Operación escape
Si a muchos sorprendieron las escasas declaraciones (y nulas en algunos casos) de los jugadores chilenos terminado el cotejo, he aquí la razón. Mientras la prensa se concitó alrededor de la figura de Juvenal Olmos, a cien metros de distancia se desarrollaba la estampida de la totalidad del plantel en el clásico bus rojo. Pasaron por camarines y sin mediar palabra, buscaron las salidas y se fueron. Sobre la medianoche, más de uno se apiadó y habló en el hotel, pero la prensa devolvió el favor invitándolos a un reparador sueño. Aunque la adrenalina era tal, que hasta las tantas se divisaron algunos eufóricos por los pasillos del Hotel Diego de Almagro.
Hambrientos, pero no tontos
Una de las reiteradas quejas de la prensa extranjera acreditada fue la escasez de comestibles dispuestos para sus trasnochados estómagos. Muchos llegaron a la jornada de anoche sin probar bocado y, en particular los brasileños, encontraron en el idioma un nuevo escollo para saciar su apetito. Hasta que un forofo chileno se apiadó, pero hasta por ahí nomás. Le ofreció a un relator carioca de radio Gazeta una de las populares tortas curicanas, que en la avenida Ignacio Collao se venden a 500 pesos la media docena. “¡Obrigado!”, gritó el profesional. “¡Qué, obligado! Son cinco lucas...”. “Ah... ya. Barato” contestó el brasileño, que ya había devorado tres cuartas partes del tradicional manjar.
Oyarzún, el pecho de paloma
Quizás porque en lenguaje comunicacional, estaban “guateando”. Pero lo cierto es que la temprana apertura de las transmisiones de las radios uruguayas obligó a “rellenar” con lo que fuera. Hasta el preparador físico Marcelo Oyarzún salió a “bailar” cuando se encargó de disponer los conos para el calentamiento de la Roja. “Mirálo ahí a Oyarzún con su pecho de paloma. Muy parado comiendo chicle”, fue el retrato para una emisora montevideana.
Olmos, el pifiado
Cuando se recordaron las alineaciones del cotejo de anoche, las pifias fueron para dos mencionados. El primero, Juvenal Olmos, quien deberá sudar para ganar la simpatía de la parcialidad de Collao. El segundo, el juez de línea boliviano Hugo Balda, a quien se le recordó la mediterraneidad de su país. Pero hubo ovaciones también. Para los tres “penquistas”: Luis Pedro Figueroa (San Pedro de La Paz), Rodrigo Millar (Arauco) y Jean Beausejour, que pese a ser de Estación Central, dejó gratos recuerdos de su paso por Universidad de Concepción.
El autismo de Herrera
Uno de los lugares comunes del “nuevo camarín” es que los jugadores se reúnan tras el calentamiento para aleonarse antes del partido. Y fueron todos, hasta Humberto Suazo y Mario Cáceres, quienes no integraron ni siquiera la banca. Pero a uno no le avisaron. Johnny Herrera se quedó recogiendo balones en el sector de la tribuna popular. ¿Descuido?, ¿amurramiento?... Lo cierto es que el meta azul se automarginó de la nueva tradición.
El fantasma de Zamorano
Pese a su oleado y sacramentado retiro, la imagen de Iván Zamorano se resiste a abandonar los campos de juego. En el sector de palco popular, un lienzo rojo con letras blancas advertía: “Zamorano: Prohibido olvidar”. Más sencillo será hacerlo a la luz de la buena labor ofensiva de la Sub 23 nacional. Pero, por si acaso, cuando se hizo la presentación de los equipos y el presidente de la Confederación de Fútbol Sudamericano, Nicolás Leoz, batió una bandera chilena; le recordaron: “Esa bandera la usa Bam Bam”.
Los de Millar
No hacía falta, dado el reconocimiento citado más arriba, que Rodrigo Millar tuviera una hinchada particular. Pero así fue. En el sector surponiente de la tribuna, aparecieron dos lienzos. Uno decía “Puro Chile” pintado sobre una enseña tricolor, mientras que junto a él aparecía uno que señalaba simplemente: “Millar”. Lo quieren al de Arauco, tanto que los ceacheí dieron lugar a varios gritos dedicados a él.