
(De izq. a der.) Vera, Jordán, Luksic, Guzmán, Olivares y Venegas.
SANTIAGO.- "La verdadera foto de la cumbre es ésta, estar todos de vuelta acá", se apresura a decir Rodrigo Jordán al iniciar el anunciado encuentro con la prensa en el salón VIP de la Llegada Internacional, en el Aeropuerto Arturo Merino Benítez.
No ha pasado una hora desde que descendieron del avión y ya están enfrentando micrófonos y cámaras seis de los ocho integrantes de la expedición chilena que alcanzó la cima del monte Everest el pasado 15 de mayo.
Y el cansancio de los sesenta días que duró la experiencia lo reflejan en sus rostros, muy bronceados por lo demás, aunque no por haber pasado días en la playa, claro está, sino por haberse erguido en el punto más cercano entre la tierra y el sol: los 8.848 metros de altura del Everest. Por eso ni los ojos rojos ni su evidente somnolencia les impide esbozar con amplitud la sonrisa de satisfacción por el logro conseguido.
Y se repiten los conceptos: el sueño cumplido, la alegría personal, la ayuda de Dios, los agradecimientos a las familias, la satisfacción deportiva de haber sido los primeros de la temporada.
Jordán, Andrónico Luksic Craig (la estrella mediática de la expedición) y Ernesto Olivares se turnan el micrófono para referirse una vez más a la experiencia vivida, a los riesgos y costos, a la tranquilidad de estar de vuelta.
También está Eugenio Guzmán, el más joven del grupo; Patricio Venegas, el médico de la expedición, y Felipe Vera, el encargado de transformar en un documental las más de 40 horas de grabación de todo el recorrido.
Y faltan Misael Alvial, quien no conforme con hacer cumbre en el Everest, se quedó 10 días más en Nepal "haciendo trekking en los Himalayas"; y Annabelle Bond, la inglesa que hizo de 'Lulú' en un verdadero "Club de Tobi". En Chile, la chica adquirió casi más importancia que el propio Luksic, no tanto por su admirable temeridad para desafiar al Everest, sino más bien por ser quien describió en su página web el día a día de la expedición, y claro, hay que decirlo, por su innegable belleza.
Luksic reconoce que se le cayeron las lágrimas cuando hizo cumbre y repite insistentemente que "no hay nada imposible. Con un poco de trabajo y con esa fuerza que tenemos los chilenos para hacer frente a la adversidad, podemos lograr todo lo que nos propongamos".

El grupo de ataque alcanzando la cima del Everest.
Pero no todo se puede conseguir sólo con esfuerzo y ganas. Menos subir al techo del mundo. Y eso lo reconoce Olivares. Los casi $400 mil dólares (algo más de 250 millones de pesos) que invirtió el vicepresidente del Banco de Chile en la travesía, fueron fundamentales para lograr el objetivo. "Con recursos, creo que Chile tendría aún más logros deportivos en el montañismo, como lo tuvo esta expedición", afirmó el andinista de 39 años, quien protagonizó un momento que bien pudo cambiar las sonrisas por lamentos.
Tal como lo anunciara el propio Luksic, en un contacto telefónico luego de hacer cumbre, cuando aún se encontraban en Nepal, Olivares relató más detalladamente el desafortunado movimiento de una de las escaleras que les permitía atravesar una enorme grieta en la bajada de la cascada.
Olivares la estaba cruzando cuando una de sus estacas se soltó y la escalera se ladeó. El chileno dio un salto improvisado y alcanzó el otro extremo de la grieta, quedó colgando y pudo ser socorrido. Hoy una mínima cicatriz en su frente le recuerda el golpe que recibió. "A Dios le gustan los chascones", bromea Olivares haciendo notar su pelo largo. "No sé, debe haber venido un ángel o algo que me salvó la vida. Tras eso, nos arrodillamos y rezamos a Dios para darle gracias", recordó.
La emotividad es lo que más se refleja en las voces de los protagonistas de la cuarta ascensión chilena al Everest, que como si hubiera sido programada, se produjo exactamente 12 años después de la primera, en la que participó Rodrigo Jordán.
Pero ahora, el ex director ejecutivo de Canal 13 decidió quedarse abajo. La madurez de este hombre y su gran experiencia en montañismo lo irguieron como el jefe de la expedición. Luksic acudió a él para invitarlo a concretar su sueño y Jordán no dudó en acompañarlo.
Pero no hasta la cima. "No puedo negar que me hubiera encantado subir también. Pero éste es un trabajo de equipo y esta vez a mí me tocó ser el director técnico, presenciar el partido desde la banca. Y debo decir que me acomoda. Hay algo bonito en permitirles a los demás cumplir su sueño. Me sentí pleno a contribuir a que cinco personas cumplieran su objetivo. Me quedé abajo (segundo campamento) pero eso también fue esencial. Prefiero organizar expediciones que hacer cima", reconoció Jordán.
Para el anecdotario quedará la inclinación de cabeza de Luksic, que esta vez las hizo de 'empleado' dejando de lado su papel de líder empresarial. "Había que acatar órdenes, no quedaba otra", reconoció; o cuando contó que "por alguna extraña razón" nunca le tocaba limpiar el baño, tarea que se sorteaba una vez a la semana. "Mi número no salía, hasta que alguien reclamó, se hizo una revisión y de ahí en adelante, por otra extraña razón, me comenzó a tocar más seguido", recordó alegre.
Razones tiene el empresario para estar satisfecho. Porque al final, el regalo que el mismo se preparó para celebrar sus cincuenta años no sólo será infinitamente recordado por él y su familia, sino que dejó inscrito en la historia deportiva chilena que el 15 de mayo de 2004 una expedición nacional logró por cuarta vez clavar la bandera tricolor en la cima del monte más alto del mundo, el Everest.