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Brigadistas forestales: Los soldados del verano

Este año es uno de los más secos y con mayores temperaturas de la historia, lo que hace más probable la ocurrencia de incendios forestales. ¿Cómo el fuego forja la personalidad del brigadista? Esta es la historia de los combatientes.

06 de Enero de 2017 | 15:39 | Por Natalia Ramos Rojas, revista Viernes.
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Integrantes de la Brigada Roble 2, en la precordillera de La Reina. Este equipo se conformó en noviembre y ya ha combatido más de 10 incendios en esta temporada.

Sabino Aguad
REVISTA VIERNES LA SEGUNDA

Martes, cuatro de la tarde. El incendio de Valparaíso lleva 24 horas y se ha expandido en 220 hectáreas. Lo que comenzó como un incendio forestal, mutó hasta transformarse en una nueva tragedia porteña. Este 2 de enero de 2017 el desastre tiene como escenario el sector Laguna Verde, Puertas Negras, en Playa Ancha, y Montedónico. A su paso, el incendio ha destruido más de 220 viviendas y ha dejado en la calle, y con lo puesto, a más de 100 familias que, desesperadas, tratan de salvar algunas cosas lanzándolas por las ventanas o corriendo con ellas calle abajo.

En Santiago, el ministro de Agricultura, Carlos Furche, encabeza la conferencia de prensa para dar cuenta de la gestión de Conaf en la crisis. Lo acompañan el director ejecutivo de este servicio, Aarón Cavieres, y el gerente de protección contra incendios forestales, Alfredo Mascareño (55). Este último –ingeniero forestal– es uno de los que más saben de estos incendios en el país. Su expertise lo ha llevado a participar en los más emblemáticos de las últimas décadas, como los dos de Torres del Paine (2005 y 2010) y el de la Reserva Nacional China Muerta (2015), que fue uno de sus primeros desafíos como director de la Conaf en La Araucanía. Y aunque hoy es el que tiene la información más actualizada y técnica del incendio de Valparaíso –el ministro hace hincapié en esto de manera constante–, no recibe preguntas de los periodistas. El foco de las consultas apunta a la administración de los recursos de Conaf, al arriendo de los helicópteros para combatir estas emergencias en vez de contar con una flota propia y a cuánto le cuesta al organismo una tragedia como ésta (300 millones de pesos).

Lo que pocos saben es que ese mismo día hay 76 incendios forestales en el país, con más de 1.700 brigadistas de Conaf desplegados en terreno, y que Mascareño es quien centraliza la planificación regional de cada uno de ellos. Es por esta razón que se encuentra en Santiago y no en Valparaíso, básicamente porque no debe descuidar la organización de las demás regiones afectadas. Cuántos aviones, helicópteros o recursos se destinan, pasan por sus cálculos, nutridos por la información de su equipo y de los directores regionales de la institución. “Es un día de hartos incendios, pero hay más de 40 controlados. Son incendios pequeños, de esos que no llaman la atención”, dice, en medio de la contingencia presentada en Valparaíso.

Más allá de las cantidades, a Mascareño le preocupa la magnitud: “El año pasado teníamos, a esta fecha, muy pocos incendios por sobre las 200 hectáreas. Pero hoy la cifra es altísima. Si el año pasado eran siete, a la fecha ya van 54, lo que suman 55 mil hectáreas afectadas. Claramente esto indica que hay un problema”, dice, sentado en un escaño del Paseo Bulnes. El aire huele a humo: en la Región Metropolitana hay dos incendios que consumen 305 hectáreas.

La planificación también considera adelantarse a la destrucción. El cruce de datos específicos, que consideran la temperatura y los vientos, son ingresados a un programa computacional que permite predecir cómo serán las próximas cuatro horas del siniestro y cuál podría ser la dimensión del daño. Con esta información sobre la mesa, se destinan los recursos necesarios y se combate la emergencia. “Esta es una herramienta muy valiosa, porque uno va definiendo y tomando decisiones anticipadamente, aunque la región no lo pida”, dice Mascareño.

La tecnología también permite adelantarse a la crisis en tiempos de paz. Con imágenes satelitales, analizan el estado de la vegetación para saber cuáles son las zonas que pueden presentar mayores riesgos. “Cruzamos esta información con el registro de los grandes incendios de la Región Metropolitana y nos dimos cuenta que éstos están ocurriendo en estos terrenos secos. Una de las zonas más críticas es la zona cordillerana sur, lo que es una pésima señal porque son muchos, lo que significa que seguiremos teniendo incendios forestales”, dice Mascareño.

Pero por más que se puedan anticipar a los escenarios para fortalecer la prevención de los incendios, los esfuerzos no son suficientes frente a un porcentaje desafortunado. En la Conaf tienen muy claro que un 99% de ellos son causados por el hombre y, frente a esto, no queda otra salida que la preparación. “Nos enfrentamos a la destrucción de lo que más amamos. Cada árbol que se quema es un dolor, sobre todo cuando son especies nativas. En un incendio forestal también sufre la fauna. En los incendios en Torres del Paine, por ejemplo, había guanacos y pumas afectados. Da mucha rabia, te preguntas por qué no fuiste capaz de hacer algo para evitar que se quemaran. En el recuerdo hay muchas imágenes de este tipo, pero también hay familias que se ven afectadas porque sus viviendas se incendiaron o están amenazadas. En Arauco me tocó vivir una situación muy especial: había un incendio forestal y los tractores pasaban de un lado para otro, había helicópteros, aviones, un teatro de guerra. Estaba con la atención en eso, hasta que me di cuenta del sufrimiento de una de las familias afectadas: un hijo abrazado a su madre. Eso te parte en dos”.

“Nos enfrentamos a la destrucción de lo que más amamos. Cada árbol que se quema es un dolor, sobre todo cuando son especies nativas. Da mucha rabia, te preguntas por qué no fuiste capaz de hacer algo para evitarlo”, dice Alfredo Mascareño, gerente de protección contra incendios forestales de Conaf.

Jeans y cantimplora


Humberto Vega (59) lleva cuarenta años en la Conaf. Llegó como voluntario para integrar una de las brigadas de combate de incendios de la Octava Región, en 1976, cuando, dice, ser brigadista “era como un sueño sin garantías”. Era, también, una de las formas de salir de su casa de Tomé en las vacaciones de verano, y conseguir un trabajo fijo.

Recuerda con nostalgia sus primeras temporadas: levantaban un campamento en la orilla de un río, desde diciembre a marzo, equipados con unos jeans, un par de bototos, un casco y una cantimplora de aluminio de tres litros. “Cuando querías tomar agua era mejor que hicieras un té, porque con el calor del incendio el agua hervía”, recuerda.

Lo que comenzó como un trabajo esporádico fue mutando a una labor permanente, y se quedó haciendo carrera en la institución. Primero como brigadista, luego como jefe de brigada y ahora, como encargado de operaciones de la Región Metropolitana. Tiene a su mando las diez brigadas, conformadas por dieciséis personas, que combaten los incendios que se presentan en esta zona. En casos de emergencias, como la presentada en Valparaíso, puede destinar parte de su equipo a otras regiones, tal como lo hizo esta semana.

Sigue leyendo la historia de los brigadistas en revista Viernes.