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El factor humano del sexo

Más allá del instinto entre hombres y mujeres, los sentimientos juegan un rol importante cuando se desea corregir disfunciones y hacer más placentera la relación sexual.

03 de Septiembre de 2010 | 11:07 | Emol
“Las reacciones sexuales del hombre y la mujer transforman los genitales en un efectivo equipo de reproducción”, eso lo sabemos. Gracias a la sexualidad, los seremos humanos hemos poblado este inmenso planeta y perpetuado los genes, tradiciones e ideas. Pero hay algo más...

Temores, ansiedad, estrés o rencor pueden hacer de un acto, a primera vista, tan mecánico e instintivo en un verdadero problema. Y es por eso que las terapias sexuales no sólo buscan eliminar las conflictos de una pareja en la cama, sino que también intentan humanizar su sexualidad, como lo explica la doctora Helen S. Kaplan, autoridad en disfunciones sexuales. Y como parte de esa “humanización”, es un factor clave conocer el trasfondo de la relación, el real lazo que hay en la pareja.

“Un vínculo amoroso verdadero, aún en presencia de rencillas o diferencias menores, mejora inmensamente la prognosis (pronóstico) de la terapia sexual (...) Las parejas que se aman con profundidad quieren funcionar realmente, y cada uno de sus miembros desea una plena experiencia del otro, tanto a nivel consciente como inconsciente (...) En cambio, ocurre lo contrario cuando la relación es esencialmente hostil, aunque en la superficie la interacción parezca en calma”, explica la doctora en su “Manual ilustrado de terapia sexual” (Editorial DEBOLS!LLO).

El vínculo sincero entre ambos miembros de la pareja, se transforma en un elemento clave, cuando, por más que sea sólo uno de ellos el que sufre de una disfunción sexual, deben ser los dos los que tienen que participar de buena manera en la terapia y los ejercicios que el especialista les dé.

“¿Cómo puede una mujer acariciar y complacer amorosamente a un hombre por quien siente un profundo resentimiento? ¿Cómo puede un hombre ser tierno y paciente con una mujer, cómo puede permitirse que ella lo excite, si tiene miedo de toda intimidad o compromiso con ella?”, se pregunta Kaplan, antes de asegurar que las terapias sexuales pueden terminan siendo una excelente instancia para resolver los conflictos de pareja, cuando éstos son los motivos que gatillan la disfunción.

¿De qué se trata cuando se quiere humanizar la sexualidad, entonces? Las relaciones personales, el cariño y la empatía, tambalean como factores básicos de esto, cuando la autora recuerda que -así como hay animales que sólo se juntan con otro sexo para aparearse y otros mantienen una relación vitalicia con su “pareja”- los primates, esos simpáticos mamíferos que tanto se parecen al hombre, están clasificados en la categoría de promiscuos.

De hecho, la autora es enfática en señalar que “la observación clínica sugiere que las personas libres de culpa no dependen del amor para obtener gratificación y buen funcionamiento sexual. Pueden funcionar bien, y experimentar placer erótico en ausencia de una relación romántica o de intenso afecto (...) Sin embargo, el sentimiento amoroso entre los miembros de una pareja hace del sexo una experiencia infinitamente más humana, satisfactoria y placentera. El amor es el único afrodisíaco verdadero”, afirma Kaplan, acerca de este factor determinante en el éxito de una terapia sexual.
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