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Vela: Un dueño de yates ajenos

En el mundo de la vela están los dueños de los yates y otros que tienen el conocimiento, pero no podrían financiarse nunca un barco. "Cobi" es uno de estos fanáticos de la vela e un integrante clave de la tripulación del “Volvo”, ganador de la Regata Chiloé 2004.

01 de Febrero de 2004 | 19:27 | Ilona Goyeneche, enviada especial
PUERO MONTT.- Ninguno se podía sacar la sonrisa de la cara. Cómo no hacerlo, si eran los ganadores de la “Regata 35 Sur Chiloé 2004”, el resultado de todo el esfuerzo que 10 hombres depositaron en siete días de navegación. Para un integrante la victoria quizás era incluso mayor, porque el yate que había ganado era el suyo. Suyo, no porque sea el dueño, sino porque nadie lo conoce ese barco mejor que él.

Juan Eduardo Núñez nació, creció y vive en Algarrobo. Más conocido como “Cobi”, no podría financiarse jamás un Rodman 49, pero cuando hay que trasladarlo él es el capitán y navega, cual dueño de uno, por las aguas nacionales. Su oficina son los barcos a vela, no tiene horario, su currículum se compone por una enumeración de embarcaciones, competencias y millas recorridas, y gracias a la vela ya viajado más allá del océano Pacífico.

A través de su padre, que trabaja en La Cofradía Náutica del Pacífico en Algarrobo, conoció lo que es trabajar más allá de la tierra. Comenzó a limpiar los barcos, prepararlos para navegar y lentamente adquirir el conocimiento náutico que ahora lo tiene de proel del “Volvo”, y “uno de los más importantes integrantes de nuestro equipo” cuenta Emilio Cousiño, copropietario junto a Eduardo Matte del ganador de la competencia náutica que finalizó ayer.

¿Cuál es tu trabajo?

Te entregan el yate y tú te haces cargo. Lo tienes que tener impecable para llegar y navegar, hacer toda la mantención, la marinería, es decir, que el casco esté perfecto, continuamente hay que revisar las roldanas o que las cuerdas estén en buen estado. Trasladar el yate de Algarrobo a Puerto Montt y prepararlo para cada regata. Hay que hacer cosas todos los días y todo el año, y tú tienes que hacerte tu horario y responsabilidades.

¿Cómo se llega a trabajar en lo que haces tú?

La verdad es que fue suerte. Yo entré en una época en la que se estaba recién aprendiendo todo relacionado con la navegación, no había grandes veleros y las competencias en aquellos años eran todos de los viejos lobos de mar. Ahora hay toda una campaña para iniciar gente navegando, por ejemplo, a los niños de las escuelas locales a los que les gusta la vela.

¿Es más fácil ahora?

No sé si es más fácil, pero tienes la oportunidad de poder entrar tranquilo y encontrar a toda una descendencia que está navegando. Te encuentras con gente de edades similares y en ese sentido es más entretenido. Sin embargo, para nosotros los clubes de yates están muy cerrados, porque ya hay gente que se dedica a esto. Así, es más difícil entrar y navegar, porque en el fondo no hay donde nos enseñen. Para gente con los recursos de uno se percibe que ésta es una oportunidad única y que es suerte, porque en el fondo, para una persona de Algarrobo, no es común que entre a navegar en un club de yates y que te den la oportunidad de subirte a un velero y poder aprender a navegarlo, eso es difícil.

De hecho de su generación, los que trabajan en la Cofradía Náutica del Pacífico en Algarrobo, los que llevan la misma vida dedicada a navegar yates ajenos son sólo dos más. José Muñoz está a cargo del yate “Entel PCS” y su hermano Víctor se preocupa por el “Poseidón”, otros dos integrantes de la flota que participó en la Regata de Chiloé.

¿Tener un yate a cargo debe ser mucha responsabilidad?

Hay todo un currículum de por medio. Obviamente tienes que demostrar responsabilidad y saber cuales son tus obligaciones como en cualquier trabajo. Uno tiene claro cuánto cuesta el barco y cada pieza, y por eso te duele la guata cuando el barco se golpea o si hay mal tiempo, no navegas y te quedas dos o tres días en un puerto esperando que pase para no destruirlo.

¿Cómo aprendiste a navegar a nivel competitivo?

Navegué en varios yates diferentes, pero en el ‘90, cuando fue el "boom" de los J-24 (un tipo de embarcación) es donde aprendí la técnica. Ahí estuve navegando con Tito González, para mí el mejor de Chile, durante unos cinco años. Hicimos hartos campeonatos, ganamos todas las competencias en Chile e incluso un sudamericano.

Después, también en J-24, navegué dos años con Fernando Boher con quien competí en Argentina y en un Mundial en San Francisco. Como seis años más tarde volví a correr en un yate más grande, el Puihua 4, y con el que fuimos a competir al Mundial de Mumm en Italia. Ahora estoy hace cuatro años corriendo con Emilio Cousiño.

La tripulación con la que navegas es muy heterogénea ¿cómo se maneja eso?

Encima del yate no hay mezcla. Una vez que dejan sus maletines y se suben al barco somos todos iguales, no hay una clasificación ni nada. Los capitanes cooperan igual que los tripulantes y son mandados igual que el resto.

Hay mucha comunicación, no hay gritos, no están las clásicas "chuchadas". Es un grupo de amigos que están navegando bien y mientras mejor se navega y se hace más profesional, hay mayor respeto.

¿Qué es lo más desgastador de este trabajo?

Lo que más me cansa es la parte física de las regatas. Las competencias largas son agotadoras, porque además estás preocupado del barco. Hay que ver que nada falle, que todo funcione, secar y revisar las velas. En el fondo tienes dos responsabilidades diferentes, ya que aparte de navegar estás encargado del barco.

¿Qué es lo que te ha aportado este mundo de la vela competitiva?

Te da la posibilidad de conocer a personajes que de una u otra manera están en una situación que ven de otra perspectiva el diario vivir y tienen un horizonte más amplio. Te llenan la cabeza con ideas y de ganas. He tenido la suerte de ir a navegar afuera un par de veces a Argentina, Europa y Estados Unidos.

Bueno, todo esto tiene un trabajo de por medio, un esfuerzo de estar ahí y poner el hombro todo el rato y no arrugar en nada. Es duro, pero tiene sus buenas recompensas. Es buena la calidad de gente que conoces y las amistades que surgen es una parte invalorable.

Esto de viajar me ha llenado de perspectiva la cabeza, me la ha abierto a entender otras cosas, de valorar el lugar adonde vives con una visión que poca gente tiene y te das cuenta que hay ene ideas que no se han explotado en Chile.

¿Nunca has pensado irte a navegar fuera de Chile?

Sí, pero es complicado. Antes de subirme al “Volvo” pensé irme a España. Había vendido una camioneta, tenía el pasaje, pero el medio es complicado afuera, ya que la gente te tiene que conocer. Justo ante de partir salió la posibilidad de incorporarme al “Volvo” y a un buen equipo por varios años, y entre lo que me iba a gastar yéndome y el tiempo que me iba a tomar encontrar un trabajo, decidí quedarme.

Para Emilio Cousiño, Cobi es uno el mejor proel chileno y que navega a nivel internacional. “Además tiene mucha personalidad, es trabajador y muy profesional. El yate siempre está impecable y es muy exigente con uno también, porque no permite que el yate esté en mal estado”, cuenta uno de los capitanes del “Volvo”. “Siempre tira para arriba a la tripulación, tiene una gran calidad humana y es un amigo más dentro de la tripulación. Yo he aprendido mucho de él”, agrega.
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