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“Soy un chico normal, con una vida no tan normal, y que al fin encontró el amor”

Súper Mario, miembro de las últimas camadas que la industria reality ha lanzado a la farándula, habla de la tele, de sus penas en “Amor ciego 2” y de las historias de “1810”. Además, dice que hoy está feliz; tiene polola.

16 de Septiembre de 2009 | 08:38 |
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Cada dos metros, una turba de adolescentes incrédulos llama a Mario Ortega para mirarlo de cerca y comprobar que efectivamente se trata del ganador de “Amor Ciego 2” y del decimosexto eliminado del reality de época “1810”.

Da lo mismo cuántas veces sean, diez, veinte, treinta, a cada mirada atónita, Mario saluda y dice: “sí, soy yo”, a cada asistente de Fantasilandia. Hoy es un día de tarifa especial, por lo que el parque está más adolescente que de costumbre, así que avanzar entre los juegos no es una tarea fácil, menos cuando se comprueba la identidad del ahora concursante del programa de Chilevisión “Fiebre de baile, famosos en llamas”.

Los celulares equipados de megapixeles y flash no tardan en fotografiar al ex de Jenny Contardo con sus seguidores, en una imagen que, probablemente, vaya a parar hasta Facebook. “Bailas súper bonito”, le dicen piropeándolo a veces.

El heredero de Edmundo Varas (“Amor Ciego 1”) y de Álvaro Ballero (“Protagonistas de la fama” y hoy “1910”) -miembro de esta extraña generación de concursantes de TV con una especie de doble vida que se refleja cuando dicen frases como “adentro pasaron cosas” o “afuera somos amigos”- se muestra un poco tímido, pero rápidamente sale con algún chiste para rematar el encuentro rostro-televidente: “Igual votaron por Mario Velasco, las caché. Pero él no viene a Fantasilandia. Yo estoy con el pueblo”.

Sobre él, el juego “Boomerang” se ve amenazante con sus rieles, los que en unos minutos lo mantendrán colgando de cabeza, a 46 metros de altura. Para distender la espera, una broma es lanzada cruelmente: “Muere prometedor rostro de TV”. “No tengo nada de prometedor. No soy nadie”, responde Ortega.

Tras varios garabatos lanzados al viento en el “Extreme fall” y de que su nombre haya sido coreado por los usuarios del famoso “Tagadá” -incluido el que controla el juego, quien no tardó en sacar la cámara para inmortalizar el vaivén corporal de Ortega en la famosa pista de baile movediza-, Mario tranquiliza su apetito con un generoso completo y unas papas fritas. Pronto, la paz gastronómica será interrumpida por seis nuevos autógrafos y fotografías. Da lo mismo el soporte: servilletas, el papel de la boleta del combo de la hamburguesa, o hasta un billete de 5 mil pesos -“para que valga más”, le dicen- todo vale para quedarse con la firma de Súper Mario.

-Parece que disfrutas bastante esto de que no te dejen en paz ni para caminar.
“Eso influye harto, cuando quieres ir a algún lado y andas a pata, te para la gente. Igual ahora me compré un autito, un Renault Clio, fue la mejor inversión. Es usado, pero anda, que es lo importante”.

- Ya no te estás quedando en la casa de Arturo Longton. ¿Qué tal te fue allá?
“Buena onda. Me atendieron como rey. En la prensa salía “a cuerpo de rey”, ¿qué significa eso?”

-Que estás echado en una cama, con cojines gigantes y gente abanicándote...
“Ah, nunca tanto, pero me atendieron súper bien. Me llevaban hasta desayuno a la cama. Venía justo saliendo de ‘1810’, así que no tenía nada que hacer. La mamá era súper amorosa y el hermano, un siete. Él me prestó un buzo, pero después pusieron que yo andaba sin ropa y mi mamá me llamó alegando que por qué habían dicho eso. ‘Vayamos a comprarte ropa’, me dijo. Lo que pasa es que mi ropa la tengo en Concepción”.

-¿Eres un hijo mimado?
“No, ni tanto. Es que mi mamá es muy aprensiva porque no vive conmigo, así que cuando me ve, se preocupa caleta. Cuando estaba estudiando (Ejecución en Electrónica) me veía una vez cada seis meses, ¿cachai?”

-¿Cómo terminaste haciendote amigo de Longton? Parece medio cascarrabias.
“Yo no cachaba a Longton antes del reality. Ahí lo conocí y vi que era súper simpático, siempre conversábamos. Yo creo que conversaba más conmigo que con Gonzalo (Egas). Con él se acercaba más para armar estrategias, pero conmigo hablaba de otras cosas; me hablaba de su mamá, de su polola, de sus amigos. Así que me dijo que cuando saliéramos me iba a invitar a su casa, y le cobré la palabra. Desde ahí que somos inseparables. Con Pancho (Francisco Barrena) también me junto harto afuera, igual que con Juan Pablo Álvarez”.

- ¿Se puede hacer una amistad de verdad en un reality? Pasaban peleando entre todos...
“Pero yo no era el caso. Yo no peleaba con nadie. Jamás armé estrategias, no me acercaba a los chiquillos diciéndoles ‘oye, éste te quiere echar’ o ‘viste lo que dijo tal persona’. Yo me acercaba a conversar de... (Es interrumpido para tomarse una foto).
“Me acuerdo que la Angélica (Sepúlveda) me contaba de su familia, allá en Yungay, de lo que hacía, de lo que estudiaba; el Arturo (Prat) también. Yo trataba de sacarlos del reality más que nada porque, qué me interesaba a mí hablar del reality, si yo estaba ahí adentro, sabía todo”.

-¿No te interesaba ganar?
“Sí, pero no quería ganar hablando de estrategias. Si buscaban al héroe del siglo XXI, tenía que ser alguien con valores, no cahuinero. Igual hice el personaje del Húsar de la Muerte, que era El Vengador, como El Zorro chileno, era bueno. Creo que Juan Pablo y yo éramos los únicos que nos tomábamos en serio la cosa de estar en 1810, de sumergirnos en la época.
“Yo quería que fuera extremo. Así no habrían estado ni la mitad de los que siguen ahora. Muchos fumaban y al tercer día no podían estar sin un cigarro. Estaban desesperados. Pero ya después empezaron a darles regalías a los chiquillos”.

-El rating subió harto cuando empezaron a decir que Angélica era media bruja. Eliana Albasetti dijo que la encontró una madrugada mirándola mientras dormía, en una especie de trance con la Biblia abierta.
“Sí, eso fue verdad. No sé si eso es brujería, pero tuvo conductas extrañas. Pero, aunque a la Angélica la encuentren confrontacional, es la que tiene más público afuera, la que tiene más gente que la apoya. Es paradójico, pero es la que tiene más arrastre”.

-¿Y no les daba miedo?
“No, a mí no me daba miedo. Todo lo que era conflicto dentro de la mansión, era una idiotez, porque se pelaban entre ellos y después eran todo risas. Eso para mí era penca. Yo me podía relacionar con todos, así que quedé, entre comillas, neutral. Juan Pablo también era neutral, pero la diferencia es que él hablaba de todos. Pero el resto lo veía como alguien ingenuo, así que no le daban tanta importancia a la cuestión.
“Es increíble cómo el reality pasa a ser la vida real de las personas que están ahí. En ese momento, la vida de ellos era el reality en sí. La Angélica vivía el reality como si fuera una verdad”.

-¿Cómo si su vida estuviera en juego?
“Eso. Don Gabriel (Coca Mendoza) también estaba metido, no tanto, pero igual; la Andrea (Dellacasa) también y la Janis (Pope) sobre todo. Lo peor es que los chiquillos sabían el personaje que eran y lo que tenían que hacer, lo que tenían que generar.
“Me pudo haber puesto a pelear millones de veces con la Angélica”.

-¿Por qué no lo hiciste? Te hubiera dado más protagonismo, más rating.
“No, yo sé lo que marqué en el reality y de la forma en que lo marqué”.

-¿Tú estrategia fue ser piola?
“Claro, pero en el caso de los chiquillos, fue charcha. Es que no es que yo sea preocupado por mi imagen, pero a mí me gusta cuando la gente me dice que lo hice bien, porque fui siempre consecuente y tuve una buena actitud”.

-¿Qué pasa en el caso de las parejas que se forman en estos programas? Tú eres de los casos emblemáticos, junto a Edmundo Varas. A él no le resultó con Cari, y tú, con suerte estuviste un mes con Jenny Contardo.
“Dentro del reality estás solo y como te alejas de todo lo que tienes, necesitas algo que te llene ese vacío. Entonces, te encuentras con una chiquilla que puedes conocer más, que te cae bien, con la que tienes afinidad, y así es fácil establecer una relación. Distinto es que afuera sigan juntos. Es como un pololeo que dura tres meses”.

-¿Tú estabas consciente de eso en “Amor ciego 2” o te hacías más expectativas?
“No, siempre lo supe. Igual tenía la ilusión, pero estaba consciente de que lo que podía suceder. En mi caso, no tuvimos nada, así que ni siquiera me patearon”.

-¿Terminó el reality y cada uno para su casa?
“Sí. Por ejemplo, el único beso real que hubo fue el del capítulo final, en la azotea. Después hubo puros piquitos de saludo y nada más. Charcha, charcha”.

-¿No le pedías que te tomara de la mano al menos?
“No, porque yo le decía a veces: ‘Oye, juntémonos’. Y ella: ‘No, que tengo que hacer tal cosa’, siempre así. Y uno no es tonto. Tampoco le insistí, porque en el reality entregué mucho; mal que mal, nosotros éramos los que hacíamos el reality, no las chiquillas. Entonces, si con todo lo que entregué no funcionó, ya no podía dar nada más. Si no funcionó, no funcionó no más. No era la mina para mí. Por eso no le insistí como ella pudo haber esperado que lo hiciera. En los programas decían que yo no la llamaba ni nada, pero es que ya no dependía de mí”.

-Igual te enfrentaste a una realidad muy diferente al terminar el programa; las mujeres empezaron a gritar por ti.
“No estuve con ninguna mujer. O sea, no tuve nada serio con ninguna. A ver, estuve en ‘Amor Ciego’ y me metí en ‘1810’, así que en el ámbito amoroso no pasó nada durante ese período”.

-Hasta ahora que saliste y te encontraste con esta compañera del colegio, con la que pololeas...
“¿De dónde sacaste eso?”

-Lo dijiste en el programa de Julio César Rodríguez. ¿Ella no se enoja con que te saluden tanto en la calle?
“No. Es tan light... Igual no le gustó mucho que hablara de ella, como que la embarré. Es que me sentí en confianza con el Julio César, porque es de Hualpén como yo. Él me dijo: ‘Ya poh, Mario, si no tiene nada de malo hablar’. Igual tenía razón, porque no tenía nada de malo que lo dijera, ¿sí o no? Aparte, al fin y al cabo, igual se iba a saber, ¿no? Da lo mismo... ¿Qué quieres que te diga? La quiero, estoy súper enamorado, la amo y estoy súper feliz porque es lo que siempre pedí en una mujer”.

-¿Cómo conquista Mario Ortega a una mujer?
“Siendo normal no más, como soy siempre con todos”.

-En el casting de “Amor ciego 2” te presentaste, diciendo: “Vivo en Concepción. Soy un chico normal, con una vida normal y mala suerte en el amor”. Preséntate hoy.
“Soy un chico normal, con una vida no tan normal y que al fin encontró el amor.
Estoy tan enamorado... (se ríe)”.

- ¿Te gustaría hacer un “Amor ciego 3”, contigo como protagonista, como el que tiene que elegir entre varias mujeres?
“Larry Moe una vez lo dijo y lo pensé en un momento, porque, claro, cuando terminó ‘Amor Ciego 1’ al Edmundo le regalaron un auto o algo así. Pero cuando terminé ‘Amor Ciego 2’, yo no gané nada poh”.

-Igual te pagaban cuando estabas adentro.
“Me pagaban 50 lucas semanales y el premio era un pasaje de ida y vuelta para dos personas al Caribe, nada más. Y yo, como no iba a ir con la Jenny, lo cambié por la plata, que me servía más”.

-¿Ya se había acabado lo de ustedes para ese entonces?
“Sí poh, si no duró nada. Además, yo había congelado la carrera, pero no me tomaron los ramos, o sea, me eché todo y perdí el crédito. Así que sentí que salí para atrás con la cuestión, y, sentimentalmente no estaba bien…”.

-¿Te dolió el asunto con la Jenny?
“Sí, fue triste igual. Porque siempre fui sincero, nunca mentí. Lo que sí puedo decir es que no sé si la amé. En un momento le dije que la amaba, que estaba enamorado de ella, pero ahora no sé. Porque, por ejemplo, ahora a mi polola la adoro y ni se compara lo que siento por ella con lo con lo que sentía por la Jenny”.

-¿Ella es tu primera polola, como Dios manda?
“Sí”.

-¿Qué tan buen partido eres?
“El peor. De hecho, siempre le digo que termine su carrera, porque yo voy a ser un vago. Que ella trabaje y yo voy a cuidar a los niños”.

-Larry Moe dijo que eras un perno asumido, la esperanza de los nerds de poder conquistar a una bella mujer...
“¡No!, lo de nerd es por la pinta, estoy seguro. Yo siempre he sido igual, pero antes no ocupaba lentes, los empecé a ocupar cuando entré a estudiar, porque los necesitada y porque la materia que me pasaban era muy brígida. Siempre fui piola y tímido, no conocía a nadie. Con las chiquillas también tenía que ser piola y mostrarles, por último, a un loco de buen corazón. Yo tenía 20 años en ese tiempo y compartía con gente de 30. Al final ya nos habíamos hecho amigos entre todos. Pero pregúntale a los chiquillos si he cambiado mi forma de ser. Jamás, siempre he sido el mismo”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Siempre me ha gustado lo esotérico, me encanta todo lo que demuestre que el ser humano no es solamente un ente de carne y hueso, sino que hay algo más allá, que podemos lograr cosas. Por eso me gustan estos libros de San Cipriano, ‘El Necronomicón’, ‘El poder psicotrónico de la mente’... Ése es un libro que ayuda, no como “El secreto”, que es una asquerosidad; la pura introducción es el libro, el resto son puros testimonios. No es como
‘La magia del poder psicotrónico’, que sí enseña las técnicas para hacer las cosas. El otro día lo leí hasta la mitad y se lo presté a la Angélica (se ríe al darse cuenta), en el reality se lo presté y no me lo devolvió más”.

-Y ahora está cantando rancheras.
“Claro. Creo que me quitó la fuente del poder. Aprovecho de hacerle un llamado para que me devuelva el libro”.
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