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Nadal triunfa en vibrante final del Masters Series de Madrid

El español se puso de pie en una final que parecía imposible de ganar, para terminar derrotando por 3-6, 2-6, 6-3, 6-4 y 7-6(3) al croata Ivan Ljubicic y conquistar así su undécimo título de la temporada.

23 de Octubre de 2005 | 15:09 | DPA
MADRID.- El español Rafael Nadal eludió la que parecía una derrota segura para lograr una de las conquistas más emotivas y valiosas de su carrera.

Nadal, número dos del mundo, se impuso al croata Ivan Ljubicic en la final del torneo de tenis de Madrid por 3-6, 2-6, 6-3, 6-4 y 7-6(3) en un emocionante duelo de tres horas y 51 minutos de duración. El español sumó así su undécimo título de la temporada y su cuarto Masters Series en 2005, igualando al suizo Roger Federer.

"Gracias a todos vosotros he pasado una de las mejores semanas de mi vida. Agradezco a todo mi equipo, mis tíos, mi padre... Antes de comenzar la semana pasé momentos difíciles, se dudó de si jugaba o no, gracias a mi médico por todo su apoyo", dijo el campeón, que se arrojó de espaldas sobre la pista del "Madrid Arena" cuando la derecha a la red de Ljubicic certificó que su sueño de ganar el torneo más importante de España ya era realidad.

"Son ustedes fantásticos espectadores, espero volver aquí. Felicito a Rafa, le deseo muchas más victorias y un futuro saludable", dijo Ljubicic, 12 del ranking, y que llegaba a la final con 16 victorias consecutivas.

El croata fue una perfecta y talentosa máquina de tenis durante casi una hora y media, pero al final debió inclinarse ante un jugador que, a sus 19 años, muestra una confianza en la victoria y una fuerza mental propia de gente mucho más experimentada. Recién el miércoles decidió que jugaría pese a la tendinitis en su rodilla izquierda, y aunque en la semana estuvo lejos de mostrar su mejor tenis, exhibió un corazón y una fuerza mental poco habituales en el circuito.

Las diferencias fueron muy claras en el comienzo, pero a favor de Ljubicic. El croata seguía siendo ese jugador en racha, ese hombre que no conocía la derrota en varias semanas. Nadal, en cambio, se mostraba sin explosión, sin fuerza, cansado y por momentos temeroso de correr.

Aunque la gran clave estuvo en el servicio. Hacía rato que en una final importante del circuito no se veía semejante diferencia. Mientras el croata servía a 220, 230 o casi 240 kilómetros por hora, el español parecía impactar a la pelota con un periódico, más que con una raqueta. Su servicio rara vez superaba los 160 kilómetros por hora, y llegó a jugar puntos sacando a 123.

Los minutos previos al comienzo del encuentro prometían otra final: Nadal, con pantalón corto blanco, cintas negras bajo las rodillas y camiseta naranja sin mangas, cumplió con su rito habitual de acomodar tres botellas de agua frente a su silla, hacer esperar al rival en la red a la hora de tomarse la foto en conjunto y salir luego "esprintando" rumbo al fondo como si no pudiera esperar a comenzar.

Y ese comienzo fue "a lo Nadal", quebrando el servicio de su rival. Pero poco más de diez minutos más tarde Ljubicic había dado vuelta la historia, y con un ace a 224 km/h se adelantaba 3-2 tras haber quebrado el saque del español.

El saque sería un martirio para Nadal a lo largo de toda la tarde. El suyo, porque no le permitía asumir el control del punto y lo obligaba a un desgaste enorme desde el fondo. El de su rival, porque era por momentos incontrolable. Fue así que Ljubicic se llevó el primer set por 6-3 con un ace a 220 y el segundo por 6-2 con otro a 209. Al final del partido sumaría 32, contra sólo seis de Nadal.

El español comenzó a ver la luz en el tercer set, y mucho tuvo que ver el fallo erróneo de un juez de línea que enardeció al público, encendió a Nadal y desconcentró al croata.

Fue un momento para ver a un Nadal desconocido, caminando con cara de pocos amigos hacia el juez de silla, el sueco Lars Graff, para protestar por la pelota buena que le daban a Ljubicic, bola fuera de los límites, según demostraría luego la televisión.

Nadal se adelantaría 2-1 tras el juego más tormentoso del partido, quebraba luego para 3-1 tras un disputado "game" y, a las dos horas exactas de haber comenzado la final, se llevaba el set por 6-3 mientras corría con el puño apretado hacia su silla.

El cuarto set fue el de peor nivel, con un Ljubicic agotado física, pero sobre todo mentalmente. Lo demostró el penúltimo punto del parcial: Ljubicic dispuso de una volea de derecha en la red para ubicarse "break point", pero la golpeó a desgano, para que Nadal lo pasara con un drive paralelo y, segundos más tarde, sellara el 6-4 para llevar la definición a un quinto parcial con dos horas y 47 minutos de juego.

Todo era ya muy diferente. Ljubicic parecía hundido, y Nadal se cargaba de euforia. ¿Quién tendría más resto para ganar el set y conquistar el título?

Ljubicic se adelantó 2-0, pero Nadal recuperó el saque y la lucha llegó hasta un emocionante 6-6. Ya iban tres horas y 41 minutos de juego, y el público gritaba entusiasmado mientras Nadal saltaba y se movía cual Rocky Balboa. La tensión era enorme, porque era imposible saber quién ganaría. La respuesta, en el tie break.

Y allí Nadal volvió a ser el Nadal que no deja escapar un triunfo. Ljubicic quedó pronto detrás en el marcador, y cuando su derecha murió en la red, 10.000 personas saltaron de alegría celebrando la nueva hazaña de su joven e insaciable ídolo sin límites.