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El Tour de Francia espera noticias en los Pirineos

El pelotón no descansó del todo en Limoges, pues los equipos salieron a rodar una media de 80 kms para no perder el tono muscular. El resto del tiempo lo dedicaron a curar heridas, dormir y no faltaron las visitas de los familiares. Un día de fiesta para recuperarse de una semana muy exigente.

12 de Julio de 2004 | 10:41 | EFE
LIMOGES, Francia.- El Tour descansó en Limoges después de ocho etapas marcadas por la lluvia y las caídas y que dejaron para el recuerdo la eliminación de Iban Mayo en la etapa de pavés (adoquines) y la constatación de que el estadounidense Lance Armstrong es el gran favorito para ganar el sexto Tour.

Aunque en la primera semana el protagonismo de la carrera lo han asumido jóvenes de futuro como el actual líder francés Thomas Voeckler, el belga Tom Boonen, el suizo Cancellara y el italiano Pozzato, el mejor colocado entre los favoritos y dominador de la carrera ha sido Armstrong, siempre con la perfecta respuesta de su equipo, muy atento en la jornada del adoquinado y superior en la contrarreloj de Arras.

El texano eliminó a Mayo camino de Wasquehal aprovechando una caída del español. El US Postal rompió la carrera en las proximidades del pavés, un sector de apenas 2.800 metros que causó estragos. El líder del Euskaltel cayó en plena estampida y nadie le esperó, sino que sus rivales volaron a meta para eliminar un rival.

Un día después con la cronometrada por equipos la pregunta se centraba en el papel que podía cumplir el conjunto azul americano. No falló y fue el mejor por segundo año consecutivo. Solo el cambio del reglamento salvó a Ullrich, Hamilton, Heras, Mancebo y compañía de contar su desventaja por minutos.

Armstrong no quería el amarillo para no hacer trabajar a su equipo más de la cuenta y se le ocurrió al día siguiente otra perfecta maniobra táctica: consentir una escapada "bidón" y ceder el liderato al francés Voeckler. Así se daría un descanso hasta que lleguen los días de batalla de verdad, teóricamente en Pirineos si es que no hay sorpresas en la media montaña de Saint Flour (miércoles 14).

La sensación de control y dominio del quíntuple ganador del Tour no se ha reflejado en diferencias abismales en la general. Los favoritos están colocados en un margen inferior, entre ellos, a los dos minutos, a excepción de Mayo, que está a 5.58. Así Hamilton debe remontar 36 segundos, Mancebo 43, Ullrich 55, Basso 1.17 y Heras 1.45.

Día libre para reparar las heridas

El descanso fue una bendición para el maltrecho pelotón de un Tour que ha repartido dolor con las caídas diarias, el frío y el mal tiempo. Algunos se han marchado a casa lesionados, como los ilustres esprinters italianos Alessandro Petacchi y Mario Cipollini. Su ausencia ha sido bien aprovechado por la nueva ola juvenil encabezada por Tom Boonen y Pozzato, quienes a sus 23 y 22 años ya se han estrenado.

El líder Voeckler intentará soñar unos cuantos días más de amarillo y posiblemente disfrute la fiesta nacional del 14 de julio en olor de multitud, a sabiendas de que el futuro dueño de la prenda habla en inglés americano.

La carrera entra esta semana en la montaña. Esperan los Pirineos con dos llegadas en alto (La Mongie, viernes 16 y Plateau de Beille sábado 17) y allí los jefes de la carrera se verán las caras y cada uno dará la medida de sus posibilidades. Aunque la tercera semana se antoja decisiva, con la crono al Alpe D’Huez incluida, los puertos pirenaicos arrojarán luz a la carrera.

Los españoles se muestran convencidos de que el Tour cambiará de cara en la montaña. Así, Roberto Heras considera que ha salido airoso de la primera semana y con las fuerzas intactas. El campeón de España, Francisco Mancebo, se encuentra mejor que nunca ante su gran oportunidad e Iban Mayo, mejorado de sus problemas en el codo, jugará pronto en casa, ante su afición, y puede ser un hombre clave en este Tour.

Ullrich ha hecho poco ruido hasta el momento, pero está esperando su momento para discutir la corona a Armstrong. El otro estadounidense, Tyler Hamilton, supera sus molestias en la espalda y junto a Sevilla será un duro enemigo en todos los terrenos.

El pelotón no descansó del todo en Limoges, pues los equipos salieron a rodar una media de 80 kms para no perder el tono muscular. El resto del tiempo lo dedicaron a curar heridas, dormir y no faltaron las visitas de los familiares. Un día de fiesta para recuperarse de una semana muy exigente.

El Tour vuelve mañana con la disputa de la novena etapa entre Saint Leonard de Noblat, ciudad de adopción del "eterno segundo" Raymond Poulidor y Gueret, de 160,5 kms, con un perfil ondulado pero sin dificultades peligrosas. Será la víspera de una jornada de media montaña.