SANTIAGO.- La pizza con piña, “la hawaiana”, ha sido objeto de adoración y odio entre los comensales. Mientras algunos defienden la interesante mezcla del queso fundido y la fruta, otros aseguran que se trata de la combinación más desagradable que puede haber en la historia de las cadenas de comida rápida dedicadas a este tradicional alimento.
Y el eterno debate sobre este plato ha reflotado nuevamente esta semana, luego de que uno de sus detractores, el Presidente de Islandia Guðni Th. Jóhannesson, asegurara frente a unos niños, durante una visita a un colegio, que no le gusta la pizza con piña y que si tuviera la potestad, la prohibiría en su país, según informó el sitio islandés Visir.
“El Presidente de Islandia es el héroe que necesitamos hoy”, escribió la usuaria de Twitter @Layla_AlAmmar junto al hashtag #pineappleonpizza, que ha acompañado el debate que comenzó en redes sociales tras las declaraciones oficiales. “Desde esta cuenta nos solidarizamos y apoyamos al 100% al Presidente Guðni Th. Jóhannesson (…) Hay que parar esta barbarie”, escribió por su parte @CorunoRabuno.
Pero las declaraciones de Jóhannesson no quedaron ahí. Abriendo más la herida de los amantes de la pizza hawaiana, escribió un comunicado a través de su cuenta de Facebook, respecto a la “controversia de la pizza :)”.
“Me gustan las piñas, pero no en la pizza”, comentó el Mandatario en un texto publicado en islandés e inglés. “No tengo el poder de hacer leyes que prohíban a la gente poner piñas en su pizza. Y me alegra no tener ese poder. Los Presidentes no deben tener poder ilimitado”, señaló, agregando: “Para las pizzas, recomiendo los mariscos”.
La pizza hawaiana de Ontario
Tras las declaraciones de Jóhannesson, la prensa canadiense quiso hablar con una de las personas a quienes más les concierne la opinión del Mandatario: Sam Panopoulos, un griego-canadiense de 83 años que asegura haber inventado la pizza hawaiana en 1954.
En conversación con CBC Radio, recordó que su descubrimiento surgió en un restaurante de Ontario, en una época donde los sabores de las comidas solían ser planos, sin grandes mezclas osadas como hoy en día. “En esos días, lo típico eran los champiñones, el tocino y peperoni. No se encontraba nada más en la pizza”, comentó.
Tratando de innovar, se le ocurrió poner piña sobre el queso, casi como experimento, y “al principio a nadie le gustó, pero después la adoraron”.
Según Panopoulos, tras su invento culinario, la gente comenzó a atreverse con las combinaciones de sabores, y ya era normal encontrar sardinas, salmón y cebolla en las pizzas. “Hoy le puedes poner lo que quieras y cualquiera se lo van a comer”, aseguró.
Consultado sobre la recomendación de Jóhannesson de poner mariscos en la pizza, Panopoulos contestó: “Sí, pero después de mi piña. ¡Díganle!”.
