismo me encanta, pero nunca tuve la inquietud de escribir en la Revista de Libros. Soy súper crítica de mi profesión, pero nunca he renegado de ella y el magíster lo estudié más que nada para tener herramientas de investigación. Es fascinante tener conversaciones con personas que están conectadas con el periodismo y donde se discuten portada”, dice entusiasta.

-¿A dónde se remontan tus recuerdos como novel escritora?
“A los 8 años. Soy la menor de mis hermanos y tengo 15 años de diferencia con la mayor. Era muy ‘tevita’, hasta el día de hoy, y escribía mucho relacionado con las series que veía. Viajaba con mis papás y andaba con mi cuaderno... era la niña media rara, me entretenía sola.
“Genere espacios propios muy rico. Hacía guiones y le pedía a mi papá que me grabara con mis amigas. A los 15 todo se encauzó cuando empecé a mandar columnas a la Zona y Ernesto Ayala me invitó a los talleres. Ahora, consideré que escribir era algo serio cuando ya me metí en talleres como los de la Pía Barros y fue cuando estudiaba comercial”.

-¿Por qué no inclinarte derechamente por ser escritora?
“Porque no sé cómo podría vivir sólo haciendo eso. Siempre he tenido un... me gusta trabajar, ser independiente, entonces pienso que tendría que ganarme un premio muy suculento para poder dedicarme sólo a esto. Me encantaría tener el tiempo para irme a escribir a un lugar rico y que no tenga que ser entre las noticias y las 2 de la mañana.
“Lo he tratado de compensar dejando espacio en mi vida, fuera de la pega, para leer, escribir”.

-¿Es inseguridad? Deben haber compañeros tuyos que se lanzaron igual, ¿o no?
“No, pero la verdad es que hay algo de temor. Igual tengo que pagar un dividendo, pagar el doctor. Me encantaría hacer un doctorado de escritura creativa, donde cuando tengas inspiración no la guardes para más tarde. A veces me pasa que estoy en una reunión de pega y estoy pensando en una idea y no puedo desconectarme”.

Menudita y todo, Lyuba confiesa que se proyecta como sólo escritora, al estilo Isabel Allende, pero la realidad le gana. “Igual puedo esperar un poco”.

Su primer libro, “La ciudad está sola”, es una suerte de autopublicación y aunque fue importante, el ver “Entre caníbales” en los estantes de las librerías le produjo pudor. “Creo que me va a dar vergüenza durante mucho tiempo y eso me juega en contra porque me vendo poco”.

-¿Y el marketeo es necesario para tener éxito?
“Creo que hoy, para poder vender tienen que verte en alguna parte, conocerte. Aparecer en una entrevista”.

-Pero eso es bien frustrante. Con ello afirmas que un buen escritor puede perderse en un rincón y uno malo, ser el top del ranking.
“Sí, pero eso pasa. Los medios son muy fuertes y la gente se guía por ellos. De ahí que algunos sean best seller y están de moda. Uno, a lo que puede optar, es decir bueno, humildemente hice una buena pega y estoy conforme. Di las entrevistas que puede dar y a esperar el boca a boca”.

“El mapa de lo remoto” ha obtenido críticas dispares, pero siendo fiel a lo que piensa, Lyuba asegura que con él siente que se ha encaminado hacia alguna parte. “Nunca pensé que era la novela que la iba a romper, pero me estoy superando, aunque hay cosas que puedo mejorar. Estoy encontrando un estilo y aunque en una crítica me recomienden que vaya a vender pasteles, no lo voy a hacer; voy a perseverar”, afirma.

-¿Dónde están tus motivaciones para escribir? ¿Eres parte de la literatura de los afectos?
“No sé, no me gustaría encasillarme, pero me gustan los afectos. No soy descriptiva de espacios, soy más psicológica. Con la novela que estoy trabajando ahora, muy lentamente, pienso si será tan cerrada como la anterior. Me gustan los personajes, su pasado, sus motivaciones y generalmente, todo punto de partida es un absurdo.
“El periodismo me ha ayudado para agudizar la observación, encontrar personajes sin que nadie me las tenga que describir; hay un tema de inquietud, saber por qué pasa eso”.

-Puede ser un prejuicio, pero llama la atención que hayas escrito una historia que generalmente se ve en plumas con más carrete, más años de vida. Por el dolor que se vive.
“Creo que eso se explica por el hecho de que, por ser la menor, era la vieja chica y me acercaba mucho a distintas situaciones por estar rodeada de adultos. Me maneje siempre entre grandes; no recuerdo que mis hermanos me trataran como una guagua, sino que como igual. Yo me sentaba en el living de mis compañeras a conversar de la vida con sus mamás y ellas decían pero cuándo vamos a ir a jugar.
“Hay mucha imaginación”.

-¿Sólo eso, o hay cosas que has vivido?
“Algunas sí, como la muerte del papá de una amiga o el suicidio de otra; también algunas enfermedades. La historia de Catalina es la que más me gusta, pero estoy lejos de eso porque no tengo hijos y no conozco a nadie que le pase lo que narro. Es un desgarro.
“Un amigo me dijo que hay mucho mío, que hay mucho de mi piel. Yo creo que es más bien un estilo; no me desvinculo y por eso, el narrador emite juicios y en ellos estoy yo, cosa que no me cuestiono porque es parte del proceso creativo”.

-El dolor, la frustración, la evasión narrada en tu novela es muy fuerte. ¿Sientes que así es la vida actual?
“Creo que la vida puede ser mucho peor que lo que se cuenta en “El mapa de lo remoto”. Estoy convencida, a todos nos toca algo, un drama por algún lado y cómo lo bancamos, superamos –suena como predica- depende de cada uno. Me hizo mucho sentido que alguna vez alguien me preguntara si lo pasa tan mal tu generación. No son de mi generación, pero por lo que veo en mis hermanos y sus amigos, uno intuye que a los 40 años hay proyectos que no se cumplieron y dolores con los que se carga toda la vida”.

-Percibí un tono de denuncia en tu libro a esa tendencia de evadir que tenemos los chilenos.
“Creo que somos súper evasivos. Javier escapa de todo, Slavia se refugia en la marihuana y Catalina es autoflagelante... no podría hablar de los chilenos en general, pero creo que hay gente que evita los dolores, y por eso no lee mi libro, lo consideran dramático. Se produce esa distancia.
“Y hay un tema social, siempre jugamos un poco a que todo está perfecto, que siempre andamos bien”.

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