La reina Isabel II se desplazó este viernes a su residencia de Balmoral, en Escocia, para comenzar sus vacaciones de verano. Esta vez con la particularidad de que será por primera vez sin la compañía de su esposo Felipe, duque de Edimburgo, fallecido el pasado mes de abril.
Isabel II tiene la costumbre de buscar el entorno natural y las temperaturas templadas de Balmoral todos los veranos, donde pasa gran parte de los días al aire libre en compañía de familiares y de sus perros.
Está previsto que miembros de la familia se unan a la monarca a lo largo de las próximas semanas en Balmoral, lugar de descanso de la realeza británica desde los tiempos de la reina Victoria.
Según la tradición, la estancia de la reina en Escocia es acompañada por una guardia de honor unos días después de su llegada.
Isabel II viajó a la localidad procedente de su residencia de Windsor, en la que se había alojado de forma ininterrumpida desde que el duque de Edimburgo murió, el pasado 17 de abril, a los 99 años de edad.
La tradicional casa de veraneo
Prácticamente desde su nacimiento, la reina Isabell II ha pasado todos sus veranos en el Castillo de Balmoral, ubicado en el corazón de Escocia.
El edificio comenzó a construirse en 1390, en terrenos pertenecientes al rey Roberto II de Escocia, que ocupaba ese lugar como centro de caza.
Ya en 1848 se convirtió en la residencia de vacaciones de la monarquía, cuando la reina Victoria y el príncipe Alberto comenzaron a pasar los veranos allí, traspasando la tradición de generación en generación.
"Es un sitio encantador para la abuela y el abuelo y para que nosotros vayamos a verlos allí, donde tienes espacio para respirar y correr", describe Eugenia de York, nieta de la actual monarca e integrante de la familia real.
Allí, la corona británica realiza "caminatas, picnics, paseo con perros y caza", comenta la princesa Eugenia.
Como dato, fue en este lugar donde la Monarquía británica encabezada por la reina Isabel se enteró de la muerte de Diana de Gales tras un accidente de auto en París.
