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Sacchi será el nuevo director del fútbol de Real Madrid

El técnico italiano llega al puesto que ocupara el argentino Jorge Valdano y con contrato por tiempo indefinido.

21 de Diciembre de 2004 | 15:11 | DPA y EFE
MADRID.- Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, confirmó hoy que el italiano Arrigo Sacchi será el nuevo director de fútbol del club blanco, un cargo que ocupará por tiempo indefinido.

Además, Pérez confirmó el nombramiento de Emilio Butragueño, director general, como nuevo vicepresidente de la entidad, haciendo compatibles ambos cargos.

Sacchi renació hoy para el mundo del fútbol, después de que una crisis de ansiedad le apartara de los terrenos de juego hace tres años, y regresa para dirigir al equipo que hace varios lustros le consideró su bestia negra europea y que hoy deposita en él los designios del futuro blanco.

La vida de Sacchi está llena de reconsideraciones, de cambios bruscos de sentido, siempre a la voluntad de un fuerte y decidido temperamento. Y es que este italiano nacido hace 58 años, tuvo que probar el fracaso para aprender a saborear el triunfo de la época dorada del Milan, esa época en que endosaban 5-0 al Madrid.

Y el fracaso lo probó vestido de corto, como regular jugador de nulo futuro, que le obligó a reconsiderar desde adolescente su pasión por el fútbol y encaminarla a los banquillos, donde en los equipos amateur de su ciudad natal, Fusignano, ya plasmaba en el campo su fútbol vistoso.

Pero no sería hasta 1985 cuando este hijo de zapatero daría el salto al profesionalismo, con su fichaje por el Parma, entonces en la tercera división italiana, al que en un solo año consiguió ascender de categoría.

Y seguiría entrenando al Parma hasta que en el verano de 1987 Silvio Berlusconi le daría la oportunidad de su vida: ofrecía el banquillo del Milan a un desconocido, hincha desde pequeño del Inter, y al que la prensa no trataría demasiado bien al principio, poniéndole el significativo apodo de "Don nadie".

Aunque con el tiempo se desprendería, por méritos propios de ese sobrenombre, Sacchi tuvo que padecer en sus inicios las críticas más acérrimas cuando el entonces modesto Espanyol, entrenado por Javier Clemente, le eliminase de la Copa de la UEFA, una derrota algo mitigada por la conquista de la liga italiana.

Sin embargo, esas pequeñas frustraciones solo servirían para que en abril de 1989 saboreara mejor la histórica "manita" que endosó al máximo rival continental de los milanistas, un Real Madrid que en San Siro y con la Quinta del Buitre fue incapaz de vencer al equipo de un "don nadie", acompañado de Baresi, Van Basten, Gullit y Rijkaard, y vio como se escapaba otra final de la Copa de Europa.

Una copa que no se le escaparía a Sacchi ni ese año ni el siguiente, hasta el punto de que Ramón Mendoza fue capaz de proponerle a su "bestia negra" el banquillo blanco y el ya más que reputado entrenador italiano fue capaz de decir "no" al equipo más laureado de Europa.

Porque su destino tras el Milán era otro, la selección italiana y su punto de mira el Mundial de Estados Unidos de 1994, en el que Italia acabaría perdiendo la final, pero no sin antes eliminar a España en unos cuartos muy reñidos, siempre recordados por la cara ensangrentada del entonces madridista Luis Enrique.

A pesar de esa final, Sacchi sería nuevamente cuestionado por la prensa, siendo sus múltiples rotaciones el principal foco de ataque periodístico, aunque su reputación mundial seguiría aumentado hasta conseguir una oferta de Hollywood para interpretar a un entrenador en una película de amor, que, fiel a su carácter, se encargó de rechazar.

Un temperamento consecuente y apasionado que le hizo romper su contrato con la selección, el 1 de diciembre de 1996, para volver a dirigir a su Milán, en horas bajas, que poco recordaba a aquel con el que logró dos Copas de Europa, una liga, dos intercontinentales, dos Supercopas de Europa y una Copa de Italia.

Poco pudo hacer por resurgir tiempos gloriosos milanistas, pero sí consiguió que Jesús Gil le llamase para entrenar al Atlético de Madrid, en cuya presentación Sacchi fue claro al exponer su filosofía de juego: "Si un sistema crea problemas a un jugador, no es un buen sistema".

Pero este amante del jamón serrano y del museo de El Prado no mostró gran sensibilidad al echar de su equipo a los héroes del doblete rojiblanco, los carismáticos Caminero, Vizcaíno y Pantic, para traer apuestas personales que no evitaron la mala trayectoria del equipo.

Sacchi quería abandonar el fútbol al finalizar su contrato con el Atlético en 2000, pero Gil se le adelantaría al destituirle el 14 de febrero de 1999, tras una nueva derrota, esta vez frente al colista de la liga, el Salamanca.

Sería de vuelta a Italia, en su nueva etapa con el Parma, cuando Sacchi colgaría las botas, al dimitir de su cargo, alejado de la gloria que le encumbró como mejor entrenador de Europa que le entregó la prensa española y aquejado de ataques de ansiedad, que le obligaron a colocarse en los despachos como asesor.

Tres años después vuelve a las filas de su eterno rival, en una vuelta más de tuerca de su trayectoria, humana y deportiva, como revulsivo de Florentino Pérez, para revitalizar el barco madridista, algo hundido en los últimos tiempos.

Y precisamente en su renacimiento Sacchi podrá revivir su gloria milanista si es capaz, con permiso de su discípulo Rijkaard al frente del Barcelona, de hacer olvidar a la afición blanca la "manita" de San Siro con títulos europeos, como aquellos que le arrebatara cuando el ogro del Madrid tenía nombre italiano.