GUAYAQUIL.- La estrategia no cambió si se recuerda el debut ante Boca Juniors. Al frente había un cuadro de menor envergadura y que no metía tanto miedo como los actuales campeones de la Copa Libertadores, pero Santiago Wanderers apostó al resultado positivo y lo consiguió.
Verdad que Emelec no tiene el brillo de Boca, pero sí un clima hostil. Esa, a la larga, era la mejor arma de los ecuatorianos, pero los dirigidos de Dabrowski esquivaron los ataques y salieron bien aparados del estadio "George Capwel". Si a tres minutos del final Riveros pudo darle el triunfo con otro zurdazo, mas también hay que reconocer que habría sido demasiado premio para el planteamiento caturro.
Las amarras de Cancino, Rojas y Gálvez funcionaron casi a la perfección, y cuando no lo hicieron, Robles y Varas estuvieron impecables para alejar el peligro. En el relato lo dijimos: sólo un error podía hacer pasar susto al equipo chileno, y así llegó el gol de Emelec. Bien entrado el segundo tiempo, Juárez le ganó por arriba a un dormido Cancino y superó la estirada de Varas.
Era una de los pocos aciertos locales, ya que en la primera fracción apenas las escaramuzas de Tenorio llevaron peligro a la valla chilena, especialmente por el lado de Sepúlveda.
Pareció que Wanderers no despertaba después de la apertura de la cuenta. Hasta que Riveros sacó la varita mágica, embaucó a los defensores y batió al portero Viteri con un suave tiro arrastrado.
El 1-1 le dio al conjunto caturro la suficiente confianza para manejar el partido y la personalidad para "reventar" la pelota cuando se requiriera. Emelec ya no tenía ideas, mejor dicho, ya no tenía tiempo para tratar de aclarar su oscuro panorama. Porque ideas nunca tuvo.
