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El lado "enfermo" de Fernando González

El tenista chileno espera sobrellevar la presión de jugar en los cuartos de final del US Open, ante el holandés Sjeng Schalken, y no "indigestarse" como le ocurrió tras derrotar a Pete Sampras en Miami.

04 de Septiembre de 2002 | 09:47 | DPA
NUEVA YORK.- Sus colegas ya le temen, pero él sigue igual. "Ojalá, ojalá", repite cada vez que se le pregunta por sus próximos pasos, por sus nuevos sueños. Fernando González está arrasando a pura potencia con casi todo lo que se le interpone en el circuito, y es ya el nuevo rostro del tenis chileno, relegando a Marcelo Ríos.

González tiene mañana, con 22 años, una pequeña cita con la historia. Si vence al holandés Sjeng Schalken se convertirá en el primer chileno en alcanzar las semifinales de un Grand Slam desde que Ríos disputara la final de Australia en 1998. Más aún: sería el tercer chileno en alcanzar esa instancia en uno de los cuatro torneos más importantes del mundo. Antes de Ríos estuvo Luis Ayala, que llegó a la final de Roland Garros en 1958 y 1960, y a la semifinal en 1959.

Además, si llega a la ronda de los últimos cuatro, González desplazará al "Chino" Ríos como número uno de Chile. ¿Es una motivación o una presión?

"Ser el uno es algo que va a pasar. El ’Chino’ tiene cinco años más que yo, y es lógico que decaiga. Pero yo no quiero ser sólo el mejor chileno, yo quiero subir y subir en el ránking", explica.

Tanta ambición, sustentada en un derroche de potencia casi sin paralelo en el circuito, contrasta con su modestia cuando se le pide que se defina: "Soy un loco que le pega fuerte, no más". "Y que no erra una pelota, algo que no es normal", se lamentaba el español Juan Carlos Ferrero tras ser barrido de la cancha en tercera ronda.

Hincha del club de fútbol Colo Colo y amigo de varios de sus jugadores más jóvenes, González es fanático de los autos, y tiene un Audi dorado en su garage. Hombre práctico, visitando una vez el departamento de su colega Nicolás Massú en Santiago de Chile decidió que el sitio le gustaba, y se compró uno igual en el piso inmediatamente inferior.

González tiene además un departamento en Buenos Aires, su base varias semanas al año para entrenar con el ex jugador Horacio De la Peña, y otro en la avenida Brickell de Miami, una de las zonas más caras de la ciudad.

Su novia de 15 años se llama Millaray Vieira, un nombre mapuche que significa "flor de oro", algo que no parece ser casual si se piensa que es la pareja del nuevo "chico de oro" del tenis chileno.

Este año ganó en Viña del Mar y vapuleó al estadounidense Pete Sampras en Miami. Ante sus tiros se inclinaron el ex número uno Carlos Moyá o el ídolo estadounidense Andy Roddick. El mes pasado llegó a las semifinales del Masters Series de Cincinnati, y sólo pudo ser frenado en tres sets y con esuerzo por el australiano Lleyton Hewitt, líder de la clasificación mundial.

Un metro ochenta y tres centímetros, moreno y de contextura fuerte, González cree que miente aquel que dice no ponerse nervioso en una cancha de tenis. "La presión es parte del tenis, y el que no se pone nervioso es mentiroso".

De eso sabe bastante. En marzo, tras derrotar a Sampras en Miami, dijo que había dormido muy mal, que tenía una "enfermedad". Cuando le insistieron para que dijera de qué se trataba, el chileno no tuvo más remedio que contestar. Bajó la mirada y confirmó que su juventud no le impide sentir la responsabilidad ante un gran desafío: "Diarrea". Mañana, ante Schalken, espera no volver a "enfermarse".
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