
El "rey" ganó cuatro chaquetas verdes.
MIAMI/AUGUSTA.- Arnold Palmer, "el rey" del golf, se fue del Masters en medio de los mismos aplausos que el público le otorgó durante medio siglo al que es uno de los mejores y más carismáticos jugadores de la historia.
Palmer, de 74 años, ganador en cuatro ocasiones del que es uno de los dos torneos más importantes del mundo, se despidió el viernes a lo grande, como un gran campeón, aunque -como sucedió en los últimos 20 años- ni siquiera superó el corte.
Pero a nadie le importó que Palmer apenas hubiera hecho el par en 15 hoyos de los 36 que recorrió, o que haya incurrido en 21 bogeys, tres de ellos dobles.
Las 10.000 personas que lo aplaudieron constantemente en los hermosos campos de Augusta, ciudad del estado de Georgia, no estaban ahí para verlo triunfar, sino para ser testigos de la despedida de una leyenda viviente del golf.
"¡Muchas gracias por todos estos años!", gritaban algunos. "Se va el rey", titularon hoy varios periódicos estadounidenses, para los que la despedida de Palmer fue asunto de máximo interés.
"Hay veces en que no es gracioso saber que se acabó", admitió Palmer cuando descansó por algunos minutos en el "hoyo 19" al concluir su jornada.
Poco antes de comenzar la disputa del 68° Masters en la historia de Augusta, Palmer, apodado "el rey" del golf, había dicho que era muy viejo como para ponerse a llorar en su despedida.
Pero a la hora de la prueba se le veía haciendo esfuerzos inmensos para contener las lágrimas, mientras desde los costados las multitudes lo aplaudían incesantemente.
El viejo golfista respondia a las aclamaciones con el característico pulgar de la mano derecha en alto. Su camisa roja resaltaba aún más en medio del verde predominante del paisaje. Las cámaras de televisión indulgentemente dejaban de enfocarlo cuando se le enrojecían los ojos.
Pero la sonrisa que siempre lo caracterizó se apagó en una entrevista final. El anciano rompió en lágrimas cuando con voz quebrada por la emoción atribuyó su longevidad deportiva al apoyo del público. Y se lo agradeció.
Luego las autoridades de Augusta le rindieron homenajes mientras en el horizonte agonizaba el sol entre los altos pinos de Augusta, la exquisita catedral del golf de Estados Unidos.
"Estoy cumpliendo un deseo. Quise jugar mi último torneo aquí y lo he hecho", dijo Palmer cuando se reunió con Hootie Johnson, el presidente del exclusivo club que desde su fundación en 1931 no acepta mujeres.
Palmer jugó su 50 Masters consecutivo, y es muy difícil que alguien pueda igualar esa marca. Si Tiger Woods lo hiciera, estaría cumpliendo 69 años en 2044.
Pero el hecho de que Palmer se haya mantenido vigente por tan largo tiempo se debe en gran parte a su carisma, que hizo que el golf se volviera un deporte popular en el país.
Los muy veteranos, al verlo pasearse el viernes ante sus admiradores con el pulgar en alto, recordaban su batalla con el ex presidente del club Cliff Robertson, cuando tras ganar su primer Masters en 1958 fue acusado de soliviantar a sus fanáticos con esos signos.
El "ejército de Arny", como se conoce a su legión de simpatizantes, siempre estuvo a mano para alentarlo, inclusive el día de su retiro convencido de que el septuagenario deportista, a pesar de su retiro, "sigue siendo el rey".