
OSORNO.- Había una decena de espectadores muy especiales ayer entre los cuatro mil asistentes (y se quedó gente afuera) al Gimnasio Monumental "María Gallardo". Casi todo el plantel de Llanquihue viajó desde Puerto Varas a Osorno para ver, en vivo y en directo, a su rival en la final de la Dimayor, a partir de este viernes.
Claro, porque el quinto partido de ayer entre los locales y Universidad Católica decidía todo. Daniel Allende, de entrada, decidió ser fiel a su estilo y apretar la mano: mandó a Patrick Sáez a marcar a Percy Werth en una inteligente movida. El base de la UC se secó -cuatro puntos apenas en todo el partido- y, junto con él, la brújula del quinteto de Miguel Ureta. Incluso salió por faltas en el último cuarto. Sáez, más callado a la ofensiva, celebró con los manos en alto su gracia. Bien por él.
Hubo reclamos a los árbitros, como siempre, pero sobre todo la idea que Osorno fue más que la UC. "Cualquier otra cosa suena a excusa. Fueron mejores", dijo un abatido Felipe Contreras. Lo mejor de los cruzados fue de nuevo la defensiva de Tyler Field (borró al cada vez más flojo Nate Jhonstone) y la intensidad de Mike Elliot, la mejor mano de los capitalinos con 18 puntos.
En Osorno, además de Sáez, estuvo muy bien Erick Carrasco, eficiente en la conducción y en la definición (25 puntos). Jervaughn Scales, además de andar a los codazos con Cristián Díaz, se puso con 17.
"Lo importante era ganar, como fuese. Estamos de vuelta en una final tras dos años. Hicimos un esfuerzo importante en lo físico. Ojalá no nos pase la cuenta en la final con Llanquihue", decía el DT Allende, pensando en lo que viene. Y cómo no: la nueva versión del clásico será en la final de la liga. La última - y única- vez que ambos se encontraron en esa instancia fue en 2002: ganó Llanquihue en siete infartantes partidos. Para ilusionarse con lo que se viene.