
Christine Mboma y Beatrice Masilingi en Tokio 2020. | AP
Christine Mboma, atleta namibia de 18 años en Tokio 2020. | ReutersEsencialmente, las reglas están diseñadas para lidiar con el dilema presentado por atletas de la rama femenina que nacieron con condiciones que significan que sus niveles naturales de testosterona, son mucho más altos que el rango típico de una mujer. La World Athletics dice que es un problema, ya que significa una ventaja atlética injusta sobre deportistas con niveles de testosterona más típicos.
La respuesta, de acuerdo al reglamento vigente, implica excluir a las atletas de ciertos eventos, a no ser que acepten reducir artificialmente su testosterona a un nivel aceptado por la asociación.
Esto ha causado gran controversia por muchos motivos, pero el más elocuente es el siguiente: las autoridades deportivas básicamente están pidiéndole a atletas que manipulen artificialmente sus niveles naturales de hormonas y cambiar su fisiología -básicamente haciéndolas más lentas-, si es que quieren competir en grandes eventos como los Juegos Olímpicos o los campeonatos mundiales.
Las jóvenes namibias clasificaron a la final de los 200 metros en Tokio en su primera competencia mayor, lo que levantó algunas sospechas. En las semifinales, Mboma superó en velocidad a la estadounidense Gabby Thomas, quien es la segunda mujer más rápida en la historia de los 200 metros. Esto casi dejó a Thomas fuera de competencia y sólo pudo alcanzar la final -donde era una de las favoritas por el oro- gracias a su tiempo, sin ganar la serie clasificatoria.
En la final, el oro finalmente se lo llevó la jamaiquina Elaine Thompson-Herah, aunque con una ventaja de apenas 0.48 segundos respecto a Mboma, que logró la plata. Gabby Thomas obtuvo el bronce.
La presencia de Mboma y Masilingi pudo haber causado descontento entre otras participantes, que pueden pensar que estaban en desventaja injusta. Las críticas por parte de las propias competidoras rivales, ciertamente ocurrió hace unos años contra Caster Semenya, la atleta sudafricana que dominaba con holgura la prueba de los 800 metros.
Caster Semenya celebra un triunfo en una competencia de 2018. | AFPEl atletismo de pista ha estado lidiando con este tema durante años, pero se transformó en un asunto relevante con la consagración de Semenya en 2009. La sudafricana, quien también aparecía como una adolescente desconocida en su primera gran presentación, ganó el oro en los 800 metros en los campeonatos mundiales de ese año. Con 19 años, Semenya aparecía completamente dominante durante sus presentaciones.
De esta forma, la asociación pasó buena parte de la siguiente década tratando de formular reglas que se encargaran de este tema. Han existido distintas versiones de la normativa, pero la más reciente, producida en 2018, se refería especificamente a atletas con condiciones conocidas como anomalías del desarrollo sexual (ADS). Básicamente, las reglas se enfocan en atletas nacidas con una composición cromosómica XY -típicamente masculina-, pero también con características femeninas y por tanto fueron identificadas bajo sexo femenino al nacer.
Semenya fue la primera en anunciar públicamente que había sido afectada por las reglas. También ha sido una de las grandes críticas de esta normativa y las ha desafiado en tres tribunales distintos. Perdió casos en el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) y la corte suprema de Suiza, y ahora está llevando a la asociación de atletismo a la Corte Europea de Derechos Humanos.
Semenya, dos veces campeona olímpica y tres veces campeona mundial, dice que las reglas son discriminatorias. Ella se ha resistido a manipular sus niveles naturales de testosterona, por lo que se le han cerrado las puertas para competir en la prueba de 800 metros desde 2019, sin poder acudir a Tokio a defender su título olímpico.
La World Athletics podría evaluar la inclusión de la prueba de 200 metros en sus reglas sobre testosterona, aunque por ahora han concedido que puede que no tengan los datos científicos suficientes como para avalar una prohibición de este tipo, en carreras que no sean entre los 400 metros y los 2,5 km. Si el órgano rector del atletismo no regula también los 200 metros, quedará expuesto a más críticas de que las reglas fueron efectivamente dirigidas.
Lo que está claro es lo siguiente: Semenya está fuera de la escena olímpica, pero el tema altamente complicado y controversial está totalmente vigente.