LOS ANGELES:- La 53° edición del Partido de las Estrellas ya es historia con Shaquille O’Neal ganador del premio de Jugador Más Valioso (MVP), el Oeste del cuarto triunfo en las últimas cinco ediciones y Kobe Bryant como el gran centro de la polémica.
El premio dado a O’Neal, que anotó 24 puntos y capturó 11 rebotes, y el triunfo del equipo del Oeste por 136-132 en el Staples Center, no generó ningún tipo de interés ni repercusiones, pero si lo que dijo e hizo Bryant durante el Fin de Semana de las Estrellas.
El escolta estrella de Los Angeles Lakers, que anotó 20 puntos y pudo ser el MVP, si los jugadores del equipo de la Conferencia Oeste le hubiesen dado el balón en los últimos minutos del partido, abandonó la fiesta promoción anual de la NBA como la comenzó, siendo el centro de atención y de la controversia.
Todo lo que sucedió en la reunión de la familia de la NBA quedó inmediatamente en un segundo plano ante lo que se le avecina a los Lakers y a la NBA en la segunda parte de la liga, que comienza el martes.
Bryant no pudo comenzar peor su participación cuando un día antes de reunirse con los periodistas en el día dedicado a la "prensa" ofreció unas declaraciones al periódico local de "Los Angeles Daily News", en las que expresaba su intención de convertirse en agente libre al finalizar la presente temporada para conocer el valor que podría tener.
De inmediato, el base -que también vive la pesadilla de la acusación por supuesta violación sexual a una joven de 19 años- tuvo que dejar a un lado el hablar del Partido de las Estrellas y centrarse en dar explicaciones sobre lo que puede ser su futuro a partir del próximo verano.
Bryant dejó muy claro, que le gustaría ser un Laker toda la vida, porque vivió su gran sueño de jugar con el equipo que su infancia, pero a la vez admitió que tenía todo listo para acogerse a la cláusula del contrato que le permite convertirse en agente libre.
Su decisión no sólo puede significar la marcha de los Lakers sino que el equipo se quede sin ningún tipo de compensación si no logra volverlo a fichar.
Pero si lo anterior ya era inquietante para los Lakers, el domingo, el periódico "Los Angeles Times" recogía otras declaraciones de su jugador estrella, en las que expresaba lo sentía por el entrenador del equipo, Phil Jackson, y al igual que sucede con su compañero O’Neal, le gusta como profesional, pero no como persona.
"No me gusta Phil como persona, pero lo quiero como entrenador", declaró Bryant. "Si me preguntan si me iría a almorzar con él, simplemente contestaría que no, pero si me gusta jugar para él".
El base armador volvió a ser claro y rotundo cuando también valoró la posibilidad de jugar en un equipo en el que no esté O’Neal y dijo que todos los que lo conocen bien saben que es su gran reto como profesional, pero que a la vez no piensa dejar a los Lakers.
Si todos los preámbulos para su participación en el Partido de las Estrellas no fueron los mejores, Bryant tampoco se pudo escapar de la controversia cuando con 10 minutos para que finalizase el tiempo reglamentario no quiso "clavarla" al recibir un pase perfecto del serbio Peja Stojakovic.
"Mi intención es siempre la de clavar el balón, pero esta vez no tuve el momento ideal y por eso penetre con normalidad a canasta", explicó Bryant, que dijo que intento hacerlo todo lo mejor posible en los 36 minutos de acción y 20 puntos. "Mi objetivo era salir al campo y ayudar a conseguir la victoria y eso lo conseguimos".
Sin embargo, el jugador quiso ser hasta el final la manzana de la discordia y de la polémica y varias fuentes de la NBA confirmaron a EFE que los directivos de la liga se mostraron furiosos cuando se enteraron que no había llegado a tiempo para hacerse la foto oficial del equipo de la Conferencia Oeste. Sin mucha vergüenza, y como sucede a todos las personas que viven en Los Angeles, culpó de su tardanza al problema del tráfico, pero para la liga no es suficiente justificación y tienen todo listo para que sea multado.
Los que todavía no han querido decir nada sobre el comportamiento de Bryant han sido los directivos de los Lakers, ni mucho menos Jackson, que se le junta otro problema más de los muchos que tiene que resolver de cara a la segunda vuelta, en la que se juega su permanencia con el equipo y parte de su legado como entrenador.
Tampoco se sabe si O’Neal querrá entrar de nuevo en un intercambio público de insultos con su compañero, pero de lo que no hay ninguna duda es que la fiesta y el circo ya terminaron en Los Angeles.