
ATENAS.- Una confianza al cinto por ciento, además de un excelente tenis y un corazón enorme, parece ser el motor que mueve a Nicolás Massú a concretar brillantes actuaciones que lo tienen a un paso de la medalla de Oro en el tenis olímpico.
Luego de derrotar en dos set al estadounidense Taylor Dent, el viñamarino no ocultó sus ansias por subirse a lo más alto del podio.
"Quiero ganar unos Juegos Olímpicos, ganar la Copa Davis y ser número uno del mundo. Sé que estoy pidiendo mucho, pero es lo que sueño desde que empecé", expresó eufórico, una vez asegurado su paso a la final.
"Estoy contento de estar en la final de singles. Es algo increíble", dijo Massú. Pero "más increíble es que vamos por el oro en dobles. A Fernando lo conozco desde hace mucho, pero tenemos de jugar juntos poco tiempo".
Y aunque la alegría chilena en ese momento era enorme, la derrota posterior de Fernando González dejó un gusto amargo. El tenista de La Reina no pudo dar el mismo paso de Massú y fue eliminado por el también estadounidense Mardy Fish.
La lesión en el tobillo que sufrió en el quinto juego del segundo set (ganó el primero 6-3 e igualaba 2-2) sin duda influyó en el nivel de juego del chileno, y preocupó a todo Chile que veía diluirse la final con Massú y ponía en riesgo la participación de González en la final del dobles de mañana.
Sin embargo, el propio tenista, aún triste por la derrota se encargó de calmar las dudas: "No es tan grave, duele, pero podré jugar mañana al cien por ciento. Lo mismo me pasó en Amersfoort hace un mes. Mañana será otro día, y voy a luchar", prometió.
Como para reafirmar esa confianza, el chileno afirmó: "Quédense tranquilos. Voy a dar lo mejor de mí. Tengo mucho que dar todavía".
El sueño dorado en individuales es entonces sólo de Massú, aunque mañana sumará sus esfuerzos a González para disputar la final de dobles ante los alemanes Rainer Schuettler y Nicolas Kiefer.
El deporte chileno no conoce lo que es ganar un oro en los Juegos Olímpicos, donde su cosecha se limita a seis medallas de plata y tres de bronce.
Pero a partir de mañana, la historia puede cambiar.