SANTIAGO.- Una de las frases repetidas en el léxico de Jorge Luis Valdivia Toro es el que dedica a su padre y su madre (Luis y Sonia). "Son mis mejores amigos y espero devolverles todo lo que me han dado". Prueba de ello fue lo acontecido este mediodía en la comuna de Macul.
A las 10 de la mañana, el "Mago" desarrolló su último entrenamiento con la enseña alba. No fueron muchos, en todo caso, ya que como profesional sólo formó parte del plantel de Universidad de Concepción y arribó a Pedreros el pasado lunes. Ahí tuvo una doble jornada, otra práctica el martes y la de hoy.
Sin embargo, su salida fue "de película". Avanzó rápidamente entre los automóviles de sus compañeros, atendió a un reportero de TVN e ingresó a camarines. Ahí Jaime Pizarro le comunicó que no viajaba a Viña, porque tenía que quedarse al papeleo.
Entonces, se reunió por espacio de cinco minutos con el administrador de la quiebra, Raúl Tessada. Luego vino un sentido abrazo, otro (con beso incluido) del sicólogo del equipo y la selección, Enrique Aguayo; y el adiós.
La salida es por la puerta que da a calle Marathon, pero Tessada sugirió que Valdivia lo hiciera por el sector de avenida Departamental. A bordo de una camioneta que conducía Lizardo Garrido, el volante de Maracaibo tuvo que devolverse porque los accesos del sector sur estaban con candado.
Y cuando todos los periodistas mascullaban su rabia por carecer de la noticia del traspaso (aunque la serie de abrazos era un fuerte indicio), Valdivia y Garrido apareciron nuevamente por Marathon, desde donde se desplazaron hacia el norte, al domicilio del jugador.
No era tanta la caminata; total, queda a poco menos de doscientos metros del área de entrenamiento. Pero Valdivia dijo que no: "No voy a hablar, en serio".
Bastó que su madre saliera a dejar una bolsa al antejardín para que se le solicitara el gancho con su hijo. Dos minutos y el hombre ya estaba afuera, atendiendo a los medios de prensa y televisión, preferentemente, y entregando, en parte, la noticia de su salida.
Luego llegaron las radios, y ahí tuvo que dejar de nuevo el living de su hogar, mientras sus hermanos aparecían con la Coca Cola de rigor para el almuerzo.
"¿Está bueno ya?", preguntó el jugador. "Sí", concordaron todos; aunque le encararon el lobby hecho por su madre y entre risas, se despidió. Pero no por mucho. "Espero volver en marzo, para la Eliminatoria", amenazó.