ALMACIL/LISBOA.- Todas las alarmas del fútbol alemán se encendieron hoy apresuradamente cuando Rudi Voeller comunicó su dimisión como seleccionador tras la decepcionante actuación en la Eurocopa 2004.
La situación es crítica para un país habituado a los triunfos de su "Nationalmannschaft", con tres mundiales y tres Eurocopas en su haber, uno de los más exitosos del mundo. A la vuelta de la esquina está el Mundial de Alemania 2006 y, por lo visto en Portugal, los anfitriones están a años luz de poder hacer un buen papel.
Voeller, de 44 años, no necesitó pensar mucho para dimitir. Tras la derrota por 2-1 ante los reservas de la República Checa y su consiguiente eliminación, se reunió con el presidente de la Federación germana (DFB), Gerhard Mayer-Vorfelder, y le comunicó su decisión.
El público se enteró en la mañana de hoy, en la rueda de prensa de despedida antes del triste vuelo de regreso a Fráncfort. Voeller, hasta hace muy poco un héroe para los alemanes, dejó traslucir su impotencia.
"Ahora sólo puede tomar el mando alguién que no esté manchado y que goce de crédito", afirmó abatido. "Justo tras el partido se me pasó por la cabeza no seguir. Pero no fue una decisión espontánea, ya lo había pensado antes", agregó.
Lo cierto es que sus gestos hacia los aficionados germanos tras la derrota ante los checos, con algo más que los habituales aplausos de agradecimiento, sonaron a despedida definitiva. "Lo que más duele es que no jugamos contra el mejor equipo checo".
La era del octavo técnico de Alemania desde 1930 se cierra con muchos claroscuros. El ex delantero asumió el cargo tras la debacle de la Eurocopa 2000 y como sustituto de Christoph Daum, que pese al contrato firmado nunca llegó al cargo por el escándalo de su consumo de cocaína.
Bajo su mandato, Alemania se derrumbó por 5-1 ante Inglaterra en Múnich y tuvo que jugar la repesca para el Mundial 2002, pero se levantó para llegar a la final en Corea/Japón, donde sólo Ronaldo y su Brasil pudieron frenarlos. Pero aquel logro, premiado con un apoteósico recibimiento en casa, se demostró que fue un espejismo.
Lastrado por la falta de calidad de muchos de sus jugadores, el "proyecto 2006" de Voeller fue de mal en peor, hasta acumular en total 29 victorias, once empates y nada menos que trece derrotas. El 5-1 ante Rumania en vísperas de la Eurocopa y el fracaso en Portugal, sin victorias y con un juego sin ideas, fue la tumba.
La gran pregunta que flota en el ambiente está clara: ¿Y ahora qué? El nombre mejor colocado es sin duda Ottmar Hitzfeld, que recientemente dejó el Bayern Múnich y tenía previsto tomarse un año sabático.
"Está claro que el de Hitzfeld es un nombre que está presente en todas las deliberaciones", reconoció Mayer-Vorfelder. El propio técnico tardó minutos en anunciar su candidatura. "Entrené al Bayern y al Borussia Dortmund. Sería una consecuencia lógica para mí ser seleccionador", afirmó en una entrevista que publicará mañana el diario "Die Welt".
Voeller quiso mostrar cierto optimismo hacia su sucesor al asegurar que el panorama "no es tan negro como hace cuatro años". Sin embargo, advirtió que hay trabajo de sobra: "Yo me traería una maleta muy grande".
